viernes, 21 de junio de 2013

"NINGUN MUSICO ES MAS IMPORTANTE QUE LA MUSICA"

Por Einat Rozenwasser

Criado en el sur del Conurbano, el notable guitarrista Luis Salinas habla de sus lugares preferidos. El eje de su vida, Montevideo y Corrientes.

Montevideo y Corrientes, esa es la esquina de Luis Salinas. La primera casa, el bar, las citas, la sala de ensayo, Buenos Aires. Creció entre Monte Grande y Villa Diamante, en el sur del Conurbano, y pisó la Ciudad cuando tenía 12 años. “Caminé por Corrientes y me volví loco. Corrientes es mi lugar. Cuando mi hijo Juan aprendió a caminar, lo primero que hice fue llevarlo. Es punto de encuentro. Si vas caminando te cruzás con la gente y terminás en un café o cenando. Están los teatros, está todo”, define para empezar. Y no es poco.
 
-¿Hay algún lugar especial?
-Me pasó una cosa que pensé que nunca me iba a pasar, porque trato de disfrutar, de no sufrir por lo que no hay. Siempre iba al bar Ramos y a principios del año pasado veo que lo estaban reformando. Me encuentro a uno de los mozos y me cuenta que lo vendieron. Me agarró una cosita... Era mi lugar, mi esquina. Cuando lo reabrieron entré a comer algo, los mozos eran los de siempre, y sentía esa nostalgia de los tangueros. Llamaba a mis amigos y les decía: “Me siento mal, me borraron la historia”. Porque además de las cosas personales, ensayaba en una sala que estaba arriba, y nos encontrábamos ahí, bajábamos a tomar o comer algo, todo era ahí. Ahora cuando voy me quedo poco tiempo, todavía siento tristeza. A veces me hago la película de que es el Ramos. Y sigo diciendo: “Nos vemos en el Ramos”.
 
-Cuando empezaste a tocar, ¿por dónde te movías?
-Hice todos los trabajos del músico. En Monte Grande tocaba con un grupo de barrio, y después con otro que se llamaba Sentido Común, eran más grandes y tocaban de todo. Yo no paraba, las pruebas de sonido conmigo eran... bueno, todavía siguen siendo así. Tuve suerte porque siempre estuve con buena gente, buenos músicos que respetaron mi esencia musical.
Entre los recuerdos aparece la primera vez que fue a un teatro, a los 12 años. “Al Alvear, donde todos los martes a las 13 había conciertos de tango gratis. Me tomaba el 155 o el 51, bajaba en Constitución y caminaba”, cuenta. Habla de Papagayo (donde tocaba música bailable), de Oliverio (y sus recordadas trasnoches de jazz) y del Torquato Tasso, donde hasta fin de mes lleva adelante un ciclo en el que conjuga todos los estilos.
De ahí sin escalas a las anécdotas con los grandísimos –de B.B. King a Raimundo Amador, por poner nombres–, pero sin agrandarse. “Ningún músico es más importante que la música. La música ya existía antes de que naciéramos, entonces hay que estar agradecido de poder estar adentro de ella”, advierte. Y llega otra anécdota: “Una vez, en la casa de Egle Martin, por quien tengo un cariño inmenso, el maestro Salgán me dijo: ‘Hay que estar muy agradecido de ser músico, porque hay gente que trabaja ocho horas de algo que no le gusta, gana cuatro pesos y gasta dos para ir a sentir algo. Nosotros estamos tocando, ya estamos sintiendo algo, encima nos pagan y nos tratan bien’. Además, la música es tan maravillosa que te lleva a todos los estados, todas las emociones”.
La primera vez que se mudó solo (a Montevideo y Corrientes, claro), una de sus guitarras estaba en arreglo y había prestado la otra. “Estaba ahí y no era mi casa. Recién cuando llegaron sentí que estaba en casa. Me gusta que las guitarras estén fuera del estuche, es difícil de explicar con palabras cómo va unida mi vida personal con la música. Eso sí: si tengo que ir a una cita o algo así sé que no me tengo que poner a tocar antes, porque llego tarde”, explica.
 
-¿La llevás a todos lados?
-En una época sí, ahora todo está más bravo. Un amigo decía: “Antes andabas con la viola y todas las minas te miraban. Ahora no, porque dicen que el músico es mujeriego, se la cree, todo eso. Entonces, escondé la guitarra”.
 
-¿Ya no va más eso de tocar la guitarra para ganar chicas?
-Le digo a mi hijo, que toca, que una cosa es decir que uno va a tocar para esta chica. Pero cuando estás en la música en serio, no tocás para eso. Si te concentrás mucho mirando a la chica, ya no tocás bien, tu cabeza está en otro lado. Si es para vos, vas a tocar lo mejor que podés y... ahí hay posibilidades.
 
Fuente: Clarín

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