domingo, 3 de abril de 2011

MUJERES CONTRA EL NO TE METÁS



Los últimos femicidios, la complicidad social y cómo frenar la violencia de género.


Por Sebastian Hacher

Según las últimas cifras, en lo que va del año 54 mujeres fueron asesinadas por sus parejas, ex parejas o familiares. Ocho de esas mujeres murieron quemadas. La última de ellas vivía en Merlo, tenía 30 años y dos hijos. Mientras su carne se ardía, gritó tan fuerte que los vecinos la escucharon a tres cuadras a la redonda. Pero nadie la socorrió. Su nombre era Analía Cáceres y fue la decimoquinta mujer quemada en un año. Su caso podría ser comparado con el de Matías Berardi, el adolescente que en septiembre del año pasado fue secuestrado, logró escapar de sus captores, pero fue recapturado y asesinado luego de que los vecinos de Benavídez se negaran a ayudarlo. La diferencia está en los efectos: mientras el asesinato del Berardi –un adolescente de clase media alta de la zona norte– despertó un enorme repudio social, el de Analía –una mujer humilde Merlo– apenas mereció unas líneas en las crónicas policiales de la semana.El otro caso, que ocupó más espacio en la prensa, es el de Roxana Beatriz Pacheco, muerta a manos de su ex pareja en San Martín. Los medios se regodearon con dos detalles. El primero, que el principal testigo del crimen fue el hijo de ambos, un niño de cuatro años que vio todo y que luego contó a la policía “papá mató a mamá”. El segundo, que el autor del crimen, Víctor Andrada -alias El Pala-, es un ex convicto que estuvo preso cinco años por robo calificado en cárceles de Olmos, Mercedes e Ituzaingo y que había salido en libertad tres meses atrás.Pero pocos se detuvieron en las declaraciones de la madre. Entrevistada en medio de un dolor indescriptible, la mujer se mostró sorprendida. “Yo lo tenía en mi casa, no sabía que iba a ser el asesino de mi hija”, dijo frente a las cámaras. Cuando el cronista le preguntó si había antecedentes de violencia en la pareja, la mujer no lo dudó: dijo que no. Y enseguida agregó: “Sólo jugaban. Capaz ella estaba en la cocina lavando los platos, él venía de atrás y le decía ‘si me dejás, yo te mato’”.El periodista –que no mostró ninguna sorpresa por la respuesta– siguió con las preguntas de rigor.–¿Por qué se separaron?– dijo.–Porque no se toleraba la situación.–¿Qué situación?–Él no quería que ella fuera a trabajar, que estuviera en contacto con amigos. Era una chica de tener muchas parejas amigas. Con sus amistades se conocía de chiquita y se seguían viendo desde entonces.Mientras la madre de Roxana hablaba por televisión, del otro lado de la pantalla estaba Nelly Vorquez, una mujer de 64 años que desde hace más de veinte años trabaja con mujeres víctimas de violencia. La imagen que proyectaban los noticieros –por repetida, por estereotipada– la indignó.Ella sabe que el hombre agresor tiene doble fachada, que se transforma cuando está solo, pero también que la complicidad está en la familia. “Si viste que le pegó y no hiciste nada, sos cómplice”, dice a Miradas al Sur. “Si la celaba, le pegaba, la controlaba, estaba ejerciendo violencia. Antes de la muerte hay un montón de otras muertes: la estaba matando todos los días emocionalmente. Le había matado sus sueños”.Desde 1995, Nelly dirige la Casa de la Mujer Juana Chazarreta, donde cada mes llegan cerca de 300 mujeres en busca de ayuda. Algunas van derivadas por los juzgados, pero muchas llegan a pedir asesoramiento o contención. En los grupos de autoayuda, explica Nelly, aprenden que la complicidad con la violencia de género es parte de la cultura, y que es allí donde hace falta un cambio profundo. “Esperamos el nunca más del no te metás”, explica. “Hay que cambiar el mito: no te metés en una situación de pareja, si no en una situación de violencia. Y no estamos hablando de sentimientos: estamos hablando de una obligación.”Las herramientas para ese cambio parecen estar sobre la mesa. Todas las fuentes consultadas coinciden en que, en los últimos años, tanto en la provincia de Buenos Aires como en la ciudad, los mecanismos para que las mujeres que sufren violencia de género accedan a la Justicia mejoraron de forma cualitativa. En la Ciudad de Buenos Aires funciona el programa Las víctimas contra las violencias, que tiene varias brigadas que pueden ser convocadas llamando al 137 frente a situaciones de violencia. La brigada –que está formada por un equipo interdisciplinario que incluye a policías– recibe denuncias de las víctimas y de cualquier persona que presencie un hecho de violencia familiar. La línea funciona las 24 horas, todos los días del año. Lo mismo sucede con la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema. Allí, las mujeres son atendidas por un equipo que evalúa cada caso y acompaña a las víctimas para comentar la denuncia judicial. La oficina está en Lavalle 1250, en Capital Federal.En provincia, por ley, las denuncias por violencia doméstica se pueden presentar en cualquier comisaría, pero en la práctica sólo se reciben las Comisa de La Matanza hay dos: una en Virrey del Pino y la otra en Caseros. “Entre las dos tenían 34 agentes, pero a varios los mandaron a otros destinos. Y a veces vemos a los patrulleros que los mandan a hacer otras cosas”, se queja Vorquez.Esas herramientas, sin embargo, no garantizan que las denuncias lleguen a buen puerto. “Los jueces tienen una complicidad cultural que hace que siempre disculpen al varón”, continúa Nelly. “Tenemos funcionarios judiciales patriarcales. Nosotros tuvimos el caso de una chica que le confesó a su madre que el padre abusaba de ella desde los diez años. La mujer lo mató y le dieron diez años. Pero el fiscal pidió cadena perpetua.”Raquel Asensio es abogada e integra la Comisión sobre Temáticas de Género de Defensoría General de la Nación. El año pasado formó parte de un equipo que investigó cómo se tratan los casos de violencia de género en la Justicia penal. En base a decenas de casos en los que la Justicia archivó denuncias sin investigar, minimizó los hechos o investigó a las víctimas antes que a los agresores, el estudio de la comisión llegó a conclusión de que las mujeres que denuncian violencia de género reciben un trato discriminatorio en la Justicia.¿La solución es endurecer las leyes o cambiar a los jueces? La respuesta no parece estar allí. “La violencia contra las mujeres en el ámbito familiar atraviesa cada uno de los aspectos de su vida, y la respuesta debe ser integral”, dice Asensio. “Por eso, si las medidas judiciales no van de la mano de políticas públicas que atiendan también sus necesidades familiares, económicas, sociales y personales, no serán suficientes”, agrega.Construir políticas integrales, cambiar la cultura: allí parece estar la salida.

