Unasur: el legado de Kirchner para la región. Rafael Follonier, asesor especial de la Secretaría General de Unasur, fue un testigo privilegiado de la acción de Néstor Kirchner en ese organismo. "Marcó el rumbo colectivo y compartido de la región", señala quien, además, es secretario general de la Unidad Presidencia.
Por Romina Manguel
Cuando Néstor Kirchner juró como secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas en mayo del 2010, algo en el preciado statu quo en el que hasta entonces se manejaba cómoda la diplomacia tradicional pareció quebrarse. Ese mismo estilo disruptivo que lo caracterizó en su gestión de gobierno se imponía con él en los escenarios internacionales.
El ex presidente Néstor Kirchner fue un hombre ansioso que necesitó de la respuesta urgente. Pero la vorágine de los acontecimientos mundiales nunca pareció alcanzar a sus organismos exponentes. Además y en sus propios términos, Kirchner entendía que la pelea se daba en bloque o se perdía. Y nada hasta su aparición hacía presuponer un cambio. Rafael Follonier, secretario general de la Unidad Presidencia, asesor especial de la Secretaría General de la Unasur, ideólogo de la organización y testigo privilegiado de su creación, analiza para Veintitrés el fenómeno de un organismo que con apenas tres años cambió el lenguaje y la dinámica de las relaciones internacionales.
- ¿Se puede decir que la Unasur fue el legado de Néstor Kirchner en política exterior?
- Sí. La creación y puesta en marcha de la Unasur significó un cambio en la política exterior de nuestro país. Si recordamos el realismo periférico y las relaciones carnales u otras formas de vernos en el mundo, vemos claramente que la Unasur es una iniciativa que busca consolidar la integración de nuestros países. Hoy en día, y esto lo señalaba Néstor, es imposible pensar la política nacional de un país sin pensar a la vez en la región y el mundo. El gran legado de Néstor Kirchner es haber dado el mayor paso en los últimos 200 años para alcanzar la unidad sudamericana.
- Respecto de la figura de un hombre innovador, ¿cuál fue el componente nuevo que aportó desde ese lugar?
- La Unasur, en tanto organismo multilateral, es algo nuevo. No compite ni quiere ser lo mismo que otros organismos como el Mercosur, la OEA, la CAN u otros. La Unasur es un organismo eminentemente político donde confluyen en instancias de debate y decisión los jefes y jefas de Estado de los doce países miembros. Lo más innovador en todo caso es la dinámica política que ante determinados sucesos adquiere la Unasur. Pensemos si no en la rapidez con que se actuó, con Kirchner a la cabeza, en los conflictos entre Venezuela y Colombia o en el intento de golpe en Ecuador. O antes, incluso, de que Néstor fuese secretario general, cuando en 2008 se frenó por la enérgica decisión de Cristina y Michelle Bachelet el proceso desestabilizador en Bolivia. Néstor Kirchner es sin dudas el actor fundacional de la Unasur, fue quien hizo del rumbo particular de cada país el rumbo colectivo y compartido de la región. Eso es quizá lo más innovador de su rol como estadista en la política internacional. Y ahora que los paradigmas de los países centrales caen, que desde el llamado mundo desarrollado exportan crisis, vemos cuán importante fue el proceso de integración. Ahora podemos responder de forma conjunta, como bloque, frente a los peligros de la crisis internacional.
- ¿Recuerda la primera vez que hablaron del tema con Kirchner? ¿Cómo surgió? ¿A partir de alguna situación en particular?
- Desde que conocí a Kirchner siempre lo vi interesado en las cuestiones de la integración. Primero por la integración patagónica y la integración federal argentina. Luego por la integración sudamericana. Como siempre, Kirchner se anticipaba. Él siempre concibió la Unasur como la herramienta estratégica de la integración sudamericana. Néstor decía que todo lo que hiciera Unasur debía estar orientado a mejorar la calidad de vida de los sudamericanos. Que debíamos construir una unión de naciones libres y soberanas que ayudaran a alcanzar la felicidad de nuestros pueblos. Creo que si bien falta mucho por hacer, estamos mucho mejor. Basta ver cómo estábamos hace diez años y cómo estamos ahora para darnos cuenta de que este es el camino correcto.
- ¿Quién tomó la posta de Kirchner en la Unasur? ¿Quién y cómo desde la Argentina se está ocupando de sostener lo construido?
