Por Guillermo Tagliaferri
Algo desentonaba en la indumentaria de Jonathan Nino Ledesma, delantero de Claypole, en el partido ante Central Ballester hace dos sábados. Su pie derecho calzaba un botín amarillo y su pie izquierdo un botín negro, ambos muy gastados y de diferentes modelos. En la fecha siguiente, frente a Centro Español, Ledesma estrenó un par de botines. En medio de los calzados que no daban más y los que aún tenían fresco el olor a cuero nuevo , hubo una historia especial . De esas que surgen en una categoría como la Primera D, abundante en sacrificio. Tras ese partido de los zapatos rotos y distintos, que concluyó 1 a 0 con gol justamente de Ledesma, el periodista Leonel Cerrudo entrevistó al futbolista y una de las preguntas estuvo relacionada con el calzado. “Le expliqué que se me había roto un botín y justo tenía el del otro pie, de otro par también incompleto por rotura. Lo importante era jugar, como sea. Si en los potreros varias veces jugué descalzo. Pero esa tarde el botin amarillo se rompió del todo, y tuve que pedirle prestado otro a un compañero para terminar el partido”, le dice Ledesma a Clarín . Esa nota fue subida a Internet (a claypolemipasion, lectura obligada para los hinchas tamberos ) y le tocó el corazón a la familia Denis, socios y fanas del club sureño que de inmediato le compraron un flamente par de botines Adidas y se contactaron con los directivos de Claypole para hacer la donación. El emocionado futbolista y la familia Denis se reunieron en la sede del club y allí se hizo la entrega. “Fue un gesto que me sorprendió. No lo esperaba para nada. Los directivos me iban a comprar un par. Pero apareció la familia Denis y ratificaron que hay gente buena y solidaria. Les prometí mi camiseta cuando termine el campeonato”, señala Ledesma. Nacido el 17 de enero de 1990 y habitante del humilde barrio Luján en Claypole, Ledesma cuenta que “empecé a jugar de chiquito, pero jodía mucho, no era conciente lo que podía significar el fútbol en mi vida. Perdí la chance de quedar en las inferiores de Racing. A los 18 años vine con un compañero a probarme a Claypole y no conocía nada del ascenso. Además me gustaba salir y divertirme. Recién hace dos años y tras la desgracia de perder a mi padre y a mi hermano mayor me volqué a la religión, soy cristiano y predico el Evangelio. Así tuve un vuelco importante en mi vida personal y también en la deportiva. Por eso a nivel futbolístico noto que estoy en mi mejor año”.
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