domingo, 11 de septiembre de 2011

“SE RECONOCE A UN PAÍS QUE NO BAJÓ LOS BRAZOS”



La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto recibirá en París el premio más importante en el campo de los derechos humanos. En diálogo con Página/12, explica los motivos del reconocimiento y analiza sus implicancias.


Por Victoria Ginzberg


“Nosotras éramos unas tontas, por la generación a la que pertenezco y mi nivel social, lo que queríamos tener era un tapado de piel y viajar alguna vez a Europa”, sentencia ahora Estela Carlotto, que recuerda haber mirado con admiración (y un poco de aburrimiento) las diapositivas que algunas de sus amigas mostraban luego de haber conseguido el trofeo de cruzar el océano. Ella, en su luna de miel, conoció Mar del Plata. El viejo continente lo pisó más de veinte años después, en circunstancias más apremiantes. En 1979 fue a Suecia a visitar a dos de sus hijos, que estaban exiliados. Y en 1981 hizo una gira por once países, que incluyó Italia, Alemania, España y Francia, para contarles a líderes políticos y sociales lo que pasaba en la Argentina del terrorismo de Estado y pedir solidaridad para buscar a los niños que habían sido secuestrados junto a sus padres o habían nacido en cautiverio y luego habían sido apropiados. Por esa tarea, que continuó sin interrupciones, tanto en el país como en el exterior, la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo fue premiada por la comunidad internacional, en este caso por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). “Hay un trabajo permanente que los organismos de derechos humanos llevamos a cabo desde hace 34 años. El reconocimiento también es para eso, para un país que no bajó los brazos”, dice Carlotto a Página/12 a pocos días de la entrega del premio Félix Houphouët-Boigny, de fomento de la paz, evento para el que viajará especialmente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Carlotto llegará a París el martes, un día antes de la ceremonia de entrega del premio y un día después que la Presidenta, quien además se reunirá con su par francés, Nicolas Sarkozy. Junto a la titular de Abuelas estarán también otras integrantes de la agrupación, Rosa Roisinblit, Buscarita Roa y Elsa Oesterheld y siete nietos que recuperaron su identidad durante el transcurso de estos 34 años: Manuel Goncalves, Horacio Pietragalla, Victoria Montenegro, María José Lavalle Lemos, Francisco Madariaga, Pedro Nadal y Leonardo Fossati. Carlotto salió de Buenos Aires el jueves e hizo una escala en Italia, donde fue a dar charlas, presentar libros y reunirse con las personas que están trabajando para concretar la desclasificación de los archivos diplomáticos de ese país durante la última dictadura.
El premio Félix Houphouët-Boigny fue creado en 1989 por la Unesco y se entrega todos los años a personas, institutos u organizaciones “que hayan hecho un aporte significativo al fomento, la salvaguardia o el mantenimiento de la paz”. En ocasiones anteriores lo han recibido líderes internacionales como Nelson Mandela, Yitzhak Rabin, Shimon Péres, Yasser Arafat, Jimmy Carter, el rey Juan Carlos I de España y Luiz Inácio Lula da Silva, que fue el último galardonado.
La propuesta de que este año el reconocimiento fuera para las Abuelas de Plaza de Mayo fue realizado por el senador Daniel Filmus, que también es miembro del Comité Ejecutivo del organismo internacional. “Este es el premio más importante que da la Unesco y no tiene que ver solamente con lo que una persona o una organización hagan en su país sino también con la repercusión y la contribución que hayan hecho para otros países”, señala Filmus, y para ejemplificar nombra dos grandes aportes de las Abuelas al mundo: el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y el trabajo sobre el derecho a la identidad que se volcó en la Comisión Internacional de los Derechos del Niño.
El BNDG fue creado a propuesta de las Abuelas cuando todavía no se trabajaba con análisis de ADN y era difícil determinar la filiación de un chico en ausencia de sus padres. Las Abuelas recorrieron el mundo en busca de científicos que las ayudaran y finalmente llegaron a elaborar lo que se conoció como “índice de abuelidad”, técnica que luego fue mejorada con el ADN. La existencia del Banco, donde los familiares de niños desaparecidos dejan a resguardo sus muestras genéticas –que fue un ejemplo para otros países del mundo– permitirá conocer la identidad de quienes fueron bebés o chicos secuestrados durante la última dictadura aun cuando sus abuelos ya no estén.
En la Convención Internacional de los Derechos del Niño también se conocen como “los artículos argentinos”. El número siete dice, por ejemplo, que “el niño deberá ser registrado inmediatamente después de su nacimiento y tiene derecho desde este momento a su nombre, nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y ser criado por ellos”. Las Abuelas pidieron en su momento a la comunidad internacional de Naciones Unidas que contemple este derecho. Ahora, la comunidad internacional les retribuye por sus aportes.
–¿Qué significa recibir este premio? –le preguntó Página/12 a Carlotto.
