Del gobierno de Cristina a la actualidad del peronismo, de las Madres a la oposición y el poder de los medios, una charla a fondo con una de las mentes más lúcidas del país.
Por Luz Laici y Franco Mizrahi
Está de buen humor. De muy buen humor. No lo dice. Ni lo demuestra con su estética desalineada, su barba crecida, su advertencia de que “está en pijama” pero “con mucho trabajo” y prefiere relajarse y recibirnos así. Más bien, José Pablo Feinmann será de aquellos que lo transmiten con risas dispersas en medio de una anécdota, con una mirada fija pero despojada de prejuicio, con un estilo descontracturado que lejos está del desinterés y más cerca está de un espíritu que lo envuelve. Y ese espíritu, hoy por hoy, se alimenta de una maquinaria laboral non stop: filósofo y escritor, el autor de El Flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner y de Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina. Tomo I, da clases abiertas y multitudinarias en teatros populares, mantiene sus notas semanales en el diario Página 12, conduce un programa sobre filosofía en Canal Encuentro, está a punto de terminar el segundo tomo de su libro sobre el peronismo, tiene lista para su publicación una novela provocadora y planifica un programa de radio, con música clásica, que les saca brillo a sus ojos mientras lo cuenta. Feinmann está de buen humor. Y lo evidencia. Un punto a favor.Traspasar la puerta de su casa, inquieta de antemano: antesala de una conversación magistral, envuelta en el aura de quienes esgrimen su lucidez. Pero cruzar el umbral transporta a un escenario diferente. Un caos ordenado, cargado de libros, cajas y discos, repleto de adornos y escritorios, nutridos con la compañía de dos gatos persas que el escritor presenta y que dirá que aprendió a querer “gracias a mi mujer”, una experta y reconocida escenógrafa que implicó, para él, un “acto a lo Jean Paul Sartre”: eligió “en libertad” estar con ella, hace ya 31 años. Un mundo, su mundo, en el que Feinmann se entrega a escuchar y a compartir sus pensamientos con la pedagogía que lo caracteriza.–En una de sus notas, hizo referencia a un nuevo sujeto social que construía una subjetividad, que eran los medios de comunicación concentrados. ¿Cómo vislumbra el esquema de medios actual y qué subjetividad cree que están construyendo?–A lo largo de América latina la derecha no tiene representantes políticos poderosos, fuertes, con carisma. En febrero de 2006, viajé con José “Pepe” Nun y Néstor Kirchner a Venezuela y fuimos a una reunión con representantes de la oposición chavista. Eran patéticos, igual que los gusanos de Miami, sin que esto signifique que sea un incondicional de Fidel Castro porque tengo serios reparos con el régimen de Fidel. Los opositores venezolanos eran unos chantas y les pregunté qué les parecía la idea de tener una televisión latinoamericana. No sabían qué contestar. Y cuando llegaron Alicia Castro (N. del R.: por entonces embajadora argentina en Venezuela) y Miguel Bonasso, fueron menos amables que nosotros. Néstor no decía nada, se divertía un poco de la situación. Y acá pasa lo mismo: la clase política opositora es patética, aunque ser patéticos parece que los está beneficiando. En fin, esos venezolanos dominaban los medios y eran brutos, no sabían argumentar, eran como de películas norteamericanas. Acá también la derecha está encarnada en los medios y en algunos periodistas que han pasado a ser grandes politólogos, gente que antes me hacía reportajes y que ahora viene con teorías políticas agresivas. Recuerdo que uno de ellos me había hecho un muy lindo reportaje y hace poco escribió en Perfil que yo era un alcahuete del poder. Esta gente que insulta lo hace porque no tiene argumentos. Incluso cuando empecé con mis programas de filosofía en el Canal Encuentro no faltó quien saliera a decir que me habían comprado. ¡Con un programa de filosofía! Los medios no son medios sino fines de las empresas monopólicas, porque el mercado no es libre, sino que se concentra.–¿Considera que en la Argentina esos medios son portavoces de la derecha política o cree que construyen una realidad haciéndose eco de los intereses de esos políticos y grupos económicos?