martes, 12 de abril de 2011

"LOS NEONAZIS NO TIENEN ÉXITO EN ALEMANIA"


El politólogo y Jefe de Redacción de ZDF, el canal estatal de televisión alemán Peter Fray, señala que, a diferencia de Francia, donde la hija de Le Pen podría resultar electa, esto no podría pasar en Alemania. Afirma que la cultura de la memoria se aboca a la vida concreta de las víctimas del nazismo. La memoria del genocidio nazi debe ser construida por toda la sociedad, dice Peter Frey. El jefe de redacción de ZDF, el canal de televisión pública alemana, estuvo en Buenos Aires para brindar una conferencia sobre la memoria y la responsabilidad histórica en Alemania, que fue organizada por la embajada de ese país y por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA). Frey nació hace 53 años en Alemania, más de una década después de la caída del criminal régimen nazi, pero todavía se podían palpar las ausencias y los horrores que había generado. Estudió Ciencia Política y Pedagogía en Berlín y en Madrid. Hace meses ocupa un cargo jerárquico en la TV pública alemana. “La independencia para los medios de comunicación es lo más importante”, cuenta al pasar antes de centrarse en el tema que lo trajo a la Argentina. “Es muy emocionante poder hablarle a un público que hace 70 años debió huir de Alemania para salvar su vida”, comienza. –¿Qué rol tiene la prensa en la construcción de la memoria de lo que ocurrió? –Es sumamente importante que la prensa y la opinión pública en general se hagan cargo de su rol en la construcción de una memoria y que lo hagan pensando en los grandes conflictos que tiene por detrás Alemania en cuanto a la superación del período nazi. Siempre hay aspectos olvidados del Holocausto y el periodista debe rescatarlos. Uno puede decir con toda seguridad que la prensa ha tenido un rol destacado para imponer y rescatar esta memoria. También son muy importantes otras expresiones de la cultura. El cine, al ser muy masivo, llega con una película exitosa a millones de espectadores. Una de las primeras películas rodadas en Alemania sobre los crímenes del período nazi no fue una película documental. Era una ficción que llevaba por título Los asesinos están entre nosotros y eso fue en 1946. Hace poco también aparecieron películas que aportaron mucho al debate como La caída o El lector. La literatura y las artes plásticas contribuyeron a sacar el tema del olvido y a provocar. –¿Qué pasó con la prensa que auspició al régimen nazi? –En 1945 se produjo una ruptura en la civilización y después de eso no hubo ningún medio masivo de comunicación que defendiera la postura del régimen. Claro que hubo debates a nivel social. El ala conservadora de la política y de la prensa abogó por hacer un punto final. La discusión entre el punto final o la continuación de la memoria acuñó el debate político durante muchas décadas. –¿Se sigue debatiendo ese punto final? –Fue en 1985, cuando el presidente federal Richard von Weizsäcker dejó en claro que no puede haber un punto final y fue sumamente importante que este discurso viniera de boca de un político conservador porque así quedó establecido que la cultura de la memoria no se puede dividir entre derecha o izquierda. La memoria debe ser un interés de la sociedad en su totalidad. –¿Cómo evalúa el discurso del presidente Christian Wulff semanas atrás, en el campo de concentración de Auschwitz? –En realidad, es un buen uso que los presidentes y los cancilleres alemanes viajen a Auschwitz. Fue la primera participación de un presidente alemán durante la conmemoración del Día oficial de la Memoria. Durante muchas décadas, se pensó que en este lugar no habría que decir nada porque no existen palabras. Ahora el presidente Wulff habló, 66 años después del final de la Segunda Guerra. Para mí, esto fue un símbolo de que la política alemana comienza a expresar, en un sitio significativo como ningún otro, qué es lo que implicó esto para la historia. –¿Cuáles son los métodos más efectivos para construir una memoria del genocidio? –Yo creo que toda sociedad tiene que encontrar su propia expresión y cada generación tiene que hallar los medios y las formas de expresión que le resulten más adecuados. En Alemania, la cultura de la memoria ha cambiado muchísimo y se aboca ahora mucho más a la vida concreta de cada una de las víctimas. A través de la “emocionalización” y, a veces, a partir de una especie de provocación, trata de anclar la cultura de la memoria en la sociedad. Pero todavía hoy la respuesta a la pregunta de por qué pudo suceder sigue siendo poco clara y se vuelve cada vez más difusa. –¿Cómo ve la persistencia de grupos neonazis? –Los neonazis no son una fuerza política exitosa en Alemania. En realidad, se trata de un movimiento social más que político, que es resultado de la marginalización social, sobre todo en el Este de Alemania, donde la desocupación es muy alta. A diferencia de Francia, donde la candidata de la ultraderecha tendría buenas posibilidades de resultar electa, esto no podría pasar en Alemania. –Usted se formó en España, ¿cómo ve la dilación que hay en ese país para que actúe la Justicia por los crímenes del franquismo? –Mi interés por viajar a España en 1981 tuvo que ver con el tema de la superación de la Guerra Civil española, porque ésta escindió a los intelectuales europeos como ningún otro acontecimiento. Cuando yo estudiaba en España, el tema prácticamente no tenía importancia en la opinión pública. El pacto de La Moncloa implicaba un acuerdo social para no poner en peligro la transición y para hacer silencio, que también es una especie de punto final. Más de 30 años después del fin del régimen de Francisco Franco, el tema explotó en la opinión pública y hoy la sociedad española se ve obligada a tomar una postura. Pero, a diferencia de Alemania, todavía no hay una voluntad política para determinar cómo se integra esta historia en la conciencia colectiva del país. Probablemente se deba a que en España se trató de una Guerra Civil, con fracturas muy grandes en la sociedad y en las familias; en cambio, en Alemania se trató de un crimen monstruoso cometido sobre una minoría que después dejó de existir y ya no tenía voz. Entrevista: Luciana Bertoia.

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