Por Julio Algañaraz
Es monseñor Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por la dictadura. El presidente de ese país se reunió con Francisco y le agradeció que desbloqueara el proceso, frenado en 1997.
En una audiencia en el Vaticano, el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, agradeció ayer al Papa argentino su decisión de hace un mes de desbloquear la causa de beatificación del arzobispo mártir de San Salvador, monseñor Oscar Arnulfo Romero. “San Romero de América”, como lo llaman muchos, fue asesinado por los militares por instigación del mayor Roberto D’Aubisson, ideólogo del partido de extrema derecha Arena.
El 24 de marzo de 1980, un sicario que durante muchos años se mantuvo desconocido, pero que era el sargento de la ex Guardia Nacional Marino Samayor Acosta, un tirador especial que recibió 114 dólares de premio por la faena, disparó un certero balazo contra el pecho de monseñor Romero mientras daba misa en la capilla de un hospital de San Salvador.
La Iglesia salvadoreña pidió su beatificación en 1990 y el proceso llegó a Roma en 1997, donde durante años fue paralizado, hasta que el 22 de abril el nuevo papa Francisco ordenó desbloquear el escandaloso cajoneo del derecho a los altares de un mártir de la Iglesia, muerto “en odio de la fe”. Las razones eran ideológicas: los sectores conservadores reprobaban su lucha contra la dictadura militar y los asesinatos en masa de la ultraderecha uniformada salvadoreña.
Funes, el primer mandatario de izquierda del país centroamericano, habló a solas en la biblioteca pontificia con Jorge Bergoglio durante 12 minutos. Y le regaló al Papa argentino un relicario dorado en forma de cruz, que contiene un trozo de la sotana que vestía monseñor Romero cuando fue asesinado. La reliquia tiene una mancha de sangre del arzobispo.
El presidente salvadoreño no hizo declaraciones a la salida, pero antes expresó que pediría al pontífice que “interponga sus buenos oficios” para la pronta beatificación de Romero.
La condición de beato representa el primer escalón hacia la santidad. El segundo es la canonización, que convierte al beato en santo y cuyo culto se extiende obligatoriamente a toda la Iglesia.
Un comunicado del Vaticano destacó que ambos líderes “analizaron la figura” del siervo de Dios y “la importancia de su testimonio para toda la nación salvadoreña”.
El embajador salvadoreño en Roma, Manuel López, dijo a la agencia AP que “el hecho de tener un Papa latinoamericano, que conoce nuestra idiosincracia, nuestra devoción con un gran porcentaje de católicos, ha representado un nuevo impulso a esta causa”.
Fuente: Clarín
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