Convocados por Veintitres, jóvenes creativos kirchneristas se dieron cita con Daniel Santoro. La cultura y el arte se vuelven a dar la mano con la realidad social y política.
Por Tali Goldman
Puede ser con un pincel o con un aerosol, en un lienzo o en una pared callejera. Pueden ser Evita o Cristina, Perón o Néstor. Sin embargo, un único objetivo recorre el arco de los artistas nac & pop de todos los tiempos: expresar sin palabras un mismo compromiso. Dar por sentado a través de una manifestación artística un sello; en este caso, el apoyo al proyecto político inaugurado en 2003.Convocados por Veintitrés, nadie quiso perderse el encuentro. Daniel Santoro, el artista plástico peronista por excelencia, fue muy contundente al recibir la propuesta: “Me parece fantástico que nos juntemos varias generaciones para compartir un momento de debate en una Argentina en donde lo artístico cobró otra importancia”. Del otro lado, algunos jóvenes que participan en diversos espacios no convencionales de militancia aceptaron entusiasmados el desafío, procurando vivir una experiencia enriquecedora.La cita tuvo lugar en la casa de Daniel Santoro. La reacción de esta cronista, la del fotógrafo y la de cada participante que posaba su pie en el primer escalón del refugio ubicado en el barrio de Congreso hubiera ameritado un retrato en primer plano. Ojos y boca se abrían al unísono al ritmo de un “no lo puedo creer”. Decenas de cuadros inundan toda la pared. Arañas y otros numerosos bichos disecados que comparten estantes junto a una exhaustiva cantidad de muñecos antiguos de colección se codean entre pequeñas ofrendas santas. Una pared que emula a la antigua Grecia se encuentra pegada a un cuarto en el que está ubicada una maqueta gigante a la que hace más de quince años Santoro le agrega nuevas piezas.Las ganas de seguir curioseando entre los recovecos quedó en un segundo plano: el debate urgía y las ganas de conocerse entre ellos también.“Había muchas personas que no veíamos contención en las estructuras tradicionales de militancia y por eso surgieron estos espacios donde podemos expresar nuestro compromiso político a través del arte”, explicó a modo de presentación Ciru Zabalía, del espacio Militancia Kreativa, un grupo que realiza pintadas callejeras. Su compañero, Lucas Amado, agregó: “La calle y las paredes son el espacio que tenemos que conquistar, tenemos que popularizar el arte, hacerlo de todos. Lamentablemente el arte siempre fue un concepto muy elitista y por eso tenemos que entender que lo puede hacer cualquiera”. En ese sentido, Diego De Luca, muralista y fundador del espacio “Brigada PlastiK” –que intervienen de diversas formas el espacio público a través de murales o performances–, expresó que “la militancia puede caminar junto a los artistas y ese es nuestro objetivo”.Martín Di Girolamo, que forma parte del colectivo “Artistas Plásticos con Cristina” –grupo en el que participa Daniel Santoro–, sintió la necesidad de “hacer algo, porque siempre estamos encerrados cada uno en su taller. Pensamos que teníamos que hacer propio este proyecto”. Rubén Torrente, profesor de historia y museólogo, junto con su esposa la artista Andrea Trotta, idearon la muestra que se denominó “Perón y Eva intervenidos”. “En casa convivimos con ambos bustos y pensamos que podría ser muy interesante intervenirlos, poder ver cómo diversos artistas ven hoy esos dos íconos”. Diego Paladino, el menor de todos y dueño de uno de los blogs más visitados (www.grupodeartepolitico.blogspot.com), ubicó el surgimiento de la oleada artística después de las elecciones legislativas del 2009. “El kirchnerismo argumentó que la derrota se debió, en parte, a que las formas le ganaron al contenido. De Narváez con su ‘alica alicate’ triunfó y sobrepasó los cuadros políticos. Eso fue el puntapié para darnos cuenta de