Entrevista exclusiva. Anthony Kiedis y Chad Smith. El líder y el baterista hablan de la cocina de su décimo álbum, “I’m With You”, antes de tocar aquí el 18 de septiembre.
Por Eduardo Slusarczuk
Si no estuviera charlando acá, con vos, seguramente estaría surfeando, dice Anthony Kiedis, mientras mira la playa de Santa Mónica, a través de la ventana de la habitación del hotel Casa del Mar donde lleva cuatro días respondiendo preguntas de periodistas de todo el mundo.
De remera liviana, mucho tatuaje a la vista, peinado semi emo y bigotes con aire chicano, el cantante de Red Hot Chili Peppers, de paso, se queja: “Hay preguntas obvias, que sabemos que todos tienen que hacer, pero después, parecen todos salidos de la misma escuela de periodismo.” A su lado -camisa leñadora, jean a secas y gorra con visera hacia atrás- Chad Smith, baterista de la banda, que luego de cinco años regresa con I’m With You -su décimo álbum de estudio-, asiente, y acota: “Sólo que hay que ir a otra playa. En esta parte, las olas pierden potencia. Son demasiado suaves.” Entonces, puede pasar que tras escuchar el CD, haya quien diga que no. Que lo nuevo del cuarteto californiano sintoniza mejor con esta versión del Pacífico que con el de los tiempos en que Kiedis corría riesgos varios, tanto en la ficción del filme Punto límite como en la vida real.
En todo caso, los dos coinciden en que no les preocupa lo que digan los demás, y hablan de la grabación de I’m With You como el inicio de una nueva etapa para el grupo, atribuyéndole un rol determinante a la incorporación del guitarrista Josh Klinghoffer en lugar de John Frusciante, que se alejó por segunda vez, del grupo, en 2009.
“Para nosotros fue una gran fuente de inspiración sentir que estábamos reinventando la banda, a partir de la incorporación de Josh, que además de la guitarra puede tocar otros instrumentos y hacer voces. Eso ya era un estímulo más que importante. Además, Flea también buscó reinventarse como músico. Se puso a estudiar piano y teoría musical. Todo eso nos permite soñar con otras sonoridades”, explica Kiedis.
También aparecen aires de música disco, latina, entre otros elementos novedosos. ¿Tiene eso alguna relación con música a la que le hayan estado prestando atención mientras trabajaban en el CD?
Kiedis: Siempre estamos escuchando música. Nueva, vieja, de diferentes géneros. Pero, además, mientras estábamos trabajando en el disco, conectamos con cuestiones vinculadas al africanismo, y eso nos abrió la puerta a la experimentación con ritmos y otros elementos de la música de ese continente. Para nosotros es algo normal escuchar lo que sucede musicalmente en otras partes. Tanto Chad como Flea y Josh no dejan de ser músicos en ningún instante. Y, sea lo que sea, eso siempre se mete, de alguna manera, en lo que estás escribiendo. Después, entramos con todo ese bagaje al estudio.
¿Dejaron canciones sin grabar?
No. Grabamos las 14 que terminamos. El resto, es material al que podremos volver en algún momento. Nos habíamos impuesto el ejercicio de escribir y ensayar durante un año, con la condición de que, aunque tuviéramos los temas listos en el primer mes, no los entraríamos a grabar. Recién entonces paramos, y nos encontramos con un montón de música, entre la cual seleccionar el repertorio.
¿Cambió en algo la forma de trabajar en el estudio, con Josh?
Smith: No, eso se mantuvo como siempre. Tratamos de juntarnos con el mejor equipo de trabajo, y tocar lo mejor posible, grabando todo en vivo, como si fuera una presentación en vivo. A veces, hay músicos que tratan de construir las canciones a partir de los recursos tecnológicos. En el caso del rock, creemos que es más importante la emoción que transmite el músico, al tocar. Por eso en ese punto, trabajamos como siempre. Por supuesto que Josh es una persona muy distinta a John. En ese sentido, nos encontramos con una especie de arquitecto sonoro. No te tira por la cabeza lo primero que le sale. Se toma su tiempo para diseñar el sonido de cada parte de lo que le toca hacer. Si el CD suena diferente a lo anterior, es porque Josh aportó elementos fantásticos al sonido de la banda. Realmente fue una muy buena elección.
Por lo pronto, los riff con los que Frusciante solía comenzar los temas parecen haber sido reemplazados por las bases de Flea.