–Creo que son parte de lo mismo. Un tipo como Rupert Murdoch, por ejemplo, maneja fortunas y los medios a través de los cuales dice lo que la gente que tiene sus mismos intereses tiene que decir. El monopolio monopoliza la verdad. Y como dice Michel Foucault, la verdad es el poder, surge del poder. Eso es muy inteligente de su parte, inspirado en Nietzsche, pero soluciona verdaderamente un problema: nada menos que el problema de la verdad. La verdad no es objetiva, la verdad es el punto de vista del que puede imponerla. Si yo tengo veinte medios, tengo veinte bocas por donde decir mi verdad. Está la frase genial de Nietzsche: “No hay hechos, hay interpretaciones”. Si mi interpretación la expreso por veinte bocas informativas, será la interpretación de todos. Y cuando mi verdad sea la de todos, habré alcanzado mi objetivo. Por eso, el objetivo de un gobierno que quiere desarmar un monopolio está en desarmar la unicidad de la verdad. El Gobierno está intentando impedir que el monopolio tenga el monopolio de la verdad.–¿De allí la frase de Juan Domingo Perón, “la única verdad es la realidad”?–Esa frase es medio hegeliana. Perón decía cada cosa. La sacó de Hegel pero en Hegel tiene otra profundidad. Más bien la debe haber sacado de Von Clausewitz. En realidad, la única verdad no es la realidad porque la realidad no constituye una verdad. La realidad no da la verdad. Pongamos que mañana hay un atentado contra Miguel Del Sel, va alguien, seamos dramáticos, y le pega tres tiros. Esa es la realidad, que podrá salir en todos los diarios. Dirán “fue asesinado el triunfador, el carismático, amado por el pueblo”. Otros dirán “fue asesinado”. Es un hecho contundente. Es la realidad. Pero no es la verdad porque sobre esa realidad se tejen mil verdades. Pueden llegar a decir que se suicidó. La Nación tratará de demostrar que fue una patota de Luis D’Elía o de Hugo Moyano.–En esta coyuntura, ¿qué verdad están construyendo los medios?–La verdad está trascendiendo aun a los propios medios. Ni los propios grandes medios deben haber vaticinado lo que está ocurriendo. El triunfo del Midachi en Santa Fe es asombroso y muestra que en la Argentina hay una “berlusconización” muy profunda. El triunfo de Del Sel es un triunfo a la Berlusconi, es la farándula que atrae, que seduce, el cómico popular que es votado porque sí, porque es cómico. Y el tipo tuvo el buen tino de decir que “es extraordinario que un vago como yo, un profesor de educación física, un cómico, llegue adonde estoy...”. Ahora habrá que interpretar el fenómeno.–¿Y usted cómo lo interpreta? ¿De dónde proviene?–Ese hecho viene del gran abrazo que le da Mauricio Macri. Es un triunfo de Macri. Y el triunfo de Macri es un triunfo en lo más inteligente, se supone, para frenar el poder de Cristina Fernández.–¿Macri acumula votos propios o se apropia del voto anti K?–El de la ciudad de Buenos Aires, de la ciudad opulenta, es un voto antiperonista. Es un voto para frenar el poder del gobierno nacional. Macri también ganó la primera vez así. La situación económica está bien. Hay inflación, muy manipulada por los monopolios que patean desde ahí. Son los que echaron a Raúl Alfonsín, los que dieron el golpe de mercado. Esa gente es muy dura y tiene mucho poder y están haciéndole la inflación a Cristina. De todos modos es notable cómo está la Argentina. Nadie puede ignorar que el mundo se está hundiendo y acá ni se notó la crisis. Está Mercedes Marcó del Pont en el Central... es un gobierno de mujeres fuertes. También está Nilda Garré. Es notable. Me hubiera encantado una fórmula Cristina-Garré. Pero acá, con el machismo que hay... Lo que pasa es que esta gente ve que con Cristina se compra autos cero kilómetro, va a veranear, y tiene miedo de perder eso. Todo esto es por la guita, nada por la ideología. No hay ideología. Macri no exhibe ideología. No hay plataformas electorales. Macri gana con Jaime Durán Barba. ¿Cómo puede ser que venga un tipo que sea un internacional de las campañas políticas, cómo es la cosa? ¿El tipo conoce todos los países a los que va, conoce sus tradiciones, sus modismos políticos, sus costumbres, sus hábitos? No, no conoce nada, el tipo tiene un esquema de cómo se gana elecciones, es como una máquina. Y Macri se le presta bárbaro. Porque está con los globos y baila muy bien. ¡Cómo no va bailar bien si se la pasó bailando diez años durante el menemismo! ¡Es increíble, Dios mío! ¡Berlusconi!