martes, 20 de septiembre de 2011

CABRAL POR CABRAL



La filosofía de vida de un cantor único. Las mujeres, sus encuentros con famosos, sueños frustrados y de los otros en sus propias palabras.


Facundo Cabral, el más pagano de los predicadores, murió asesinado el 9 de julio en una emboscada que no era para él, en Guatemala, donde estaba de gira a los 74 años. Su equipaje era poco más que el bastón y su guitarra. Aquí, un homenaje al cantautor con algunas de sus innumerables anécdotas contadas por él mismo en diversos reportajes. “Cuando me marché de mi casa, niño aún –tenía siete años–, mi madre me acompañó a la estación, y cuando subí al tren me dijo: ‘Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte: el primero fue darte la vida y, el segundo, la libertad para vivirla’.”“Me marché del pueblo dejando una novia. Muchos años después, al volver, me encontré una cuñada. Me quedé mirándola y, al ver lo que había hecho el tiempo con ella, me acerqué a mi hermano y le dije: ‘¡Gracias!’. En aquella ocasión, mi hermano acudió borracho a una fiesta del pueblo y sacó a bailar a una gorda vestida de negro, la que le dijo: ‘No quiero bailar con usted por tres razones: porque usted está borracho, porque no sé bailar y porque soy ¡el obispo!’.”A los 9 años, deambulando por La Plata, fue a la catedral, donde le dijeron que iba a estar Perón. “Fui, y cuando pasaba el auto me escabullí y grité: ¿Hay trabajo? Y Eva me dijo: ‘Por fin alguien que pide trabajo y no limosna’.”“A la señora Indira Gandhi le encantaba desayunar conmigo, me invitaba muchas veces para que le contara historias de Eva Duarte, a la que admiraba de forma profunda, tanto como yo la admiré. Cuando ya le conté todo cuanto supe de Evita, comencé a inventarme bellas historias de ella, pensando que la señora Indira no se iba a dar cuenta. Un día, la señora Indira me dijo: ‘Facundo, te espero mañana para desayunar, espero me sigas contando historias de Evita... aunque sean inventadas’.”“Yo simplemente soy un buen cantante.”“Empecé a cantar con los paisanos, con la familia Techeiro. Y el 24 de febrero de 1954, un vagabundo me recitó el Sermón de la Montaña y descubrí que estaba naciendo. Corrí a escribir una canción de cuna, ‘Vuele bajo’, y empezó todo.”“Una vez en Bruselas, Bélgica, canté en un teatro que tenía al frente un burdel muy famoso. Llegaron como cien prostitutas a escucharme y a su lado se sentaron cuatro monjas, una de ellas de la Orden de la Madre Teresa. Es maravilloso, porque en el teatro se junta gente de todo tipo: ricos, pobres, buenos y malos. Es una gama tan heterogénea la que me escucha.”“Quemé escuelas, robé autos, y véanme aquí, cuando me subo a un escenario, soy el tipo más pacífico del mundo.”“Soy violentamente pacifista.”“A mis amigos Joan Manuel Serrat y Alberto Cortez les sorprendió que no me echara Francisco Franco de España y la respuesta la encontré como hace dos o tres años, cuando al terminar un programa de televisión en Sevilla, una señora que había estado escuchando atentamente se acercó a saludarme y me dijo: ‘Es conmovedor para mí saludarlo, porque cuando yo era niña mi abuelo me sentaba en su falda y me decía escucha a este señor, este es un hombre’. Y cuando le pregunté a la señora quién era su abuelo, me dijo que era Franco.”“Fui analfabeto hasta los 14 años, por eso cuando me dicen ‘no puedo’, yo les digo ‘no jodas’.”