Puede ser, aunque nunca nos pusimos a comparar estas canciones con las que escribimos con John. Teníamos demasiado material en el que trabajar como para perder el tiempo en eso. Es cierto que John fue como la fuerza que traccionó todo el proceso de creación de Stadium Arcadium. El trabaja muy duro y, de algún modo, lidera parte de los procesos de grabación. Josh, en cambio, tiene otra manera de trabajar. Pero desde la guitarra, el piano, o el lugar en el que esté, es una usina constante de ideas. Ahora, si casi todos los temas arrancan con el bajo, será porque Flea es un músico que quiere participar siempre. No es el tipo de músico que pasa por una grabación sin aportar sus ideas. Todo lo contrario. Pero no es algo que haya sido premeditado. Es así como están escritas las canciones.
¿Ejercen alguna presión, a la hora de hacer nuevas canciones, los Grammy que ganaron y los 65 millones de discos que llevan vendidos?
Kiedis: Suena como una pésima idea. Sería una manera espantosa de trabajar. Si alguna vez ves que estoy comenzando un proyecto condicionado por eso, por favor, avisame y arrancamos de nuevo. No seríamos nosotros. Para crecer, como músico, para ser una banda que evoluciona, tenés que olvidarte del pasado. Lo que pasó fue grandioso, pero significa nada si no tenés algo para decir en el presente. Y no hace falta comparar. Lo que hacés tiene que ser bueno para el momento en el que lo estás haciendo. Entonces, cuando nos preocupamos en sonar bien, en hacer buenos temas, queremos que sea bueno desde el hoy.
¿Piensan en lo que esperan los fans, al preparar material nuevo?
Kiedis: Otra pésima idea. (Risas).
Smith: Sería complicado llamar para preguntarles qué quieren escuchar.
Convengamos en que hay artistas que consideran ese aspecto.
Kiedis: Es cierto. Pero eso nunca pasó con nosotros. Nuestra música no va por ese camino. Nosotros nos juntamos y hacemos canciones. Si te gusta, fantástico. Y si no, también. Si al sentarte a escribir una canción, te vas a poner a pensar en qué van a pensar los demás, qué les va a parecer y si les va a gustar o no, nunca la vas a escribir. Y alcanza con escuchar un poco nuestros discos para comprobar que ése no es nuestro modo de trabajar.
¿Y qué pasa cuando el público les pide que toquen los viejos hits?
Kiedis: Los tocamos, por supuesto. Nos sigue divirtiendo tocarlos. Hay canciones que al público le gusta escuchar, porque existe una conexión especial entre ellos y esos temas. Y si sentimos que la gente ama una canción, no podemos dejar de hacerla, porque quiere decir que algo está sucediendo ahí. No obstante, tenemos un catálogo bastante generoso. De modo que, si al elegir un tema, notamos que no podemos rescatar su esencia, pasamos al siguiente. Y ya está.
De remera liviana, mucho tatuaje a la vista, peinado semi emo y bigotes con aire chicano, el cantante de Red Hot Chili Peppers, de paso, se queja: “Hay preguntas obvias, que sabemos que todos tienen que hacer, pero después, parecen todos salidos de la misma escuela de periodismo.” A su lado -camisa leñadora, jean a secas y gorra con visera hacia atrás- Chad Smith, baterista de la banda, que luego de cinco años regresa con I’m With You -su décimo álbum de estudio-, asiente, y acota: “Sólo que hay que ir a otra playa. En esta parte, las olas pierden potencia. Son demasiado suaves.” Entonces, puede pasar que tras escuchar el CD, haya quien diga que no. Que lo nuevo del cuarteto californiano sintoniza mejor con esta versión del Pacífico que con el de los tiempos en que Kiedis corría riesgos varios, tanto en la ficción del filme Punto límite como en la vida real.
En todo caso, los dos coinciden en que no les preocupa lo que digan los demás, y hablan de la grabación de I’m With You como el inicio de una nueva etapa para el grupo, atribuyéndole un rol determinante a la incorporación del guitarrista Josh Klinghoffer en lugar de John Frusciante, que se alejó por segunda vez, del grupo, en 2009.
“Para nosotros fue una gran fuente de inspiración sentir que estábamos reinventando la banda, a partir de la incorporación de Josh, que además de la guitarra puede tocar otros instrumentos y hacer voces. Eso ya era un estímulo más que importante. Además, Flea también buscó reinventarse como músico. Se puso a estudiar piano y teoría musical. Todo eso nos permite soñar con otras sonoridades”, explica Kiedis.
También aparecen aires de música disco, latina, entre otros elementos novedosos. ¿Tiene eso alguna relación con música a la que le hayan estado prestando atención mientras trabajaban en el CD?
