sábado, 3 de abril de 2010

LA DERECHA Y EL OBJETIVO DE INSTALAR EL TEMA DE LA INSEGURIDAD


Campaña desestabilizadora

Campaña desestabilizadora: Los sectores más conservadores de la sociedad apelan al miedo para establecer en la agenda diaria el tema de inseguridad. En ese momento es cuando muchos medios de comunicación recogen el guante y le devuelven a la gente una noticia “ficcionada”. De esta manera generan un clima de inestabilidad social que intenta repercutir en su intención final en el ámbito político.

La repetición constante en pantallas y tapas de diarios de la “ola de asaltos” o “la inseguridad que nos acecha” va en sintonía con el ánimo que flota alrededor de los sectores más conservadores de la sociedad: instalar un clima desestabilizador. La criminalización de la pobreza y la mano dura, más elementos para lograr este objetivo.

Cada vez que desde ciertos medios se toca el tema de robos o ataques a la propiedad privada, la crispación de la clase media crece a pasos agigantados. ¿El motivo? Uno de ellos puede ser las horas que se le dedican a estos asaltos dejando fuera de la agenda a temas como los delitos de lesa humanidad o las circunstancias sociales que provocaron esos problemas.

El último de estos episodios fue protagonizado por la modelo Nicole Neumann quien rápidamente saltó a las portadas mediáticas al grito de “así no se puede vivir más; me quiero ir del país”.

Así pasaron en los últimos meses por el espectro mediático Ricardo Darín, Cecilia Milone, entre otras figuras. Vale destacar el caso del actor de “El secreto de sus ojos”. Él mismo salió a explicar lo que le tocó vivir y a hacer hincapié de que se trata de una situación social compleja. Sin embargo ciertos medios hicieron foco horas y horas en el ataque a su propiedad y en el peligro de la inseguridad con un claro objetivo: instalar un ánimo desestabilizador.

Un ejemplo emblemático es el de la diva Susana Giménez. Habló prácticamente en cadena nacional, con los móviles de los noticieros y de los programas de chimentos frente a la puerta de su casa de Barrio Parque, el día que mataron al florista Gustavo Lanzavecchia, un colaborador muy cercano. Aunque más tarde intentó aclarar que no estaba a favor de la pena de muerte, sus dichos "el que mata tiene que morir" generaron una sorpresiva ola de manifestaciones de apoyo.

“Los asesinos ya declararon la pena de muerte. Nosotros tenemos que tener el derecho a la vida y a la revancha”, coincidió con la conductora el cantante Cacho Castaña quien pidió "paredón" para los delincuentes.

En consecuencia se escuchan frases tan conocidas como “así no se puede camiar por la calle” o “esta situación no da para más”. Esas palabras tan repetidas por la misma clase media local que en los últimos años experimentó una mejora considerable en sus ingresos.

A nivel mundial –y a pesar de la crisis-, la clase media crece más rápido que lo esperado, tanto en volumen como en nivel de riqueza. Tal como publica Newsweek, el año pasado, 70 millones de personas se incorporaron a la clase media en mercados emergentes, con ingresos anuales que oscilan entre los US$ 6.000 y los 30.000. Ello se convirtió en la “noticia de la década”, señala Jim O’ Neil, economista ejecutivo de Goldman Sachs, y superarán a sus pares occidentales en cuanto al poder adquisitivo global en el término de dos décadas.

Estos planteos de “miedo” y “es imposible seguir así” de la centro derecha van en sintonía con uno de los últimos anuncios del gobierno porteño. Tal como publica la revista Veintitrés, para relanzar su figura, Mauricio Macri quiere una ciudad sin trapitos ni limpiavidrios, para ello propuso una modificación del código de convivencia acorde con la criminalización de la pobreza y el renacimiento de la mano dura.

“La gente tiene miedo y necesita que extrememos todas las medidas que tenemos a nuestro alcance”, comenzó el ingeniero su conferencia, en la que informó el envío a la Legislatura porteña de un proyecto para reformar el Código Contravencional.

¿Cuál es la mejor solución para los problemas sociales? Eliminar lo que molesta; tapar lo desagradable. Es decir, el gobierno porteño para solucionar los problemas de inseguridad opta por prohibir cuidacoches, “trapitos”, encapuchados y limpiavidrios sin diferenciar los contextos sociales de cada uno de los trabajadores que se encuentran en situación de calle.

“Necesitamos que el vecino que circula por la ciudad esté tranquilo y no se sienta comprometido por la presencia de grupos que actúan con violencia. Hay que desterrar las mafias que se han enquistado en la sociedad”, completó Macri. La clase media crispada, agradecida sin mirar otros problemas locales como el tema de la policía metropolitana.

Mientras Macri propone “limpiar” a la ciudad las denuncias a la Policía Metropolitana no se detienen. El efectivo Miguel Ángel Fausto Colombo dejó la fuerza al revelarse que estaba imputado en una causa por proteger prostíbulos desde hacía nueve meses. A su vez, los legajos de otros catorce miembros son estudiados por irregularidades.

En la búsqueda del fin de la inseguridad, sin importar los medios, Macri logró exponer el lado más oscuro de su política y, claro está, de la Policía Metropolitana: Jorge "El Fino" Palacios, fiel representante de la derecha, y Ciro James, el espía que llegó a la fama acusado de escuchas ilegales, están procesados por la justicia

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