Con cuatro discos como solista, el guitarrista se afirma en un territorio físico y mental donde no hay lugar para Los Redondos.
Por: José Bellas
Eduardo "Skay" Beilinson es uno de los pocos músicos locales (estrellas, estrellitas o estrellados) que te abre la casa para hacer una entrevista. Digamos que maneja una intimidad abierta: su casa-refugio-estudio no es un lugar menor para un hombre que ha tenido una vida nómade y que viaja en forma permanente en cuerpo y mente. Esa casa, que comparte con su compañera de toda la vida (La Negra Poli) es punto de partida y regreso de una pregunta (¿Dónde vas?), una búsqueda y el título de un cuarto disco encarado con su propio nombre. "Podría decir que, en realidad, no hay ningún lugar adónde ir", suelta con simpática resignación. En un viaje que empezó hace más de cuatro décadas, no se puede negar que no lo haya intentado.
Viaje. ¿Otra vez? Bueno, cuando era todavía más chico que vos, Skay acompañó a su hermano Guillermo, que quería hacer un curso de antropología con Lévi-Strauss en París. Llega justo para presenciar el Mayo Francés y, luego deportado, asiste a un show de Jimi Hendrix en el Royal Albert Hall de Londres.
Otro viaje. "Tengo un sueño recurrente, donde sé que estoy en un parque en Londres. Me di cuenta de que el lugar existe acá y es un espacio de total libertad".
-¿Tiene nombre?
-Sí, pero es uno de esos canutos que uno se guarda para sí mismo.
Más viajes. En sus días de vivir en comunidad, deambuló por el Buenos Aires profundo que Mariano Llinás lleva a fábula en la película Historias Extraordinarias (Azul, Pigüé). Después por el norte, trabajando en el desmonte con Poli. También comandó el éxodo ricotero (1995-2001), cuando ya tocar en Capital se hacía insostenible. Y España, dos meses atrás, yendo de gira con sus estimada banda, Los seguidores de Kali. "Fuimos a la aventura: ni a conquistar ni a hacer negocios. Los argentinos que están afuera tienen a veces la necesidad de reestablecer el vínculo con el lugar que dejaron y es muy especial tocar para ellos".
Viaje a lo inesperado. Un par de años atrás pasó por Fez, el centro cultural y religioso de Marruecos, que lo sacudió espiritualmente. "Ellos ven el mundo de otra manera. Y a Occidente como una degradación de valores superiores. Hay que ver lo que nos legaron: ciencia, astronomía, números". Con crótalos (platillos de bronce anudados a tiras de cuero), flautas marroquíes, pandereta y gaita armó la "Orquesta marroquí de las pampas", que funciona en todo su esplendor en La luna en Fez, la apertura del viaje que supone ¿Dónde vas?. "Esa especie de música colectiva que armamos ahí me remite mucho a los días de vivir en comunidad, donde yo agarraba la guitarra y empezaba a darse una conexión que estábamos haciendo entre todos. Lo que siempre anhelo es regresar a esas circunstancias. Gracias a Dios estoy en una banda con la que podés dejarte llevar y que sea la música la que comande".
De alguna manera, el viaje arranca con En el camino ("Yo prefiero desafiar/ al destino y recorrer/ los caminos de la libertad"), que podría ser de lo más autorreferencial que haya escrito Skay. "En un momento habíamos pensado relatar como una especie de cuento: el recorrido del viajero. Y este tema habría sido la introducción", dice sobre la emocionante fanfarria, una mezcla de Regtest de Sumo y Sgt Pepper.
-En otro tema, "Aves migratorias", comparás los pensamientos con bandadas...
-Un gran maestro decía: "Uno está allí donde están sus pensamientos". Adhiero mucho a esa idea. Siento que los pensamientos también son un territorio.
-"Tarde de lluvia" es como un homenaje a Manal. ¿Salió intencionalmente?
-Está pensado desde ese lugar. Lo curioso es que lo compuse un día bárbaro y soleado. Me lleva a pensar que lo que uno hace es una recomposición de la realidad a través de estados interiores, como la emoción y la evocación.
-Hablando de evocación, en tus shows hay cada vez menos temas de Los Redondos...
-El pasado debería servir como catapulta para hacer algo superador. Anclarse en el pasado me parece una apuesta menor.
Cigarrillo y café. Esquiva hablar del Indio Solari y la polémica que éste hizo pública sobre las causas de la separación ("mejor no hablar de ciertas cosas", se reserva ) y se entusiasma en hablar de los indios Hopi, inspiración del vibrante Suelo chamán, cruza de Rage Against The Machine y El pibe de los astilleros. "Es el despertar del corazón del viajero".
-En el cierre ("Aplausos en el cosmos"), hay un balance hostil de la humanidad....
-Completa un pensamiento del escritor Michel Houellebecq, sobre cómo somos una especie conflictiva, capaz de las peores atrocidades, y que nunca deja de creer en el amor y la bondad.
-Es raro que lo cites, porque él es muy crítico del hippismo y el Mayo Francés...
-Me quedo con la reflexión como un rapto de lucidez. Sigo sosteniendo que el mejor plan posible es hacer algo convocando amigos que se sumen a este viaje. Cuantos más seamos, mejor.
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