Aunque estamos en la era de las comunicaciones, paradójicamente, la gente se siente cada vez más incomunicada, más aislada en medio de una sociedad que todo lo atomiza.
En los tiempos que corren, ya nadie se detiene a escuchar lo que el otro tiene para decir.
La vorágine cotidiana nos atrapa y nos envuelve con un halo impiadoso de soledad acompañada.
El teléfono, entonces, tiende a convertirse en numerosas ocasiones en un instrumento que puede llegar a impedir suicidios, que puede brindar contención, dar afecto y por sobre todas las cosas, abrigar con la sensación de sentirse escuchado cuando todo parece confabular para que nadie lo haga.
En las cinco principales líneas telefónicas solidarias, los teléfonos no dan respiro a sus operadores, no dejan de sonar.
Cada vez son más las personas que acuden a ellos en una señal de socorro.
Todos los servicios consultados por La Nación tienen el mismo principio: brindar una mano amiga a quienes lo necesitan.
Si bien no se conocen datos oficiales, se estima que habría una veintena de líneas telefónicas a lo largo de todo el territorio, pero claro, como sucede con todas las cosas, las más destacadas se concentran a pocos metros del Obelisco.
En el Centro de Atención al Suicida (CAS), un pionero que funciona desde hace ya 30 años y que se convirtió en el alma máter de los servicios comunitarios, las llamadas que claman contención se duplicaron en los últimos años. En 2009 atendieron 2298 contra las 5035 de 2008, de las cuales unos 900 casos corrían riesgo grave de morir.
Durante décadas los hombres incorporaron que no debían llorar "Los hombres no lloran" rezaba la sabiduría popular. Por lo cual, si no se permitían llorar, difícilmente pudieran pedir ayuda.
Pero los tiempos cambiaron. Si bien las mujeres son quienes más llaman a los servicios telefónicos la proporción comenzó a disminuir.
Mientras en 1989 de cada cinco llamadas, una era de de un hombre, hoy, de cada tres consultas, una es del sexo masculino.
Alicia Josi presidente del CAS, comentó a La Nación: "La tendencia en los últimos tiempos marca claramente no sólo que la cantidad de llamados va en aumento, sino también que los hombres se están permitiendo pedir más ayuda".
Este centro que funciona con un cuerpo de 24 operadores voluntarios ad honorem, atiende un alto número (el doble) de llamados "mudos" que efectivos.
Es decir que, de tres personas que llaman, dos se quedan en silencio, sin poder entablar un diálogo directo por encontrarse presa de situaciones angustiantes y no saber qué decir, mientras que sólo una habla.
Los datos aportados a La Nación por la responsable de la entidad revelan que sobre la base de los llamados recibidos en el último año, a pesar de que la mayoría no manifiesta haber intentado suicidarse (unas 4000 personas), hay un alto número de gente (1035 personas) que llama después de haber iniciado el camino hacia la muerte mediante los mecanismos más habituales: ingesta de pastillas o heridas cortantes.
En este sentido, las mujeres suelen ser menos contundentes que los hombres a la hora de autoflagelarse.
La mayor parte de quienes piden ayuda tienen entre 35 y 45 años. Empero, aunque representan sólo un 2%, chicos en edad escolar primaria han comenzado a llamar motivados por situaciones extremas de violencia familiar en general, y por la problemática de la violación, en particular.
Josi cuenta que la gente se queja muchísimo de soledad, sobre todo por no tener oídos dispuestos a escuchar sus problemas, por lo que los servicios solidarios a través del teléfono se les presentan como una opción a la que pueden acudir.
La Fundación Huésped, por su parte, se encarga de la problemática del SIDA y eso la convierte en la línea que recibe mayor cantidad de llamadas.
En el último año triplicó la cantidad de consultas recibidas por el CAS, con 12.264, algo menos que las atendidas en 2008 (13.158).
Aquí también se pone de manifiesto que son las mujeres quienes más acuden a terceros anónimos para pedir ayuda. Actualmente, un 60% de los llamados pertenecen a mujeres, mientras que el 40% restante, corresponde a los hombres.
Los servicios telefónicos se han convertido en una estrategia de las instituciones comunitarias para ofrecerle a la gente un servicio razonablemente económico.
"El que llama sólo tiene que pagar el costo de la llamada, incluso hay instituciones que logran amortiguar este gasto con la aparición de los 0-800", señaló Kurt Frieder presidente de la Fundación Huésped.
Además, -continúa Frieder- "tratamos de resolver medianamente la situación, sin que esto implique un traslado que también comporta un gasto de tiempo y dinero".
Todos los responsables que fueron consultados por La Nación insisten en que es una forma económica de vincularse con la gente.
También dicen que el anonimato bien entendido es un factor que contribuye a que quienes lo necesitan, se decidan a contar sus historias.
Fonodroga, es uno de los pocos servicios de orientación, información y derivación gratuito, ya que funciona en un 0-800 anónimo.
En este caso la línea depende de la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la provincia de Buenos Aires.
En los cuatro años de funcionamiento que lleva el servicio un total de 12.246 llamadas fueron recibidas por los trece operadores que están dispuestos a tal fin.
Este servicio que funciona las 24 horas los 365 días del año, ya ha atendido durante los meses de enero a marzo 2.329 llamadas.
"La tendencia de Fonodroga es siempre creciente y ahora notamos que ha aumentado el número de llamadas realizadas por el propio consumidor", señaló Ana María Rossaroli, coordinadora del servicio.
A su vez, la Dirección General de la Mujer del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, dispone de dos servicios telefónicos comunitarios, la Línea de Violencia Familiar y la de maltrato y abuso de niños y adolescentes.
Mientras la Línea de Violencia Familiar que funciona durante las 24 horas, recibió en 2008 14.300 llamadas, en 2009 registró una pequeña disminución, 13.870.
Un gran número de llamadas fueron realizadas por mujeres que temían por sus vidas a raíz de las amenazas de muerte y la existencia de armas en el hogar.
"Un dato interesante que observamos a partir del aumento de las tarifas telefónicas es que la duración de las llamadas ha comenzado a disminuir, lo que a veces dificulta la tarea de comunicación", subrayó Ana María Biscione, coordinadora del servicio.
Aunque la solidaridad se esté ahogando en el mar gris del "sálvese quien pueda", siempre hay alguien que sobrevive al naufragio.
Las líneas telefónicas son un ejemplo de ello.
Cynthia Rubert
Te Ayudo, la línea de maltrato y abuso infantil, recibe aproximadamente 100 llamadas por semana de niños desesperados que han sido objeto, en su mayoría, de maltrato físico y emocional (30%), aunque también de abuso sexual por parte de allegados a familia (20%).
Cuando los datos de 2008 mostraban que 6800 adolescentes habían acudido al servicio para paliar su angustia, se ponía de relieve un aumento de un 5% respecto de los que habían acudido a él un año antes.
Más allá del horizonte peculiar que presenta cada caso, las líneas de ayuda comunitaria comparten ciertos rasgos.
Todos, sin excepción, coinciden en afirmar que los llamados tienden a incrementarse en determinadas épocas del año.
Cuando se aproximan los festejos de Navidad o de año nuevo el aumento de llamadas se vincula con esa situación de "balance".
Entonces, son muchos quienes tienen la intención de establecer una verdadera comunicación que los salve de su agobio, y saben que del otro lado del teléfono pueden encontrarse con alguien dispuesto a decir "¿En qué lo podemos ayudar?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario