Los desafíos del chavismo tras el comicio. Nicolás Maduro asumio la Presidencia en medio de un debate interno a raíz de la pérdida de 700 mil votos desde las presidenciales que habían consagrado la reelección de Chávez, en octubre pasado.
Por Jorge Cicuttin
El presidente venezolano se acomodó frente al micrófono y anunció a la población: “Estos acontecimientos que trajeron sangre y dolor deben ser una gigantesca lección para todos nosotros, que todos seamos capaces de mirar allí, que todos seamos capaces de leer esa lección, que todos seamos capaces de extraer de allí conclusiones, enseñanzas. Que seamos capaces de apreciar señales para corregir, rectificar, profundizar para tener más fe en lo que estamos haciendo para que todos los sectores del país terminemos de aceptar, de una buena vez y definitivamente, que aquí hay un gobierno legítimamente constituido, que aquí hay una Constitución, la más legítima de toda nuestra historia republicana, discutida por el pueblo y aprobada por el pueblo”.
Estas palabras pudieron salir de la boca de Nicolás Maduro. Pero no, quien las dijo un 14 de abril, pero de 2002, fue el comandante Hugo Chávez Frías.
Once años atrás, tras derrotar una intentona golpista, Chávez fue trasladado en helicóptero desde la base militar de la isla La Orchila hasta el Palacio de Miraflores para retomar el poder. Y desde allí habló al pueblo venezolano que con su movilización logró terminar con la breve presidencia del empresario golpista Pedro Carmona.
“La oposición volvió a la locura de 2002”, advirtió Maduro en la noche del lunes, cuando los seguidores de Henrique Capriles quemaron sedes del chavismo, atacaron centros médicos donde trabajan los profesionales cubanos y mataron a siete personas. El martes por la tarde, Maduro anunció que “derrotamos el golpe promovido por la derecha y Estados Unidos, pero cuidado, porque van a continuar intentando desestabilizar”.
¿Qué desató una crisis que se cobró siete vidas, más de sesenta heridos, deja una sociedad partida y abre importantes interrogantes y desafíos para el primer gobierno chavista sin Chávez? El domingo 14, cerca de la medianoche y con una tensión insoportable, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, anunciaba el resultado de las primeras elecciones en Venezuela tras la muerte de Chávez, ocurrida el 5 de marzo pasado. Nicolás Maduro, con 7.563.747 votos, se imponía sobre Henrique Capriles, que había logrado 7.298.491 votos. Fue 50,75 por ciento sobre 48,97 por ciento, poco más de un punto y medio de diferencia. Una diferencia exigua que llevó a la oposición a desconocer el resultado, denunciar fraude y llamar a sus seguidores a movilizarse contra el gobierno, y también provocó un terremoto interno en el movimiento bolivariano. Se habían perdido más de 700 mil votos desde la victoria de Chávez en las presidenciales del 7 de octubre pasado. De once puntos de diferencia se pasó, en seis meses, a uno y medio, en el primer desafío electoral del chavismo sin Chávez.
¿Qué pasó? Una pregunta que se repetía en el chavismo en la larga noche del domingo, aun en medio de los festejos frente al Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos del comandante Chávez. Pero la resolución de ese enigma y de las disputas internas en el chavismo queda para después, fue desplazada por la urgencia de enfrentarse a un intento de golpe opositor.
Y se desató la guarimba. Es la palabra con la cual los venezolanos definen las acciones de protesta desestabilizadoras de la derecha. “La burguesía amarilla (el color que define a los seguidores de Capriles) desató otra vez la guarimba”, anunció Maduro. Ya se estaba preparando desde la muerte de Chávez y en el preciso momento en que se anunciaron las elecciones, aseguran en el gobierno.
Días antes del domingo de votación, Capriles respondía de manera enigmática cuando se le preguntaba si iban a aceptar el resultado de la CNE. “Nosotros vamos a respetar la voluntad popular”, repetía el candidato opositor, dejando abierta la puerta para desconocer los resultados oficiales. Y es lo que ocurrió, en la madrugada del lunes la oposición denunció que “la voluntad popular” no coincidía con las cifras del CNE.
“Nicolás, tú eres un presidente ilegítimo y la ilegitimidad de un gobierno es una cruz que no lo llevará a un buen final”, dijo Capriles, cuando llamó a sus seguidores a cacerolear, a ganar las calles y a exigir un recuento manual del ciento por ciento de los votos. Para darles más ánimo a sus seguidores, mostraba el apoyo de la Casa Blanca, el gobierno de derecha español y la propia OEA. Justamente, Estados Unidos y España fueron los primeros países en reconocer durante el golpe de 2002 al breve gobierno de Pedro Carmona. Ellos y la OEA, que sigue respondiendo a la línea que baja desde Washington.
Durante un día, Venezuela se vio cara a cara con los fantasmas del golpe de Estado. Desde la tarde del lunes a la del martes, los acontecimientos se desarrollaron así:
- Henrique Capriles comienza el día desconociendo el resultado, criticando a los observadores internacionales –especialmente a los de la Unasur– y exigiendo a través de la prensa opositora un recuento manual de todos los votos. “Maduro, usted ha sido derrotado”, sentenció un furioso candidato opositor.
- El Consejo Electoral, con el apoyo de los observadores internacionales, ratifica el resultado y resalta la transparencia del sistema electoral.
- “Los resultados deben ser respetados. Y los reclamos deben hacerse por los canales legales correspondientes”, advierte Carlos “Chacho” Álvarez, a la cabeza de los observadores de la Unasur.
- A las 15 horas del lunes, Capriles opta por llamar a sus seguidores a las calles, antes de presentar una queja formal. “A sonar las cacerolas, a rodear los consejos electorales regionales y el miércoles encabezaré una masiva marcha para obligar a que nos escuchen”, dice.
- “Está llamando a un golpe contra las instituciones democráticas”, denuncia Jorge Rodríguez, jefe del comando electoral chavista.
- A las 16.30, el CNE consagra presidente a Nicolás Maduro. “Por amor de Dios, reflexionen, no se dejen llevar por la violencia. Nosotros vamos a actuar, no vamos a soportar estas expresiones de odio. A Dios rogando y con la ley actuando”, aseguró Maduro en su discurso. Al mismo tiempo, comenzaron a sonar las cacerolas en los barrios acomodados de Caracas.
- La noche trae cacerolazos, corte de calles, quema de gomas y un asedio a la televisión pública venezolana en la capital. En ciudades del interior, la situación es más grave: se queman sedes del Partido Socialista Unido Venezolano (PSUV), y atacan las viviendas de dirigentes chavistas. “Así comenzó el golpe de 2002”, advierte el gobierno y activa el Comando Antigolpe: altos jefes militares y funcionarios de gobierno se reúnen en el Cuartel de la Montaña para planificar el contragolpe.
- Desde las redes sociales y los medios de comunicación opositores se difunden fotos falsas de soldados quemando urnas con votos y se denuncia que en los centros médicos donde trabajan los profesionales cubanos el oficialismo ocultó papeletas con votos. Estos centros médicos son atacados y se quiere agredir a los cubanos.
- El resultado de esa madrugada violenta es de siete muertos. Dos de ellos en Caracas, cuando simpatizantes chavistas de una barriada son atacados a tiros.
- Mientras las fuerzas policiales son acuarteladas, se pone la seguridad del país en manos de las fuerzas armadas, cuyos altos mandos respaldan la presidencia de Maduro.
- Al mediodía, Maduro inaugura nuevos Centros de Diagnósticos Integrales (CDI), actos pasados en cadena nacional, y desde allí anuncia la derrota del intento de golpe y llama “a la movilización del pueblo” para defender la revolución.
- Unas horas después, Capriles da una conferencia de prensa culpando al oficialismo por la violencia, asegura que él pide reclamar en paz y desactiva las marchas anunciadas. Pide solamente cacerolear todos los días a las ocho, hasta la jura de Maduro del viernes. Ese martes a las ocho se escucharon muy pocas cacerolas en Caracas.
La guarimba se desactivó en apenas un día, pero el gobierno cree que se está frente a un proceso de desestabilización a largo plazo, ya que falló el golpe del lunes.
Capriles y los actores ocultos. “La gran pregunta es qué otros actores están jugando y que no se ven en la superficie, ¿la embajada norteamericana está ajena a estos hechos?”, se preguntaba ante Veintitrés un analista de la política venezolana. “Esta violencia no le conviene y hay que ver si tiene capacidad y cuánto le cuesta dar marcha atrás. Capriles es un político joven, de cuarenta años, ya se consagró como líder y candidato indiscutible de la oposición, y puede esperar otros seis años y volver a presentarse en la presidencial, para la que queda muy bien posicionado. Pero la oposición tiene en su seno sectores que van a optar por la vía violenta, que también es una forma de sacarse de encima a Capriles y poner en su lugar a un candidato más duro”, especulaba este analista en la mañana del martes.
Al menos en la superficie, Capriles optó por desactivar los actos de violencia y seguir una estrategia de consolidar su base electoral, presentarse en las instancias legales para impugnar las elecciones del domingo y recorrer los países “amigos”, como Estados Unidos y España, para victimizarse en el plano internacional e insistir con la ilegitimidad de la presidencia de Nicolás Maduro.
Lo que le daría un punto a su favor en esta idea de victimización sería que avancen las denuncias judiciales que quiere impulsar un sector del gobierno calificándolo como responsable directo de las siete muertes y las decenas de heridos en la noche del lunes.
“Tu eres el nuevo Carmona, desde ahora te voy a llamar así, el nuevo Carmona, la diferencia es que en lugar de refugiarte en Colombia te irás a tu palacete en Nueva York”, le dijo públicamente Nicolás Maduro a Capriles, recordando al titular de Fedecámaras que asumió la presidencia venezolana en el golpe del 2002 y luego, abandonado por sus propios socios golpistas, debió huir a Colombia.
El chavismo ganó las calles el martes y se mantendrá movilizado hasta este viernes, cuando en un acto popular y con la presencia de numerosos jefes de Estado –entre ellos la argentina Cristina Fernández de Kirchner–, Maduro jure ante la Asamblea Nacional.
Los desafíos del chavismo sin Chávez. Son muchos. El primero ya lo sorteó, ganó una elección sin el líder como candidato. “Soy el primer presidente chavista”, declaró Maduro, después de la victoria. Pero fue un triunfo que dejó un costado amargo: se perdieron más de 700 mil votos desde octubre y muchos de ellos se pasaron a Capriles. Derrotado el golpe, discutir internamente qué pasó y cómo se rearma el gobierno sin el liderazgo de Hugo Chávez es el debate que tiene que afrontar el chavismo.
“Este resultado nos obliga a hacer una profunda autocrítica. Es contradictorio que sectores del pueblo pobre voten por sus explotadores de siempre. Busquemos nuestras fallas hasta debajo de las piedras para no poner en peligro este proceso”, dijo en la misma noche de los comicios el presidente de la Asamblea Nacional y vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello. Su palabra no es un dato menor para el chavismo. Cabello es un hombre fuerte del movimiento, un ex militar que conoció a Chávez desde la rebelión del 4 de febrero de 1992. Es un hombre de excelente relación con las fuerzas armadas –uno de los pilares de la revolución bolivariana–, que no mostraron fisuras en estos días para apoyar la elección de Maduro.
El chavismo deberá revisar profundamente por qué existió ese traspaso de votos. “En el cacerolazo del lunes se escucharon también las quejas en algunas barriadas donde nosotros siempre ganamos. Esto es nuevo. Tenemos que replantearnos muchas cosas para que la revolución no pierda fuerza”, dijo a esta revista un funcionario chavista.
“Hay que construir un nuevo liderazgo revolucionario, hay que ir a las fábricas, recorrer los pueblos, escuchar, hay que crear una nueva legitimidad. Llamo a una profunda rectificación de esta revolución”, admitió el propio Maduro al ser proclamado presidente. Pero aclaró, en un mensaje más hacia adentro del movimiento que hacia fuera: “Pero no sólo yo tengo que replantear cosas”.
El “primer presidente chavista” inicia un mandato difícil. Con muchos desafíos. Deberá estar alerta ante intentos desestabilizadores de una derecha que logró muchos votos, tendrá que sacar al país de problemas económicos y de inseguridad y, no es un dato menor, refundar un chavismo sin Chávez.
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Balance electoral
Balance electoral
7.563.747 votos obtuvo Nicolás Maduro.
7.298.491 cosechó Henrique Capriles.
1,78 puntos de diferencia entre ambos.
700 mil votantes perdió el chavismo desde octubre pasado.
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Apoyo regional
En contraposición a la postura de Estados Unidos, de solicitar el recuento voto por voto antes de reconocer el triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones venezolanas del domingo pasado, los principales referentes de América latina manifestaron su apoyo al dirigente chavista y pidieron a la oposición de Henrique Capriles y al gobierno estadounidense que reconozcan el resultado de los comicios. “No entendemos por qué hay que dudar de la victoria de Nicolás Maduro”, consideró el presidente de Ecuador, Rafael Correa. El de Bolivia, Evo Morales, dijo estar convencido de que “detrás de esas declaraciones, Estados Unidos está preparando un golpe de Estado en Venezuela. Repudiamos, condenamos”. La mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, felicitó a Nicolás Maduro y aseguró estar lista para trabajar con el nuevo gobierno. La mandataria argentina, por su parte, pidió “con humildad al gobierno de Estados Unidos que reconozca al gobierno venezolano después de las elecciones transparentes y limpias que han sido validadas por ONGs, como la Fundación Carter”, y celebró que Henrique Capriles desistiera de hacer “la marcha a Caracas”. En tanto el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue tajante al considerar que “los estadounidenses frecuentemente se empeñan en discutir una elección. ¿Por qué no se preocupan de sí mismos y dejan que nosotros decidamos nuestro destino?”.
Fuente: Revista Veintitrés.
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