domingo, 3 de abril de 2011

LA NOCHE QUE QUEEN TOCÓ EN LA ARGENTINA


Por Juan Ayala


En el verano de 1981 la Argentina todavía vivía en la década del setenta. Corrían los últimos días de gobierno del general genocida Jorge Rafael Videla, quien sería reemplazado el 29 de marzo por el general Roberto Viola, con el fin de perpetuar una feroz dictadura cívico-militar que insistía en una guerra contra Chile mientras endeudaban al Estado en 20 mil millones de dólares y varias empresas privadas estatizaban sus deudas por unos 15 mil millones, gracias a un tal Domingo Cavallo.Sobre el filo de 1980 se había separado Led Zeppelin; John Lennon había sido asesinado, y un trío casi desconocido, The Police, tocaba en un estadio de Obras semivacío. La única visita realmente relevante, previa a Queen, había sido la de Santana, casi en la prehistoria, en 1973, cuando el guitarrista tocó en el viejo Gasómetro de avenida La Plata. Por eso la llegada de Queen causó sensación desde el primer minuto: al arribar a Ezeiza, el aeropuerto dejó de transmitir la secuencia de vuelos para pasar entero el disco The Game como bienvenida. Queen era muy popular en la Argentina y llegaba en su mejor momento, cerrando una década en la que había brillado con nitidez en el firmamento de las grandes bandas de rock de los setenta. A partir de 1975, habían figurado en los primeros lugares de todas las encuestas de las principales revistas especializadas. Y gracias a los votos del público, porque el periodismo de rock, como siempre, desdeñando el gusto popular, criticó mucho a este cuarteto. Llega la Reina. El 28 de febrero, una ignota banda, Zas, tocó como telonera pero casi nadie se enteró, y a las 8 de la noche, con el estadio que explotaba de gente, Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor salieron al escenario y en medio del griterío arrancaron con una frenética versión de We will rock you. El imponente sistema de luces conformado por ocho parrillas de luces y las inmensas columnas de sonido con 36 bafles de cada lado impactaron en cuerpos y almas.A metros de allí, sobre la autopista, centenares de automovilistas detuvieron sus autos para escuchar las dos horas de show. No pudieron verlo a Mercury vestido con musculosa blanca, pantalones de vinilo rojo y campera de vinilo negro, desplazándose del centro del escenario al piano de cola, pero les alcanzó con escuchar su voz, la mejor voz que dio el rock. Y se conmovieron.Queen presentaba su último disco, The Game, salpicándolo con sus hits, todos ellos contundentes: Keep yourself alive, Killer Queen, Bohemian rhapsody, Love of my life, Somebody to love, We are the champions y Don’t stop me now.Cuando tocaron Love of my life, el público cantó a la par de Freddie quien, en un momento, se calló y con pasos de ballet dirigió un coro de 54 mil cantantes. Fueron dos horas de una performance devastadora. Ver a Queen en vivo, en la hora de su máxima gloria, fue como descubrir un tesoro del que no se tenía ni la más vaga idea. Mezcla de sorpresa y éxtasis; una ráfaga de felicidad colectiva entre tanta tristeza que andaba por las calles.La noche siguiente, el concierto fue transmitido en directo por Canal 9 a toda la Argentina y retransmitido al Brasil. La conducción estuvo a cargo de Juan Alberto Badía. En un brevísimo paréntesis, un pibe de 20 años, llamado Diego Maradona, subió al escenario, hizo jueguito con una pelota y dijo: “Ellos nos hacen felices. Los dejo con mis amigos, los Queen y Otro muerde el polvo.” Los queridos ’70. Tras la muerte de Freddie –en noviembre se cumplen ya 20 años– quedó el recuerdo de la parte ochentosa de Queen, la de Friends will be friends, pero curiosamente su etapa más rica y potente fue la primera, entre 1973 y 1980, para cuando grabaron su primer disco, Queen I, en 1973, con la gran cantidad de material compuesto durante casi tres años. Con lo que quedó afuera, grabaron Queen II. Estos dos primeros trabajos son hard rock progresivo, cercano a Led Zeppelin, pero también amaban el glam de Bowie y Marc Bolan, de T. Rex (lentejuelas, zapatos de plataforma, teatralidad y maquillaje y uñas en esmalte negro).En 1974 publicaron Sheer Heart Attack, metiendo su primer hit, Killer Queen, como antesala del siguiente disco y obra maestra: A night at the Opera. Este trabajo de 1975 significó el despegue definitivo de la banda londinense. Mercury, inspirado en un rock sinfónico que dominaba la escena musical a mediados de los setenta, compuso Bohemian Rapsody (una encuesta inglesa de 2008 la consagró como la mejor canción de rock de la historia) y luego, para la hora del té, escribió Love of my life.Al año siguiente editaron A Day at the Races, que tiene a Somebody to love como la joya más preciada. En News of the world, de 1977, resalta la influencia Beatles en Mercury, con We are the champions y en Deacon, con Spread your wings. En 1978 editan Jazz, un disco pop que anuncia la estética de la Reina para los años que vendrían. En 1979 sale su primer disco en vivo, Queen live killers, que resume esa gran época del cuarteto inglés.Y, entonces, mientras lideraban los rankings mundiales con The Game, llegaron a nuestro país. En los cinco recitales que dieron (tres en Vélez, uno en el estadio de Rosario Central y el otro en el mundialista de Mar del Plata) convocaron a 240 mil argentinos, en lo que fue la primera y finalmente única visita de Queen a la Argentina con su líder Freddie Mercury. La visita configuró un enorme hecho cultural para un país devastado en todos los sentidos. Para Queen significó una gran sorpresa el hecho de que el público cantara sus canciones como si las hubieran aprendido desde la cuna y también unos buenos dineros de un mercado que se había mantenido virgen hasta ahí. Durante los años posteriores la creatividad de Mercury mermó pero ya la gran obra la había hecho. • “Nunca imaginé que fuésemos tan populares” “Queríamos tocar donde el rock no se había tocado nunca antes. Ésa es la razón por la que fuimos y al final abrimos el mercado sudamericano al resto del mundo. Si triunfas allí, la cantidad de dinero que consigues puede ser tremenda. En un principio fuimos a Sudamérica porque nos invitaron. Querían a cuatro chicos sanos para que tocaran música agradable. Cuando terminamos, yo quería comprar el continente entero e instalarme como presidente. Sabía mucho sobre la Argentina, pero nunca me imaginé que fuésemos tan populares. Estaba asombrado por la reacción del país ante nuestra visita. No creo que hubiesen visto antes un espectáculo tan ambicioso, con todas las luces y efectos que utilizamos. Vinieron un montón de periodistas de todas partes del mundo para vernos tocar en la Argentina y Brasil. Nadie lo había hecho nunca antes, y era algo absolutamente novedoso para ellos. Les preocupaba que, con un público tan vasto, el asunto adquiriera un cariz político, y me rogaron que no cantara Don’t Cry for me Argentina.” (Del libro Su vida contada por él mismo, recopilación de declaraciones editada por Greg Brooks y Simon Lupton.)


* Portada de la revista Pelo. Fotos exclusivas del concierto en la revista Pelo. Portada de la revista Radiolandia 2000. Poster de Freddie Mercury, en concierto. Entrada a uno de los tres shows que realizaron en el Estadio de Vélez.

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