La diputada Hotton lo convocó al Congreso para sostener la posición prohibicionista. Pero el padre Fernando Cervera expresó sus dudas y pidió reglamentar la tenencia.
Cuando la diputada ultracristiana Cinthia Hotton invitó al padre Fernando Cervera, de la Pastoral de Drogadependencia del Episcopado, a la audiencia para debatir la despenalización de las drogas, seguramente se imaginó que el religioso iba a sentar posición contra el proyecto que presentó la diputada Victoria Donda. Pero los presentes en el anexo de la Cámara de Diputados se sorprendieron cuando Cervera llamó a no criminalizar a los adictos.–¿Por qué cree que usted fue la sorpresa, como dijo Página 12?–Quizás impresioné cuando dije que estaba de acuerdo con no criminalizar al adicto. No tiene sentido perseguirlo como si fuera un criminal. Ni siquiera tiene sentido perseguir al puntero ocasional. Las discusiones tienen que ir por puntos de acuerdo. En la audiencia hubo un gran respeto ante las opiniones disidentes, que eran muy pocas. Eso es muy valioso. Que haya un buen clima democrático no es poca cosa, sobre todo con un tema tan espinoso. No vemos la urgencia en despenalizar. La urgencia es atender a la población marginal que está tremendamente sacudida por este problema.–¿La discusión va a ser tan encendida como con el matrimonio igualitario?–Espero que no. Estamos jugando con la vida de la gente. Hay que bajar los decibeles, y hablar seriamente. –Debatiendo sobre el tema en TV, Claudio Izaguirre, de la Alianza Antidrogas Argentina, le tiró un vaso de agua a Sebastián Basalo, director de la revista THC.–No estoy de acuerdo en general con lo que opina Izaguirre, aunque coincidimos en un cierto rechazo a la despenalización. Pero no estoy de acuerdo en su manera de expresarse, tan encendido. Sus argumentos no tienen que ver con la realidad local, con lo que está pasando. Hay que hablar de lo posible. Con la agresión no llegamos a ningún lado.–¿Qué tiene que hacer el Estado ante quien consume en la vía pública?–La persona que consume en la vía pública tiene que ser atendida. No tiene que ser tratada como un delincuente. La ley que se está discutiendo ahora, la 23.737, determina una medida curativa, que es lo que debe dictaminar un juez. Pero eso no pasa y terminan en la comisaría. Es un círculo vicioso. El problema no es la tenencia, es el uso. Es como un auto: en sí mismo no es malo. ¿Pero qué pasa si uno no tiene cinturón de seguridad? La tenencia apela al uso de algo que de por sí no reporta ningún beneficio y que perjudica. Este uso se tiene que reglamentar y penalizar. En Gran Bretaña permiten 5 gramos de marihuana. Si tenés más que eso, te multan. Es una forma. Otros buscarán otras maneras.–Pero no es lo mismo la marihuana que el paco.–Es menos dañina, menos grave que otras drogas, seguramente. Pero partimos de la base de que, si es dañina, tiene que estar en discusión. Los informes que ha habido hasta ahora confirman que la marihuana es propiciadora de conductas esquizofrénicas. Socialmente implica un descuelgue de la realidad. Reduce todas las funciones cognitivas. Todo esto que produce la marihuana no significa que todo aquel que la consume es un peligro o hay que meterlo preso, para nada. La discusión tiene que ser científica.–¿Considera que esta sociedad es la que genera adictos?–Sí, totalmente. Esa es otra contradicción, queremos progresar y terminamos presos de un consumo que nos achata y nos hace mediocres, cuando en realidad lo que nosotros queremos es liberarnos. Con la usura pasó lo mismo. En la Edad Media, el judaísmo, el cristianismo y los musulmanes no la permitían. Luego, la gente estaba contenta porque podía hacerse unos manguitos. Ahora estamos presos del sistema capitalista que nos devora, es una ruleta imparable. No significa que haya que eliminar el sistema bancario, aunque muchos economistas piensan que eso sería lo mejor.
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