- Vamos por partes. En primer lugar, desde lo institucional los jefes y jefas de Estado tomaron la decisión de que la colombiana María Emma Mejía, primero, y el venezolano Alí Rodríguez después, se hicieran cargo de la Secretaría General de la Unasur. Esto es algo muy importante: que dos países que estuvieron al borde de un conflicto armado compartan la Secretaría General es un enorme avance para la integración de la región y da la pauta de que el trabajo político encarado por Néstor fue exitoso. Yo creo en este sentido que la posta de Kirchner la tomaron todos los sudamericanos porque él hizo posible el sueño de la integración. Claro que desde el trabajo cotidiano, en el proceso de construcción de la integración, Néstor dejó un vacío muy difícil de llenar. En su corto pero intenso mandato en la Secretaría General hizo más de lo que podíamos haber pensado. Hoy, por ejemplo, están funcionando diez consejos integrados por ministros de los doce países. Son consejos que se abocan a trabajar la región de forma conjunta y en términos estratégicos. Que hoy tengamos un Consejo Suramericano de Defensa integrado por nuestros doce países sin ningún actor extrarregional, era hasta no hace mucho tiempo algo impensable. Lo mismo en términos de infraestructura y planificación o en economía y finanzas. Nuestra compañera Cristina, que siempre fue protagonista decisiva en la Unasur, ahora, con el masivo apoyo recibido el domingo pasado por el pueblo argentino, se consolida en el liderazgo del espacio sudamericano.
- A partir de esta nueva elección de CFK hay quienes marcan diferencias profundas respecto de lo que fue la gestión de su marido. ¿Estas incluyen decisiones de política exterior? ¿Podría cambiar el orden de prioridades respecto del lugar que ocupaba la Unasur?
- Los que dicen eso respecto de la política exterior están equivocados. Cristina ha priorizado la relación con los países sudamericanos acentuando la necesidad de profundizar la integración en un mundo que se ve complejo y difícil. Tanto en las palabras con que cerró su campaña como en las palabras con que celebró su reelección, Cristina señaló nuestro rol como bloque, esta América mestiza que es ya la verdadera Patria Grande. Hoy más que nunca los gobernantes se parecen a sus pueblos. Somos una parte muy significativa del mundo. Somos importantes desde lo demográfico (seremos, en poco menos de una generación, más de 500 millones de personas), tenemos las mayores reservas de agua dulce del mundo, recursos naturales, una altísima biodiversidad y reservas energéticas. Y ante todo, somos un territorio de paz y democracia que crece con cada vez mayor distribución. Nuestras posibilidades son muchas. No podemos vislumbrar toda nuestra potencialidad. Cristina Kirchner compartía con Néstor la voluntad de transformar las estructuras de toma de decisión en el mundo, en todos los niveles. La Argentina ha sido en los últimos años un ejemplo en la defensa del multilateralismo tanto en pedir que se reformen los organismos internacionales de crédito como en su liderazgo en el G-20 y otros foros internacionales. Somos nosotros los que desde esta parte del mundo proponemos soluciones. El apoyo popular que obtuvo Cristina tiene que ver también con algo que ha resurgido en los pueblos de la América del Sur: la esperanza. Sudamérica es un territorio de esperanza que se expande día a día al ratificarse el camino de la integración en un concierto de naciones hermanas.
- ¿Cómo evalúa el futuro de la organización ya sin Kirchner detrás?
- Es promisorio porque el futuro de la región es muy bueno. Todos los países estamos trabajando para integrarnos. Los consejos funcionan, los jefes y jefas de Estado se reúnen y tenemos políticas comunes de cara al mundo. Para que la integración sea efectiva, tenemos que acelerar la construcción de economías complementarias, aumentando el comercio intrarregional, eliminando paulatinamente el uso de divisas extranjeras en los intercambios. Estamos trabajando en el Banco del Sur, para poder autofinanciarnos; estamos concretando la integración física de la región aumentando la conectividad en infraestructura y, lo que es sumamente importante, hemos logrado coordinar nuestras políticas en defensa (por ejemplo, en la protección de nuestros recursos naturales). También se está trabajando, y se avanza a grandes pasos, en los consejos de Educación, Ciencia y Tecnología, Salud, Lucha contra la droga, Energía y Desarrollo Social.
- ¿Cuáles cree, además de la Unasur, que constituyeron hitos de la gestión de Néstor Kirchner en política exterior?
- Hubo varios, pero me gustaría señalar tres que justamente marcan esa relación que veía Néstor entre la política nacional, la regional y la internacional. Primero, la política de desendeudamiento como acto de soberanía económica frente a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional. En segundo lugar, la política de derechos humanos. Si bien fue una política que se circunscribe a nuestro país, somos un país faro en derechos humanos. Y en tercer lugar, un hecho de fuerte impronta política y simbólica. Me refiero a la derrota del ALCA en Mar del Plata en el año 2005, a poco más de dos años de asumido Néstor. El no al ALCA significó el fin de la avanzada neoliberal en la región, el verdadero inicio de la recuperación de la voluntad y la autodeterminación de los sudamericanos. Fue allí cuando nos dimos cuenta de que juntos podíamos encarar el proyecto de construir una nueva Sudamérica todos juntos. Había muchos que no creían en él como estadista internacional. Pero la historia y los pueblos le han dado la razón. Néstor rindió en la Unasur su último examen, el de la política internacional. Sin duda ahora que el tiempo ha pasado, estoy seguro de que Kirchner es el último gran patriota sudamericano.
Fuente: Revista Veintitres
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