La líder humanitaria Piedad Córdoba encabezó en Buenos Aires un seminario latinoamericano –“Haciendo la paz en Colombia”– y advirtió que Santos no descarta una salida negociada con las Farc.
Por Diego M. Vidal
Nuestro compromiso es indeclinable, firme y sin riesgo de abandonarlo, nuestro compromiso es la paz en Colombia justa y duradera”, afirmó la ex senadora colombiana Piedad Córdoba al leer las conclusiones del foro “Haciendo la paz en Colombia” que sesionó durante tres días en la Ciudad de Buenos Aires y al que asistieron personalidades de un amplio espectro político, académico y analistas de diversas nacionalidades.El encuentro sentó desde el comienzo la premisa de que la solución al conflicto armado en Colombia debe ser política. Con la proyección de dos videos enviados por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), los asistentes se dieron a la tarea de encontrar y proponer puntos de convergencia hacia una salida negociada de la guerra. Ambas guerrillas dejaron claro en sus comunicados que la voluntad de diálogo debe estar abonada por gestos recíprocos, tanto de los insurgentes como del gobierno de Juan Manuel Santos, de quien Córdoba destacó el cambio de tono en sus declaraciones públicas. “Ya no los llama narcoterroristas ni bandoleros y muestra disposición a hallar una salida negociada”, asegura y marca la diferencia entre el actual mandatario y su antecesor Álvaro Uribe. En los mensajes del ELN y las Farc, ambas fuerzas insisten en que la resolución definitiva sólo puede alcanzarse si se atacan las raíces que dieron origen a más de cinco décadas de guerra civil. Entre ellas indican las condiciones sociales y económicas de buena parte de la población colombiana, la devolución de las tierras a casi seis millones de desplazados por el accionar de los paramilitares, la denuncia a los tratados de libre comercio con Estados Unidos y la eliminación de toda injerencia de Washington en la vida del país, esto incluye el proyecto del Comando Sur de instalar bases con tropas norteamericanas en territorio neogranadino.La reunión en Argentina estuvo precedida por una intensa campaña de desinformación, que sembró cierta confusión en algunos de los panelistas a la hora de emprender el viaje hacia esta convocatoria. Desde unas semanas antes, la prensa colombiana publicó alarmada el “descubrimiento” de un argentino comandando una columna de las Farc y poco después se hizo eco de filtraciones militares dando cuenta de un cerco sobre el jefe máximo de la guerrilla, Alfonso Cano, que luego los propios mandos del Ejército salieron a desmentir. Algo similar sucedió con las últimas liberaciones unilaterales de retenidos en poder de las Farc, que estuvieron a punto de fracasar y provocaron en los guerrilleros “resquemores por la forma como se trató el tema”, señaló Piedad Córdoba.La ex senadora también destacó la figura del fallecido ex presidente Néstor Kirchner, en su rol de Secretario de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) y cómo Kirchner compartió la idea de “abrir espacios mucho más claros en términos políticos. Esto lo habíamos pensado desde antes de que muriera Néstor, porque él nos ayudó mucho en Colombia. Que ingresara al marco de discusión de la Unasur porque, si bien es un conflicto colombiano, es utilizado por Estados Unidos como una punta de lanza para regar el conflicto en toda la región. Por eso pensamos que Unasur tiene que jugar un papel muy importante”, insistió Córdoba.Otro de los tópicos que sobrevolaron el cónclave porteño estuvo relacionado con el paramilitarismo y la implicancia del Estado en su creación, así como también la complicidad del ex mandatario Uribe. El origen de los paramilitares, su accionar y responsabilidad en las matanzas de supuestos combatientes sirvió a los presentes para desechar la idea de que en Colombia la mesa de negociación tenga tres patas y no sólo dos: guerrillas-gobierno. “Los paramilitares son la cría de los hermanos Uribe”, explica Pérez Esquivel, “son parte de la estructura militar gubernamental, no podemos desconocerlo. Los hermanos Uribe, según testimonió un jefe de policía, pagaban a estos grupos que se entrenaban en la hacienda de Santiago Uribe y de allí salían las formaciones de estos paramilitares para desalojar a los campesinos de sus tierras y entregárselas a los hacendados”, denuncia el Nobel de la paz.Este seminario se repetirá los días 17, 18 y 19 de marzo en México. Allí también los organizadores esperan contar con los ataques vía Twitter de Uribe y con eso lograr la misma repercusión mediática que el ex mandatario les supo asegurar con sus diatribas.
• Testimonios sobre el Plan Colombia
* Federico Mayor Zaragoza. Ex director de la Unesco y presidente de la Asociación Cultura de Paz. “El 80 por ciento del pueblo colombiano se da cuenta de que no se puede seguir así. Ahora se dan una serie de circunstancias favorables que hay que aprovechar. Por tanto, yo creo que es un momento ideal para la pacificación y tenemos que procurar que se aproveche muy rápidamente porque estas circunstancias son como un vaso de cristal.”
* Marc Chernick. Centro de Estudios Latinoamericano de Georgetown University, EE. UU. “En los ochenta, el presidente (Belisario) Betancur comenzó a hablar de paz en Colombia y Estados Unidos a hablar de narcoterrorismo. En los noventa, (Andrés) Pastrana también habló de paz y elaboró un Plan Colombia multifacético y pacífico. Cuando esta iniciativa llegó a Washington, la Casa Blanca (Bill Clinton) acabó militarizándolo. ¿Qué hubiese pasado si Estados Unidos suscribía entonces la idea de pacificación de Pastrana? En síntesis, George W. Bush impulsó la idea del combate al terrorismo y el narcoterrorismo, poniendo a Colombia en el foco de sus intereses militares en la región.”
* Alberto Pinzón Sánchez. Ex miembro de la Comisión de Notables en el Proceso de Paz en Colombia. “La experiencia del Caguán fue aquel proceso de diálogo y negociaciones del gobierno del Presidente Pastrana y las Farc, realizado entre 1998 y 2002 en la zona desmilitarizada de la región andina amazónica. Mientras tanto, en los Estados Unidos los más altos cargos de la segunda presidencia de Bill Clinton, el ex jefe del comando Sur y a la fecha zar antidrogas general, Barry Mc Caffrey, junto con el jefe del comando sur, general Charles Wilheim, sostenedores de una línea dura antinarcóticos y contrainsurgente, acordaban con la secretaria de Estado, Madeleine Albright, y su subsecretario para asuntos políticos, Thomas Pickering, sostener diálogos de paz combinados con una fuerte presión militar que exigía una profunda reingeniería del ejército colombiano. Como consecuencia inmediata de la ruptura del proceso de paz, el conflicto social y armado de Colombia se recrudece. Las fuerzas militares una vez reorganizadas y rearmadas bajo los parámetros estadounidenses del Plan Colombia, inician una ofensiva general contra las Farc y éstas también recrudecen sus acciones. Sobre el hastío del fracasado proceso del Caguán y del malestar de una población castigada con la situación económica y social catastrófica, Álvaro Uribe Vélez, el más claro partidario de continuar la guerra contrainsurgente del Plan Colombia hasta lograr la derrota militar de la Insurgencia, apoyado por Pastrana y todo el partido conservador, monta su candidatura presidencial mediática y el golpe de opinión electoral que en mayo del 2002 lo lleva a la presidencia de Colombia.”
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