miércoles, 5 de junio de 2013

ENTREVISTA A RICARDO REY, QUIEN ESTUVO EN EZEIZA.

“Recuerdo el sonido de las balas silbando a mi paso”. Era adherente al peronismo revolucionario y se movilizó ese 20 de junio, como muchos otros. “La derecha nos impidió llegar”, evoca.
 
Por  Laureano Barrera         
      
A Ricardo Rey todos sus compañeros de la Universidad lo conocían como El Flaco. Había pasado por las pensiones estudiantiles y ese 20 de junio, en el que retornaba Juan Perón, vivía con tres compañeros en 10 y 48, pleno centro de La Plata. El Flaco nunca había sido un devoto del Viejo: siendo un aprendiz de arquitecto, se había acercado al Frente de Izquierda Popular (FIP), la agrupación de izquierda nacional que lideraba el escritor Jorge Abelardo Ramos, aunque para entonces –y según él mismo recuerda– “ya estaba afuera de la militancia”.
El Flaco acordaba con muchos postulados peronistas –incluso había votado a Cámpora–, pero en rigor, en ese momento era un paria. “Andaba boyando”, confiesa. “Personalmente, yo tenía algunas críticas a la metodología de las organizaciones armadas. Tenían una evaluación errada del momento histórico, no sólo mundial, sino argentino y latinoamericano: nosotros creíamos, o muchos, que un proceso revolucionario era cuestión de meses, o de uno o dos años. Era una visión exacerbada por el contexto de época. El bloque socialista, Cuba estaba en pleno avance, estaba Allende en Chile y en Argentina la vuelta de Perón y el desarrollo de la juventud los llevó a adoptar posiciones equivalentes”, dice El Flaco. Aunque no cree que el apoyo de Perón –a la postre– a la “burocracia sindical” haya sido un decisión deliberada. “Perón se paró frente al avance de la juventud y la hegemonía que quería tener, aunque yo dudo que se estuviera volcando a otros sectores, sino que las circunstancias y las situaciones que se estaban viviendo lo llevaron poco a poco a irse apoyando más en la derecha. El ícono de todo eso fue Ezeiza.”

–Ese enfrentamiento entre la izquierda y la derecha, ¿cómo se vivía en La Plata en los días previos?
–En el microclima de la universidad las disputas no eran de ese tenor. La disputa era entre las propias agrupaciones peronistas universitarias –Faep y Furn, que después iban a formar la JUP–, y entre ese bloque mayoritario de la Universidad, que tuvo un crecimiento vertiginoso porque dos años antes no tenía peso, y la izquierda más ultra: el PC, los partidos troskistas. Ahí había una disputa. La derecha no cuajaba en la universidad. Estaba la CNU, que a veces aparecía rompiendo asambleas, pero era un grupo bastante identificable, no había una expresión de ese grupo muy masiva ni generalizada, ni participaban de los centros de estudiantes. Y después estaba el radicalismo, la Franja Morada, que tenía una posición de centro, más liberal. Esto en La Plata: pero no se podía dejar de registrar las disputas que se daban a nivel nacional, por ejemplo lo que habían sido las disputas por los lugares en las listas de la campaña electoral del Tío Cámpora.
Se embalaron entre sus compañeros de casa –uno de ellos militante orgánico–. Después de todo, no estar era ver la Historia por el costado. Fueron en los micros de la columna sur, de La Plata, que habían engordado no sólo estudiantes sino obreros, algunos profesionales, jóvenes de la Tendencia y de la Juventud Trabajadora Peronista.
“Marchamos muchas horas”, evoca. “Llegamos a unos 200 metros del palco. Era como un anfiteatro natural porque había una hondonada y el escenario en lo alto, era impresionante la cantidad de gente que había, una manada.”

–¿Había armas?
–Yo no vi. No sé si lo leí, o lo supe en el momento, que se decía que había algunos dentro de la columna que estaban armados. Era a modo más organizativo y preventivo que fueran armados aquellos responsables que encolumnaban, porque era sabido que si pasaba esto nos iban a reprimir desde el palco.
La intención era acercarse al palco “por esa idea –bastante irrisoria– de que el que estaba más cerca era más importante”, dice El Flaco. Primero, la gente que estaba adelante se abría. “En una de esas, se empezaron a escuchar tiros. Yo decía no, son cuetes, eso me acuerdo. Pero después se hizo más evidente que eran tiros y se produjo un desbande impresionante. Yo recuerdo que corrí para los bosques, en dirección opuesta al palco, y deje de ver en detalle.”
Pero recuerda un sonido muy bien: “El de las balas que silbaban a mi paso. Yo iba internándome en el bosque y aparece un tipo como de dos metros con una capucha que apuntaba para mi lado, yo me dije ‘éste me mata’. Nunca supe de qué grupo era, pero no me tiró. Lo que hice fue correr cada vez más”.
Corrió tanto, tan aterrorizado, que llegó sin darse cuenta a la Estación de Ezpeleta. Subió al primer tren a Constitución: en lo único que pensaba era en alejarse. Llegó a La Plata como a las siete de la tarde.
“La derecha nos impidió llegar”, reflexiona 39 años después, con una vida en el Centro Federal de Investigaciónes (CFI). Nunca había imaginado ese final, que sigue considerando traumático. “Si hubo gente previsora que pensó que esto podría suceder, creo que era la minoría, porque en general era muy masiva la concurrencia y no eran militantes”.
 
Fuente: Miradas al Sur

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