• Un régimen para sancionar las agresiones a mujeres


Esta semana se conoció la creación de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género, que asesorará a las autoridades para establecer sanciones de los distintos tipos y modalidades de violencia contra las mujeres. La comisión dependerá del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y estará precidida por la abogada especialista en género y salud sexual Perla Prigoshin.“Nosotros ya tenemos la Ley 26.485 del 2009, que se reglamentó en 2010. Es una ley que viene a decir que la república reconoce el derecho de sus mujeres a tener una vida sin violencia”, explicó Prigoshin a Miradas al Sur. La comisión va a asesorar a las autoridades para implementar esa ley y pensar cómo se sanciona la violencia contra las mujeres. “Por ejemplo”, explicó Prigoshin, “cuando hablamos de la violencia económica y patrimonial: la falta de pago de la cuota alimentaria, la ley esta pensada de tal modo que incluye bien este aspecto. Lo que tenemos que pensar es si hay una forma de sancionarlo que no represente castigar a la mujer y al niño”. • Erica Soriano: piden que el ex novio sea indagado Erica Soriano estaba embarazada de dos meses cuando desapareció el 21 de agosto del año pasado. A más de seis meses de que haya sido vista por última vez, todavía parece no haber pistas firmes sobre su desaparición, aunque todas las sospechas apuntan a Daniel Lagostena, su pareja y el último en verla con vida.Hasta ahora, el hombre de cincuenta años con el que Erica había compartido los últimos meses declaró como testigo en la causa. Desde hace dos semanas, la familia de Erica es representada por el abogado José Vera y, si bien todavía resta analizar parte de los treinta cuerpos de la causa, el letrado adelantó que pedirá que el novio de Erica sea indagado.“Creo firmemente en que su ex pareja, Daniel Lagostena, debe dar muchas explicaciones a la Justicia, aquellas que lamentablemente nunca le dió a la familia. La única hipótesis concreta que surge al analizarse el sumario penal, es él”, dijo el abogado a Miradas al Sur. “Queda claro que su situación no es la de testigo. Debe ser imputado y debe recibírsele declaración indagatoria. El Fiscal de la causa tiene la palabra”, agregó Vera.

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