que también teníamos que ocupar un lugar en las formas, mas allá del contenido.”El turno de Daniel Santoro, el último de la ronda, fue el más esperado. “Me parece muy piola todo lo que están haciendo ustedes, eso de romper con la estructura vetusta de la representación política. Sin dudas hoy hay una irrupción desde el mundo de la cultura. Durante los ’90 había acciones aisladas y no tenían mucha ligazón con la política. Hoy el arte colectivo le gana a lo individual.” “Totalmente –agregó Ciru Zabalía–, en los ’90 la cultura era un espacio de resistencia. Ahora vamos por la profundización de este modelo.” “En esa época era casi imposible salir a pintar una calle porque te mataban a escobazos –se acordó Lucas Amado–. Hoy es al revés, todos quieren participar de una expresión artística callejera.” Para De Luca, “hoy no estamos atrincherados cuidando nuestro espacio y esperando que nos peguen. Ahora avanzamos”. Santoro, cuyos cuadros fueron muchas veces rechazados durante el período menemista, hoy siente que su obra cobró un verdadero valor simbólico: “Antes se entendía que el poder era sinónimo de gobierno, pero ahora los Kirchner nos hicieron entender que son cosas separadas y que si no apoyás a tu gobierno cualquier poder te va a comer”. Siguiendo esa línea, Rubén Torrente destacó la buena repercusión que tuvo la convocatoria de intervención a las míticas figuras del peronismo: “Durante mucho tiempo no se premiaba la creatividad por miedo a lo que podía pasar. Hoy intervenimos las figuras de Eva y de Perón y si molesta y hace ruido, entonces objetivo cumplido”.La mayoría está realizando su primera experiencia en un espacio de militancia, aunque saben que no es lo mismo que participar en una estructura de tradición partidaria.“Un partido tiene líneas muy duras, jerárquicas –advierte Diego De Luca–, y nosotros en ese sentido funcionamos con otros parámetros más flexibles.” Para Diego Paladino, “hoy vos podés militar, seas orgánico o no. Te juntás con los pibes de tu barrio y hacés una obra de teatro para los más chiquitos y ya estás haciendo un acto militante”. “El espacio artístico es más volátil –agregó Torrente–. Desde el ’83 en adelante militar desde otro lado que no fuera orgánico estaba mal visto. Hoy nos abren las puertas, incluso, las agrupaciones partidarias.” “Hacé una cosa –desafió Lucas Amado–, andá a un barrio y preguntale a la señora que está yendo al almacén qué prefiere. Si ir a escuchar una charla en una unidad básica o ir a una actividad cultural en la plaza. La bajada de línea va a estar pero es mucho más descontracturado.”Si bien todos coinciden en que comenzaron a mirar con otros ojos el país desde que asumió Néstor Kirchner en 2003, su muerte fue determinante para el aluvión militante.“Lo que pasó en la plaza el 28 de octubre fue muy importante –reflexionó Martín Di Girolamo–, porque vimos amenazado todo lo que habíamos conquistado hasta ahora. Creo que ese fue el clic en el que dijimos ‘esto no lo podemos perder’.”“Exacto –acotó Zabalía–, fuimos con miedo y nos volvimos con esperanza.” Santoro, que todo lo analiza en términos artísticos, arrojó su primera conclusión en el encuentro: “Yo creo que la muerte de Néstor Kirchner fue una acción artística. Se hizo en un lugar muy chico que encajaba más para un velorio de barrio que para unas exequias de Estado. Con distancias muy acotadas –agregó–, cada uno le entregaba algo al cajón y Cristina funcionaba de mediadora. Fue un ballet extraño en tiempo real”.El reloj del grabador marcó una hora y media. Tiempo suficiente para ponerle fin a una charla que resultó una verdadera tertulia peronista. Al salir del lugar, cronista y fotógrafo pensaron que serían acompañados en la retirada; sin embargo, para sorpresa de ambos, nadie quiso atravesar la puerta.
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