viernes, 2 de abril de 2010

DE BOBA, NADA


Ese aparato que reina en el centro del living, la cocina o el cuarto desde el que nos llegan a diario tiros, cataclismos, señoritas semivestidas, millonarios bailarines y pelotazos al arco, implica en sí mismo, una forma de ver y comprender el mundo. Es decir, el medio es el mensaje.


Por Alberto Recanatini
Periodista

Cuántas veces escuchamos a la abuela gruñir “¡Dejálo Marta, no ves que está hecho un zombi, todo el día pegado a la caja boba!”. Sucesivos estudios a lo largo de la historia del medio (no confundir con el aparato) llamado televisión, demostraron que la caja boba, de boba no tenía nada.

Ese aparato que reina en el centro del living, la cocina o el cuarto desde el que nos llegan a diario tiros, cataclismos, señoritas semivestidas, millonarios bailarines y pelotazos al arco, implica en sí mismo, una forma de ver y comprender el mundo. Es decir, el medio es el mensaje. En la actualidad el 97% de los hogares argentinos tiene un aparato y nuestras pupilas pueden recibir rayos catódicos desde 23 millones de televisores distribuidos en toda la geografía nacional. Por más que el hippy/ bolche/punk que llevamos dentro nos quiera convencer de lo contrario, la televisión nos atraviesa y modela permanentemente. El lenguaje televisivo invade la literatura, la música, el cine, la radio y hasta la estructura gramatical de nuestro lenguaje cotidiano. Nada escapa a la televisión y nadie escapa de ella.

Todo el universo discursivo se adecua a la máxima sartoriana sobre la tv: rápido, sencillo y divertido. ¡Y cuanto más, mejor! El objetivo de todo contenido, entonces, será que Ud., sujeto, quede sujetado la mayor cantidad de tiempo posible frente al vértigo incesante de imágenes y voces. Y lo logran, vaya si lo hacen. Según un informe del Comfer los argentinos, en promedio, dedicamos cuatro horas diarias a estar sentados frente al televisor. Razón suficiente para que el soporte en el que más publicidad se difunde sea: ¡Cooorrecto! Mire si le miento que la pauta publicitaria de TV abierta y de cable en 2009 llegó a 4.242 millones de pesos, 16% más que el año anterior. Ergo, cuanto más tiempo pase Ud. frente al televisor, mayor será la capacidad de facturación de dichas empresas. La preeminencia en el sistema televisivo de señales comerciales que se gestó en los ’90 nos permite comprender, sin ser demasiado avispados, por qué tenemos la televisión que tenemos en la Argentina hoy.

Poco importa que se trate de un noticiero, un drama o dibujos, cuando el único que determina el contenido es el mercado y solo él, el objetivo de todo discurso será vender. Poco importará qué, ni cómo, mucho menos que aquello que vemos sea cierto o tenga alguna utilidad, lo único realmente relevante será que Ud. no se vaya... porque después de estos comerciales... ¡enseguida volvemos!.

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