“Me hubiera gustado escribir Cien años de soledad, pero ya la escribió Gabriel García Márquez. Me hubiera gustado hacer un gol como el segundo que le hizo Maradona a los ingleses y no lo hice. Me hubiera gustado escribir ‘Breve espacio’, que es una canción maravillosa que compuso Pablo Milanés. Yo nunca he tenido una casa, no sé lo que es una casa, pero me hubiera gustado tenerla. Me hubiera gustado llegar a casa el 24 de diciembre y jugar con mis nietos, eso pudo ser muy lindo. Pero soy una rata de hotel y la pasé lo mejor que pude, eso fue lo que Dios me dio.”“Cuando le pregunté a Borges por qué no había libros suyos en su biblioteca, me dijo: ‘Porque sigo teniendo el hábito de la buena lectura’. Cuando le pregunté qué le había parecido Arreola, que acababa de visitarlo, me dijo: ‘Es un verdadero caballero, me dejó dos o tres silencios’. Cuando le pregunté por Cien años de soledad, que le habían leído, me dijo: ‘Los primeros cincuenta años son memorables’... Al verme asombrado por su presencia en mi concierto, Ray Bradbury me dijo: ‘Me asombra que se asombre de encontrar un Bradbury viniendo de un país que tiene un Borges que es asombroso’.”“Mirá si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas.”“Soy un cronista que podría estar trabajando en un diario porque cuento todo lo que veo. Trato de buscar el lado bueno, sacar una moraleja. Las malas noticias no son el modelo ideal, a mí no me dice nada que se haya caído un avión o lo que declaró el presidente de Estados Unidos. A mí me importa en dónde estoy.”“Si los malos supieran lo buen negocio que es ser bueno, serían buenos, aunque sólo fuera por negocio.”“Doy la cara al enemigo y la espalda al buen comentario, porque el que acepta un halago empieza a ser dominado; el hombre le hace caricias al caballo pa’ montarlo...”.“El conquistador, por cuidar su conquista, se convierte en esclavo de lo que conquistó, es decir que jodiendo, se jodió.”“Me gusta volver a Roma, principalmente al Trastevere. Una tarde de otoño me encontré en Campo dei Fiori con un señor al que todos quisimos mucho. Les estaba echando migas a las palomas. En aquella época, el maestro tenía 88 años. Estaba allí con su mujer. No me pude resistir; me acerqué y le dije: ‘¿Es usted quien yo creo?’. Me contestó: ‘¡Yo soy el que tú quieras!’. Entonces le dije: ‘¡Es usted el maestro!’. A lo que me respondió: ‘El maestro es el que te puso a ti delante de mí, y a mí delante de ti, yo sólo soy Arthur Rubinstein’.”“Estábamos un día en Nueva York, y a la salida del teatro Lincoln Center se me acercó un periodista y me espetó: ‘Señor Cabral, yo estoy de acuerdo en todo lo que usted ha dicho esta noche, excepto en que Dios es siempre justo. Si Dios fuera siempre justo, usted debería tener tanta difusión, tanto éxito como Julio Iglesias’. A lo que yo le respondí: ‘Claro que Dios es siempre justo. Julio Iglesias tiene más difusión, más éxito que yo puesto que necesita del dinero mucho más que yo para vivir. Yo necesito más libertad que Julio para vivir, por eso Dios me hizo más libre’.”“Me gusta volver a México. Allí, en San Cristóbal de las Casas, acudí al templo donde oran los Chamulas y me quedé perplejo. Cambiaron las ofrendas. Ahora le llevan al templo huevos de gallina y Pepsi-Cola. ¡Como si Dios no supiera que no hay nada como la Coca-Cola!”“La pobreza no es una virtud, salvo que favorezca tu libertad.”“Pensé que iba a terminar mi vida en una cabaña o en un valle jugando con mis nietos y echando leña al fuego, pero no va a ser así, creo que al paso que voy, va a ser en un hotel.”“Soy un vagabundo first class.”“Me gusta andar pero no sigo el camino, pues lo seguro ya no tiene misterio.”“Llorar por la muerte es faltarle el respeto a la vida.”

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