Los ataúdes tuneados son un boom en varios países: sarcófagos con forma de viola, huevo o zapatilla.
Que la muerte sea cosa seria, no quita que el paso al más allá pueda tener un toque de glamour. Por eso, firmas de Gran Bretaña o Suiza apuestan a los ataúdes tuneados, intervenidos a gusto o fabricados con formas poco convencionales ¿Los compradores? Enfermuchos previsores o familiares con tiempo y dinero. “Hay que animarse a romper con las convenciones”, arenga para el Sí! John Gill, director de Crazy Coffins, empresa británica que vende estos extrañísimos sarcófagos a pedido, en formato de huevo, zapatilla de ballet, pelota de fútbol, autos, barco vikingo o guitarra.
“Ahora estamos trabajando en un ataúd botella, montado en un camión de reparto de cerveza. Es un rompecabezas”, cuenta el hombre que no se cree artista; para él, los compradores lo son: “Actúan como directores teatrales con una escenografía pensada para el ritual” ¿Los precios? De 1.300 a 8 mil dólares. “Lo que nos ayuda a vender es el famoso sentido de humor inglés”.
Otro es el caso de Alice Hofer que, en su pequeña tienda boutique de la ciudad alpina de Thun, en Suiza, interviene féretros a pedido. Para el amante del mar, pega caracoles; para el fan del verano, pinta girasoles. Y los nacionalistas, reciben un modelo con bandera y mucho glamour. “Es un servicio y un arte. Estimula a que la gente ‘viva’ un acto creativo”, explica la mujer. ¿Los diseños más pedidos? Floreados, con mariposas, aves o cubiertos de pasto sintético, según recuenta. “¿Por qué irte en un ambiente gris si podés hacerlo con toda la gloria y el color?”, se pregunta la artista, cuyas “piezas” rondan los 3 mil dólares. Además, Hofer ofrece una asistencia -por lo menos- particular: el Therapy Coffin , un sarcófago que alquila a personas que quieren practicar su velatorio y “lidiar con la muerte desde el humor”. Claustrofóbicos, pueden abstenerse.
Aunque cada vez más populares, los ataúdes tuneados tienen larga vida. Su origen data de cinco décadas atrás cuando, en Ghana, un ebanista creó tremendo trono con forma de grano de cacao para un mandatorio. Como el hombre murió antes de estrenarla, lo enterraron en ella. El gesto gustó tanto que comenzó a multiplicarse y hoy es habitual ir bajo tierra en cajitas tipo martillo, celular o birome, como demuestran los Ga Coffins africanos y sus variopintos modelos: Mouse, Ají, Piña, Serrucho, Pez, entre otros. Para rockeros moribundos o necrofílicos, también está la opción yanqui porque, ni lentos ni perezosos, los músicos de Kiss incluyen en su merchandising un sarcófago premium de la banda y sale apenas 4 mil dólares. ¡Una ganga!
“Ahora estamos trabajando en un ataúd botella, montado en un camión de reparto de cerveza. Es un rompecabezas”, cuenta el hombre que no se cree artista; para él, los compradores lo son: “Actúan como directores teatrales con una escenografía pensada para el ritual” ¿Los precios? De 1.300 a 8 mil dólares. “Lo que nos ayuda a vender es el famoso sentido de humor inglés”.
Otro es el caso de Alice Hofer que, en su pequeña tienda boutique de la ciudad alpina de Thun, en Suiza, interviene féretros a pedido. Para el amante del mar, pega caracoles; para el fan del verano, pinta girasoles. Y los nacionalistas, reciben un modelo con bandera y mucho glamour. “Es un servicio y un arte. Estimula a que la gente ‘viva’ un acto creativo”, explica la mujer. ¿Los diseños más pedidos? Floreados, con mariposas, aves o cubiertos de pasto sintético, según recuenta. “¿Por qué irte en un ambiente gris si podés hacerlo con toda la gloria y el color?”, se pregunta la artista, cuyas “piezas” rondan los 3 mil dólares. Además, Hofer ofrece una asistencia -por lo menos- particular: el Therapy Coffin , un sarcófago que alquila a personas que quieren practicar su velatorio y “lidiar con la muerte desde el humor”. Claustrofóbicos, pueden abstenerse.
Aunque cada vez más populares, los ataúdes tuneados tienen larga vida. Su origen data de cinco décadas atrás cuando, en Ghana, un ebanista creó tremendo trono con forma de grano de cacao para un mandatorio. Como el hombre murió antes de estrenarla, lo enterraron en ella. El gesto gustó tanto que comenzó a multiplicarse y hoy es habitual ir bajo tierra en cajitas tipo martillo, celular o birome, como demuestran los Ga Coffins africanos y sus variopintos modelos: Mouse, Ají, Piña, Serrucho, Pez, entre otros. Para rockeros moribundos o necrofílicos, también está la opción yanqui porque, ni lentos ni perezosos, los músicos de Kiss incluyen en su merchandising un sarcófago premium de la banda y sale apenas 4 mil dólares. ¡Una ganga!
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