viernes, 8 de junio de 2012

"VALEMOS MAS QUE LA BASURA"

Cortaron el Camino del Buen Ayre en demanda de renovación de las máquinas y mejoras en las condiciones de seguridad e higiene. Son cooperativistas que se quejan por tener menores ingresos por la venta de materiales seleccionados.

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Por Sabrina Améndola

Por segundo día consecutivo, trabajadores de plantas sociales que seleccionan residuos para el reciclado en la Ceamse cortaron ayer el tránsito en el Camino del Buen Ayre y bloquearon una planta de procesamiento en José León Suárez. Los cooperativistas –ex cartoneros que vivían del cirujeo en las montañas de basura de la Ceamse– reclaman la renovación de la maquinaria de las plantas donde trabajan, mejoras en las condiciones de seguridad e higiene y reapertura de tres plantas sociales que fueron cerradas. Los manifestantes cortaron durante cinco horas el tránsito en el Camino del Buen Ayre, a la altura de la calle Debenedetti, provocando inconvenientes en la circulación vehicular tanto en la Pana-mericana como en la Autopista del Oeste. La protesta se levantó por la tarde después de que directivos de la Ceamse y el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, recibieron el petitorio de los trabajadores de cooperativas de recicladores por “mejores condiciones laborales”.
Luego de levantar el piquete, los recicladores bloquearon la entrada y salida de camiones a la Planta Norte III de la Coordinación Ecológica Area Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), modalidad de protesta que puso en riesgo la recolección de residuos en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. El último jueves, los trabajadores habían realizado un corte similar hasta pasada la medianoche, cuando fueron desalojados por Infantería con una orden judicial.
“Nosotros valemos menos que la basura que se entierra”, señaló a Página/12 Lorena Pastoriza, integrante de la cooperativa de recicladores Ecomayo, una de las nueve plantas que se hicieron presentes en el reclamo. “Desde hace ocho meses le pedimos a la Ceamse, al Gobierno de la Ciudad y al de la provincia de Buenos Aires mejorar el trabajo desde la estructura logística de las plantas y a la vez buscamos ser reconocidos como trabajadores”, añadió. “Hacemos un trabajo de servicio al Estado y trabajamos en las peores condiciones”, dijo la referente de Ecomayo.
Según relató Pastoriza: “Cuando comenzó el programa de plantas sociales se nos alentó a aceptar la conformación de cooperativas para poder dejar ‘la quema’ (el relleno sanitario), para poder tener un trabajo digno e igualdad de oportunidades”. “La renovación de la maquinaria en las plantas también debe ser urgente, para que podamos trabajar con mayor seguridad y eficiencia”, añadió.
“A nueve años del surgimiento de las cooperativas –que funcionan anexadas a la planta de la Ceamse– nos encontramos con que todavía muchos de los 900 compañeros de trabajo aún se ven obligados a salir a empujar un carrito, porque con los 300 pesos quincenales que sacamos de los materiales que vendemos no podemos vivir dignamente”, agregó.
“Sabemos que la Ceamse está en vísperas de negociar algo con los gobiernos porteño y de la provincia, con la idea de armar una mesa de gestión. Mañana (por hoy) retomaremos el trabajo como todos los días”, sostuvo Pastoriza.
“Debemos ir a una gestión de residuos sustentable”, añadió la referente de Ecomayo. “La basura que se entierra es muchísima y no existe un control apropiado. Los trabajadores de las plantas sociales de separación y reciclado no tenemos guantes para realizar la selección de basura: plásticos, aluminio, acero, vidrio y papel pasan por nuestras manos y tratamos de darle una mejor vida útil”, comentó Pastoriza.
“Somos cartoneros y separadores históricos en la zona. Generamos impacto ambiental y social, hay mucho esfuerzo detrás de nuestro trabajo y exigimos que sea reconocido como tal”, añadió.
En tanto, Lidia Quinteros, presidenta de la planta social Tren Blanco, que funciona también en el predio de la Ceamse, en la localidad de San Martín, relató a este diario: “Reciclamos basura cruda. Primero el material va a una cinta de reciclado, allí acopiamos los elementos que podemos reciclar. Luego enfardamos ese material recuperado, lo vendemos, y mediante esa producción los trabajadores reciben a la quincena un precario salario que apenas les alcanza para comer poco y mal”.

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