Kiedis: Siempre estamos escuchando música. Nueva, vieja, de diferentes géneros. Pero, además, mientras estábamos trabajando en el disco, conectamos con cuestiones vinculadas al africanismo, y eso nos abrió la puerta a la experimentación con ritmos y otros elementos de la música de ese continente. Para nosotros es algo normal escuchar lo que sucede musicalmente en otras partes. Tanto Chad como Flea y Josh no dejan de ser músicos en ningún instante. Y, sea lo que sea, eso siempre se mete, de alguna manera, en lo que estás escribiendo. Después, entramos con todo ese bagaje al estudio.
¿Dejaron canciones sin grabar?
No. Grabamos las 14 que terminamos. El resto, es material al que podremos volver en algún momento. Nos habíamos impuesto el ejercicio de escribir y ensayar durante un año, con la condición de que, aunque tuviéramos los temas listos en el primer mes, no los entraríamos a grabar. Recién entonces paramos, y nos encontramos con un montón de música, entre la cual seleccionar el repertorio.
¿Cambió en algo la forma de trabajar en el estudio, con Josh?
Smith: No, eso se mantuvo como siempre. Tratamos de juntarnos con el mejor equipo de trabajo, y tocar lo mejor posible, grabando todo en vivo, como si fuera una presentación en vivo. A veces, hay músicos que tratan de construir las canciones a partir de los recursos tecnológicos. En el caso del rock, creemos que es más importante la emoción que transmite el músico, al tocar. Por eso en ese punto, trabajamos como siempre. Por supuesto que Josh es una persona muy distinta a John. En ese sentido, nos encontramos con una especie de arquitecto sonoro. No te tira por la cabeza lo primero que le sale. Se toma su tiempo para diseñar el sonido de cada parte de lo que le toca hacer. Si el CD suena diferente a lo anterior, es porque Josh aportó elementos fantásticos al sonido de la banda. Realmente fue una muy buena elección.
Por lo pronto, los riff con los que Frusciante solía comenzar los temas parecen haber sido reemplazados por las bases de Flea.
Puede ser, aunque nunca nos pusimos a comparar estas canciones con las que escribimos con John. Teníamos demasiado material en el que trabajar como para perder el tiempo en eso. Es cierto que John fue como la fuerza que traccionó todo el proceso de creación de Stadium Arcadium. El trabaja muy duro y, de algún modo, lidera parte de los procesos de grabación. Josh, en cambio, tiene otra manera de trabajar. Pero desde la guitarra, el piano, o el lugar en el que esté, es una usina constante de ideas. Ahora, si casi todos los temas arrancan con el bajo, será porque Flea es un músico que quiere participar siempre. No es el tipo de músico que pasa por una grabación sin aportar sus ideas. Todo lo contrario. Pero no es algo que haya sido premeditado. Es así como están escritas las canciones.
¿Ejercen alguna presión, a la hora de hacer nuevas canciones, los Grammy que ganaron y los 65 millones de discos que llevan vendidos?
Kiedis: Suena como una pésima idea. Sería una manera espantosa de trabajar. Si alguna vez ves que estoy comenzando un proyecto condicionado por eso, por favor, avisame y arrancamos de nuevo. No seríamos nosotros. Para crecer, como músico, para ser una banda que evoluciona, tenés que olvidarte del pasado. Lo que pasó fue grandioso, pero significa nada si no tenés algo para decir en el presente. Y no hace falta comparar. Lo que hacés tiene que ser bueno para el momento en el que lo estás haciendo. Entonces, cuando nos preocupamos en sonar bien, en hacer buenos temas, queremos que sea bueno desde el hoy.
¿Piensan en lo que esperan los fans, al preparar material nuevo?
Kiedis: Otra pésima idea. (Risas).
Smith: Sería complicado llamar para preguntarles qué quieren escuchar.
Convengamos en que hay artistas que consideran ese aspecto.
Kiedis: Es cierto. Pero eso nunca pasó con nosotros. Nuestra música no va por ese camino. Nosotros nos juntamos y hacemos canciones. Si te gusta, fantástico. Y si no, también. Si al sentarte a escribir una canción, te vas a poner a pensar en qué van a pensar los demás, qué les va a parecer y si les va a gustar o no, nunca la vas a escribir. Y alcanza con escuchar un poco nuestros discos para comprobar que ése no es nuestro modo de trabajar.
¿Y qué pasa cuando el público les pide que toquen los viejos hits?
Kiedis: Los tocamos, por supuesto. Nos sigue divirtiendo tocarlos. Hay canciones que al público le gusta escuchar, porque existe una conexión especial entre ellos y esos temas. Y si sentimos que la gente ama una canción, no podemos dejar de hacerla, porque quiere decir que algo está sucediendo ahí. No obstante, tenemos un catálogo bastante generoso. De modo que, si al elegir un tema, notamos que no podemos rescatar su esencia, pasamos al siguiente. Y ya está.
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