–¿Por qué en una época en que se reivindica que la política volvió a formar parte de la mesa de los argentinos, surge un personaje de las características de Miguel Del Sel?–Porque la política volvió pero para el lado del cristinismo. Y ya está estigmatizada porque te dicen: “La Cámpora es Montoneros”. ¿Cómo van a ser los montoneros si repudian la violencia? La política volvió de lado del peronismo cristinista. Que no es cualquier peronismo, porque el de Duhalde es otro.–¿Cuáles son las diferencias entre uno y otro?–Cristina va más a fondo que Néstor, es más de izquierda o así será la etapa en que ella se juega. Cristina hereda o sigue la línea del camporismo, que es algo que horroriza a la derecha, que supone que Cámpora fue un gobierno de los montoneros. Todo un disparate. La historia argentina está trazada de mentiras. El gobierno de Cámpora fue un gobierno de 45 días de democracia total, de libertad, de alivio, de decir “al fin, este es un país”. ¡Entraban los libros de Marx! Para los derechistas, venía la subversión. Pero con Cámpora hay libertad total y va Righi y da el gran discurso ante la policía que retoma Garré cuando saca las chapas del comisario Alberto Villar de la escuela de policía. Y pensar que el tercer Perón, que fue bien jodido, fue quien había puesto a Villar y no podía ignorar quién era, un tipo formado en la Escuela de las Américas, un hijo de la OAS.–¿Y Cristina retoma el espíritu de aquel gobierno camporista?–Sí. El discurso de Righi es un gran discurso sobre los derechos humanos. Da un gran discurso ante 500 comisarios, que eran todos torturadores, y les dice: “Ustedes van a tener que seguir cuidando el orden pero ese orden cambió. No se puede vejar a una persona bajo ningún aspecto”. Yo comparo el discurso de Righi con lo que hizo Garré, que sacó las chapas de Villar y Falcón. –¿Esa irreverencia tiene que ver con la condición de género o es el propio modelo?–Es el modelo que tiene Cristina, basándose en los derechos humanos, en que la policía debe integrarse. No puede haber una escuela que se llame Alberto Villar, un notorio torturador. Es como que a una escuela de policía le pongan Luis Patti.–Sin embargo, los gobiernos siempre negocian. Usted contó que se distanció de Néstor Kirchner cuando comenzó a acercarse al aparato del PJ porque se convertiría en Eduardo Duhalde.–Y fijate lo que le costó. Se metió en el aparato, lo sacó a Duhalde pero tuvo que trenzar con Luis Barrionuevo. En un mail que él me manda, me dice que a Barrionuevo lo necesitaba, que no le fuera con esa historia. Y a los ferroviarios los banca porque son parte del aparato y tiene que trabajar con esa gente. Y al bancarlos, toda la gente de Altamira le tira el cadáver de Mariano Ferreyra. Es muy grave porque parece que Kirchner se murió por Mariano. Él, desde que asumió, dijo que no le iba a pegar a nadie. Quería un gobierno sin ningún muerto. De pronto se muere este pibe y la izquierda y el PO lo acusan de estar dentro del aparato que lo lleva a avalar la línea ferroviaria que estaba reprimiendo la huelga. Es cierto, pero es el costo de las manos sucias. Si se metía, tenía que avalar muchas cosas que no le convenía avalar. Pero, desde afuera del aparato, este lo hubiese tirado.–La pregunta sería entonces si se puede gobernar sin el aparato.–Exacto. Esa es la gran cuestión y no tiene respuesta. Si gobernás fuera del aparato, no podés gobernar. Y si lo hacés desde adentro, terminás avalando a esos matones ferroviarios que matan a cualquiera, en cualquier momento y te tiran el muerto a vos. Y a un tipo tan sensible como Néstor, eso lo liquidó.–En este contexto, ¿cómo vislumbra el futuro del Gobierno?–Ojalá Cristina gane en octubre. Yo estoy preocupado, pero imagino que va a ganar. Cristina parece más renuente a manejarse con el aparato. Ya les paró el carro, lo va a manejar desde más lejos. Néstor se metió mucho. Pero lo tenía a Duhalde. Cristina también lo tiene, aunque más debilitado. De todos modos, este pueblo está en un estado tal de locura que es capaz de votar a Duhalde para presidente. Después de lo de Miguelito Del Sel, puede pasar cualquier cosa.–¿No ve ninguna oposición auténtica, con proyección, como el frente que lidera Hermes Binner, por ejemplo?