–Para nosotros es una enorme emoción porque es un premio muy importante. Ha sido otorgado a personas para nosotros muy estimables, muy valiosas, por ejemplo a Lula, Mandela, es una nómina bastante extensa. Lógicamente es un reconocimiento a una labor que nosotros no dimensionamos, la hacemos. Expresa que estamos haciendo cosas importantes y esto nos alegra y nos hace mucho bien, teniendo en cuenta que en nuestro propio país sectores –minoritarios por suerte– han tratado de desmerecernos, de dudar de la fidelidad de nuestro trabajo. En todo momento un reconocimiento viene bien, pero en este momento más que nunca. La Argentina está siendo reconocida a nivel mundial por sus méritos en avances de derechos humanos sobre el terrorismo de Estado. Como en ningún lugar de Latinoamérica, se están llevando adelante juicios. El encuentro de los nietos es romper con el plan sistemático de robo de bebés y devolverles a los chicos sus derechos. Hubo cosas muy importantes, como la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos, y hemos sentado precedentes en el ámbito jurídico y en el psicológico. La memoria, que mantenemos en cada centro clandestino... Hay un trabajo permanente que los organismos de derechos humanos llevamos a cabo desde hace 34 años y ahora también el Estado. El reconocimiento también es para eso, es a un país que no bajó los brazos. Nosotros formamos parte de este país y el mérito, si es que lo tenemos, es la perseverancia, la tozudez y haber hecho las cosas con amor y en paz, jamás por venganza o con odio, sino con un sentimiento muy sano de reparación, reconstrucción y de establecer que esto pasó en la Argentina, pero esto pasó en el globo, concierne al mundo entero. Por eso el Nunca Más debe ser para todos los países del mundo.
–¿Es la primera vez que concurren nietos, jóvenes que recuperaron su identidad a un evento de este tipo?
–Hace unos años atrás fuimos a la delegación de Naciones Unidas en Nueva York, donde nos acompañaron Néstor y Cristina. Fuimos dos abuelas y cuatro nietos, que fueron invitados por el Estado argentino porque presentamos una muestra de Abuelas de Plaza de Mayo. Fue una muestra itinerante en el edificio más importante de Naciones Unidas y asistió el secretario general a la inauguración, lo que fue muy honroso para nosotros. Pero esto es más abarcativo si van más nietos, invitados especiales, cuatro abuelas. Todos nos dicen que este premio tiene mucha trascendencia y que a veces es un anuncio del Premio Nobel de la Paz. Ojalá que así sea, pero lo que interesa acá es que este es un premio de una organización como Naciones Unidas, que nuclea a tantos países, y la Unesco es parte de esto. Además, la Unesco ya ha galardonado a la Argentina poniendo un centro único en el mundo en la ESMA.
–¿Ayuda en algo recibir un premio, además del reconocimiento, la ayuda económica? ¿Por qué es importante?
–Ayuda mucho porque de esto se va a hablar en el mundo. Se publica en todo el mundo y todo el mundo va a saber algo más de las Abuelas de Plaza de Mayo, aunque ya se sabe bastante. El mundo va a saber que fuimos premiadas muy seriamente por Naciones Unidas y esto también repercute en la Argentina, y los detractores se van a tener que callar un poco. De todas formas, lo que más nos interesa no es tener fama, sino que esto posibilite la conciencia de mucha gente que sabe cosas y no lo dice y muchos chicos que dudan y no se animan. Que sepan que no somos las brujas, sino las Abuelas que los esperamos con amor.
–¿Qué significa la presencia de la Presidenta?
–Miguel Angel Estrella (representante argentino ante la Unesco) nos informó que, cuando se otorga este galardón, el presidente del país de los galardonados es invitado. Con Cristina no teníamos mucha seguridad, porque había parado un poco los viajes, pero decidió concurrir y para nosotros es una alegría enorme. Nos sentimos acompañadas por una amiga. Cristina es como una hija. Tenemos un trato permanente, no profundo, porque no somos parte de la gestión, pero si hay una convocatoria permanente, este es un gobierno de puertas abiertas.
La ceremonia se realizará en la sede de la Unesco en París, muy cerca del Champ de Mars, donde los turistas esperan para subir a la Torre Eiffel. Carlotto dice que de Francia le gustan las baguettes, pero sobre todo aprecia que fue una comunidad que desde temprano apoyó a los organismos de derechos humanos argentinos. “Incluso durante la dictadura nos encontramos con mucha solidaridad, con el exilio en acción. Recordemos que había manifestaciones frente a la embajada argentina de la que participaban actores de primer nivel, como Yves Montand, Catherine Deneuve y Simone Signoret, además de políticos y científicos. Llevaban una bandera que ahora tenemos en resguardo las Abuelas y vamos a ver si la ponemos en nuestra casa en la ESMA. Hubo grupos que nos apoyaron y hasta el día de hoy lo siguen haciendo. Madame Danielle Mitterrand, con su fundación France Liberté, es gran amiga de las Abuelas”. La presidenta de Abuelas recuerda que la embajada argentina en Francia, que la nombró Chevalier, fue la primera delegación extranjera en poner en sus jardines una placa por los desaparecidos de su país y que en París se condenó en ausencia al ex marino Alfredo Astiz cuando en la Argentina había leyes de impunidad. Pero señala que “también tuvieron culpas que lavar”, en referencia al entrenamiento recibido por los represores argentinos de los militares que combatieron en Argelia.
Las Abuelas han recorrido un largo camino, como se dice. A treinta años de aquella primera visita a Europa, un perro y su dueña juegan en una pequeña plaza de París que tiene el pasto cuidado y glorietas con rosas, muy cerca del Sena. El cartel dice que el lugar se llama “Jardín de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo” y que es un homenaje a dos movimientos argentinos que buscaron a los jóvenes y niños que desaparecieron en la dictadura militar argentina de 1976 a 1983. Un homenaje de la Comuna de París a las mujeres argentinas que buscaron justicia durante y luego de la dictadura. El miércoles, las Abuelas recibirán otro reconocimiento por su labor, esta vez, de toda la comunidad internacional.
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