Por Horacio Bilbao
Retamar escribió el primer poema de la Revolución Cubana. Ahora está en Buenos Aires y celebra la prosa del Che, pero no sus versos.
Baja en el ascensor con Adelaida, Roberto Fernández Retamar. Con su compañera desde hace 60 años, que lo esperará luego desayunando en este hotel de la Avenida de Mayo mientras él charla con Clarín.
Sigue siendo imponente la simpleza de este intelectual y poeta cubano que escribió el primer poema de la revolución y pensó en el otro, en los otros, cuando ese mismo primero de enero de 1959 garabateó: “Nosotros, los sobrevivientes, ¿a quiénes debemos la vida? ”. Viene pagando esa deuda Roberto, desde hace 53 años.
No alcanza el tiempo para hablar con él de su poesía, de su historia, que también es nuestra. ¿Cómo se hace una entrevista con un hombre cuya obra, acción y palabras cosen la historia política, cultural y afectiva de América latina? ¿A dónde fueron, Roberto, aquéllas viejas disputas que acaso sean nuevas? Las respuestas de José Martí a la civilización sarmientina, los cruces de Borges con su amigo, y también amigo de Cuba, Ezequiel Martínez Estrada, las balas que para usted malgastaron José María Arguedas y Cortázar. “Ojalá jamás hubiese ocurrido esa polémica”, dice ahora este hombre, que quedó en el medio de dos amigos, que le mandaban cartas peleando por indigenismos, europeísmos y otros ismos.
Carga todas sus historias Roberto. El poeta –militante del socialismo y del amor también, como saben quien lo han leído– está en Buenos Aires invitado por el Espacio H. A. Murena, que dirige el senador Samuel Cabanchik. Vino a dar charlas y a participar del VII Festival de Poesía, pese a las recomendaciones médicas. Pero cómo perdérselo, desde el centenario de su admirado y criticado Borges que no venía, allá por 1999. Cómo no iba a volver este hombre que, según David Viñas, pertenece al Boedo habanero y todavía disfruta cada polémica con los pensadores de Florida. Sus 27 libros de poesía, sus 29 de ensayos ebullen en la memoria de este ex autor clandestino, que preside la prestigiosa Casa de las Américas desde 1965.
Lleva puestos su típica gorra y los anteojos sobre un rostro envejecido que esquiva el aire frío de la mañana. “La poesía tiene un reino autonómo, no creo que se la pueda ubicar a izquierda o derecha”, defiende y sugiere que “le basta con ser buena poesía, con atenerse a sus propias aventuras”. Pero no es ingenua su mirada. Sabe, lo ha visto una y mil veces, que esa misma poesía puede ponerse al servicio de una u otra causa, como ocurre con la palabra de los intelectuales. “Hoy hay intelectuales que continúan la línea de servidumbre de Ariel (su famoso ensayo Caliban expone estas posiciones tomando los personajes de La tempestad de Shakespeare en una histórica disputa con el uruguayo Rodó), y pongo el ejemplo de Vargas Llosa”, dispará Fernandez Retamar sobre quien alguna vez colaboró con él en Casa de las Américas. “El perdurará como el gran novelista , y espero que se olviden sus opiniones políticas”, avanza.
Cuando habla de aquel grupo intelectual iniciático que abrazó la revolución cuenta las peripecias de su amigo Alejo Carpentier, que estaba en Buenos Aires, de Nicolás Guillén, exiliado, y de su apreciado Lezama Lima. Vaya equipo. Todos volvieron a Cuba excepto Lezama, “que como dice María Zambrano, era tan de La Habana como Santo Tomás era de Aquino”.
En el terreno de la batalla podría incluirse también al Che, otro con quien polemizó. “ Lo echo de menos todos los días : un amante de la poesía, aunque sus poemas no fueran muy felices, pero escribió una prosa excelente”, dice sobre Ernesto Guevara, con quien guarda anécdotas. En el mismo Caliban , el ensayo más famoso de Fernández Retamar, dedica líneas muy duras a Jorge Luis Borges. “Un alumno, que luego fue un crítico importante, me dijo: ‘Yo no sabía que usted admiraba tanto a Borges’”, recuerda y dice que el autor de Ficciones era un escritor genial sin conciencia política. Por supuesto, habla de la actualidad el poeta, celebra la reestatización de YPF casi tanto como el respaldo que gran parte de los países de la región le dieron a Cuba en la última Cumbre de las Américas, en Cartagena. Va de la historia a la poesía, de la política a los sueños este hombre que, como todos, siempre tendrá una deuda que pagar.
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