–No. Binner no tiene carisma ni fuerza. Últimamente se me desdibujó mucho. Binner es demasiado tranquilo, no creo que tenga garra. La que tiene más garra es Cristina. Y la distancia como cuadro político entre Cristina y todos los demás es sideral. –¿Es la misma presidenta que antes de la muerte de Néstor Kirchner?–No. Cristina dio un salto impresionante. Con lo cual se puede deducir que Kirchner la opacaba o la frenaba en algunas cosas. O también que, como todos esperaban que se cayera, ella demostró que tiene un orgullo legítimo y notable. Dijo: “No me caigo nada, el dolor no es debilidad”. Y fue para adelante. No mostró ninguna debilidad, le queda muy bien el negro, no perdió el sentido del humor, sus discursos siguen siendo brillantes, no cejó su lucha contra Clarín, avanzó con los cambios respecto de la policía y el nuevo ministerio, por ejemplo. A Néstor no le importaba mucho la política territorial, le importaba más la mediática. Nadie gobierna inocentemente, como dice el personaje de Sartre.–Eso también lo transmitió en su libro El Flaco.–El Flaco es un libro sobre la teoría de las manos sucias, igual que la obra de Sartre. Es una relectura. Es la conversación entre un intelectual y un político que le dice que para gobernar se debe ensuciar. Mi idea no era un delirio: proponía un gobierno de centroizquierda basado en la gente de las asambleas y negociar con el aparato desde ahí. No meterse en él. Pero la respuesta del político es la de siempre: no se puede gobernar inocentemente y ustedes, los intelectuales, siempre quieren estar limpios y con la conciencia moral serena. Entonces le dije que lo hiciera, que yo me iba a apartar pero que iba a estar cerca de la orilla. Después, seguí atacándolo a Néstor desde Página 12. Y se enojó, me escribió un mail y no nos vimos más.–¿Y habla con la Presidenta?–No, nunca tomé un café con ella en todo su gobierno.–¿Por qué?–Yo tuve dialogo con Néstor al comienzo del gobierno. En la primavera kirchnerista. Después ya no. Después apareció Carta Abierta.–Hoy por hoy a Carta Abierta le cuestionan el haber tratado de polemizar sobre las razones que llevaron a Filmus a cosechar pocos votos en la ciudad y que permitieron el ascenso de Del Sel en Santa Fe. ¿Considera que contribuye la existencia de un espacio como Carta Abierta?–Sirve como espacio, hay gente muy valiosa. Yo no estoy muy de acuerdo con el estilo de los documentos que sacan. Su obligación es ser claros si quieren llegar al pueblo. Pero por allí está Horacio (González), a quien quiero muchísimo y con quien hago muchas cosas. Ahora vamos a presentar el libro de Sandra Russo sobre Cristina, con Ricardo Forster.–Lo podrían acusar de ser parte de la crispación que dicen que fomenta Cristina...–El asunto de la crispación es un invento. Acá hay una editorial como Perfil que publica Noticias, y Noticias es una revista panfletaria, capaz de inventar cualquier cosa. Como también lo hacen los diarios hegemónicos. Los diarios ya no informan pero han llegado a la mentira, lo cual es mucho más grave. Por ejemplo, las radios reprodujeron muchas de las protestas de la 125. ¿Y de quiénes son las radios? Las radios son de los medios, de los grandes medios. Básicamente, el Grupo Clarín tiene un gran andamiaje radial, televisivo y gráfico. Y este es el primer gobierno que se le enfrenta. En realidad, es el primer gobierno peronista después del primer Perón que combate al capital. Porque desarmar un monopolio sí es desarmar al capital. El neoliberalismo se expresa dominando el mercado, concentrándolo. Lo que tiene de trágico la política neoliberal es que concentra la economía y mucha gente queda afuera. Entonces se produce el problema de los inmigrantes que quieren entrar y estos no los quieren dejar entrar, los reprimen, levantan muros. ¿Qué sociedad es esa?–Previamente dijo “ya no existen los diarios que informen”. ¿Es una falacia la idea de un periodismo objetivo?–A ver, 6, 7, 8 da su versión de la realidad, aunque creo que cometió el error de repetirse, como Clarín. Y mirá de lo que sirvió que siempre le pegaran tanto a Macri, que mostraran tantos videos... Al final, el tipo ganó las elecciones. Es un buen programa pero dan su visión de la realidad. Lo que pasa es que hay sectores empresariales muy potentes en los que los periodistas ni siquiera tienen libertad para decir o hacer. ¿Quién va a hacer eso en Clarín? Magnetto no creo. Fontevecchia, tampoco.–Hablando de Magnetto. ¿Cuál es su opinión respecto del caso de los hermanos Noble Herrera?–No seguí mucho el caso pero me parece evidente lo que pasa. Están pataleando con el asunto del ADN y se presentaron cuando la coyuntura fue favorable, preelectoral. Ahora, si vos me preguntás a mí, por el sentido común, siempre supimos que esos chicos eran apropiados. Como se apropiaron Papel Prensa, algo que ya habían contado en el libro Decíamos ayer. Hay cada artículo de Clarín que te querés morir... La gente no lee esa clase de libros pero ahí está todo, hasta los artículos que publicaba Mariano Grondona. Hay un artículo, “Meditación del Elegido”, sobre López Rega, por el que habría que mandarlo preso al tipo. Es un cómplice de los delitos de lesa humanidad de la Triple A. Dice: “López Rega está haciendo la tarea que nadie quiere hacer pero que hay que hacer”. ¿Qué le decís a un tipo que publica algo de eso? ¿Tiene responsabilidad o no en los crímenes de la Triple A? ¡Está avalando a López Rega! Y se llama “Meditación del Elegido”. El “elegido” es López Rega.–¿Nos falta hacer una autocrítica como sociedad?–No existimos como sociedad. Ninguna sociedad existe como tal. Están divididas. Hay clases pobres y ricas, clases que no son ni del todo pobres ni del todo ricas. Hay marginados, delincuentes. Y los delincuentes son una nueva forma de la clase obrera. Los que empobrecieron a esa gente ahora quieren seguridad porque como los empobrecieron, ahora los convirtieron en delincuentes, resultado de diez años de menemismo.–En esa misma lógica, también entraron las críticas a las Madres de Plaza de Mayo, cuando salió a la luz el caso Schoklender.–Eso es canallesco. Lo más puro que tiene la Argentina y muchos olvidan que gracias a las Madres no hubo venganza. Es curioso. No hubo una sola venganza y hubo, para mí, treinta mil desaparecidos. Yo no discuto esa cifra. No hubo una venganza porque están las Madres de Plaza de Mayo que piden justicia, que piden por la vida y son un símbolo de la vida. Además, ¿qué piensa esta gente? ¿Que la Argentina está fuera del mundo? Las Madres son respetadas en todo el mundo, las reciben como heroínas de una lucha. Había que tener mucho coraje para salir en julio del ’77 a la calle. Ese era el terror. Nadie iba a salir. Y lo hicieron las Madres y les dijeron las locas de Plaza de Mayo, por dar vueltas a la plaza todos los jueves, cuando en 1977 mataban a cualquiera. No se les puede faltar el respeto a esas mujeres, así se haya equivocado Hebe o no. Yo nunca estuve de acuerdo en muchísimas cosas, como con lo que dijo de la ETA, de las Torres Gemelas, de la visita a Ahmadinejad, de que tuviera a Schoklender al lado. Pero de ahí a cuestionarlas por esto, es otra cosa. Es una indecencia. Las Madres merecen un gran respeto. El país no sabe lo que tiene con las Madres y las Abuelas. Alguna vez les van a dar un Premio Nobel. Esta gente luchó por la paz, por la concordia, por no matar, por la no violencia.–¿Es otra manera de atacar al gobierno de Cristina?–Creo que todos quisieron tirar al gobierno de Cristina con la 125, ver qué arañaba cada uno de eso. Además, no fue nuevo que estuviera también la izquierda: estuvo en el ’45 con la Unión Democrática, por qué no va a estar en el 2008 con la Sociedad Rural. Palacios, Repetto, Américo Ghioldi, los radicales... Esa gente desfiló con la Unión Democrática y ellos tenían sus motivos, creían que eran los aliadófilos que luchaban contra el nazismo que era Perón. Entonces se cae en esas confusiones históricas, se da un encuadre equivocado porque Perón no era el nazismo ni ellos ya eran los aliadófilos porque la guerra había terminado. Esta gente salía creyendo, como Victoria Ocampo, que iban a la lucha contra el nazismo. Y Perón era muy piola porque se dio cuenta de que nadie representaba a los migrantes internos, a los negritos que habían inundado la ciudad, entonces dice: “Ahí tengo mi sujeto político”. Eso es un político que ve una coyuntura clara.–¿Y cuál es el sujeto político del kirchnerismo?–Muy buena pregunta... ¿Hay sujetos políticos ahora? No hay. El sujeto político que va a votar ahora por Cristina, va a votar por la guita y la buena administración del país.
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