domingo, 18 de septiembre de 2011

"LO PEOR QUE LE PUEDE PASAR A LA MURGA ES PERDER LA CREDIBILIDAD"



Antes del estreno de su nuevo espectáculo La comedia del barrio, Raúl Castro, líder de la tradicional murga uruguaya Falta y Resto, habla del presente político y artístico en toda Latinoamérica.


Por Sebastián Feijoo


Nosotros entendemos a la mur­ga como un género vivo, con un futuro que tenemos que encontrar todos los días. Abrazamos su historia riquísima y su identidad, pero no podemos encerrarnos en eso. Sería una manera de traicionar a la murga misma. Por eso salimos al mundo, abrimos nuestras cabezas y tratamos de aprender y sumar nuevos elementos. Con los muchachos nos propusimos llevar nuestros proyectos a todos los países de habla hispana. Así incorporamos ritmos e ideas, nos nutrimos y le escapamos a esa perspectiva que interpreta a la murga como una forma de evocar algo que ya sucedió”, dice Raúl Castro, líder de la mítica agrupación uruguaya Falta y Resto.A Castro no le falta reconocimiento ni trayectoria. Fundó La Falta –como la llaman sus seguidores– en 1980, en plena dictadura uruguaya. Claro que no eran tiempos de alegría ni de expresión libre. Pero Castro y “los muchachos” lograron hacer su camino rico e influyente minimizando el impacto de la censura y las restricciones a las fiestas populares. Más de 30 años después, Falta y Resto realizó giras por buena parte del mundo, 25 espectáculos diferentes, más de treinta discos, videos, cientos de canciones y propone, todavía, más proyectos.En todo este tiempo también construyó una relación muy especial con la Argentina. Relación que va mucho más allá de la empatía entre Buenos Aires y Montevideo. Su primer show del año fue un concierto multitudinario en Córdoba, luego le siguió una gira patagónica, que la llevó a diversos destinos del sur del país y la participación en el acto del 25 de Mayo en Casa Rosada. “Como decía Alfredo Zitarrosa ‘los uruguayos y los argentinos tocamos los mismos asuntos’”, explica Castro, alias Tintabrava, con un tono calmo y di­dáctico al que se hace imposible no relacionar con el del “maestro” Óscar Washington Tabárez.Falta y Resto presentará su espectáculo La comedia del barrio el próximo sábado, en el Luna Park. Miradas al Sur habló con Raúl Castro de la murga, el aporte de La Falta, el presente de Latinoamérica y mucho más.–¿Cuáles son las particularidades de La comedia del barrio?–Es un espectáculo que venimos presentando desde hace casi un año y realmente nos está dando muchas satisfacciones. Vamos a tener invitados especiales como Malena D’Alessio, que nos acompaña con su arte rapero fusionado con la murga. También se sumarán la cantante coscoí­na Paola Bernal y la tanguera uruguaya Francis Andreu. Nos gusta generar estos vasos comunicantes entre diferentes músicas de raíz.–¿Y qué temáticas tocan las letras?–Temas de la actualidad y la política. Nosotros tenemos como forma de trabajo analizar el presente para fabricar alegrías inteligentes, profundas y duraderas. El espectáculo tiene mucho espacio para la crítica social. Hablamos de los valores que estamos dejando a la juventud y hay un tema muy irónico que se llama La billetera. También jugamos con una supuesta venta del Uruguay a los Estados Unidos y todo lo que lo conllevaría convertirse en un estado más de esa superpotencia. Son momentos que disparan muchas risas, pero al mismo tiempo se incluyen denuncias políticas y reflexiones. Tenemos muy en claro que trabajamos con un género que trasmite alegría, pero sin perder de vista el mensaje.–¿No puede parecer contradictorio ponerle los límites de un espacio como el Luna Park a un espectáculo de murga?–Si fuera lo único que hiciéramos, sí. Nos estaríamos encriptando. Pero nosotros lo entendemos como una opción más en un recorrido muy amplio que mayoritariamente se alimenta de actuaciones al aire libre y cielo abierto. Lo malo sería que por agarrar un camino nos olvidáramos del otro. Ahí ya entraría a dudar de mí mismo. Lo peor que le puede pasar a la murga es perder credibilidad. Pero afortunadamente no tenemos ese problema. También decidimos presentarnos nuevamente en el Luna Park porque expresa un momento muy importante. No sólo de Falta y Resto sino del movimiento murguero en general.–¿Cómo definiría este momento?–Como muy potente. La murga hoy es un movimiento que crece día a día. Tanto en la Argentina como en el Uruguay. Después de un siglo de desarrollo ahora se comienza a entender de una forma cada vez más profunda. Y venir al Luna es una especie de reafirmación de la importancia que está teniendo el género en esta parte de América. Cada vez se interesan más jóvenes. No sólo que van a ver espectáculos. Investigan, escuchan y quieren participar. Todo eso es muy importante porque también significa un compromiso de identidad.–¿Al sumar mujeres al espectáculo buscan romper con la tradición machista de la murga?–Es nuestro humilde aporte, sí. Hasta que este año ingresó Malena, Falta y Resto nunca había incorporado una voz femenina. Le dimos un lugar muy importante en el espectáculo por su talento y valor simbólico. Fue un gran hallazgo porque su trabajo es realmente excelente. Además de ser una gran rapera es una gran letrista y poeta –ver recuadro–. Durante 60 o 70 años la murga fue un género casi exclusivamente masculino. La murga como el tango son géneros que comienzan desde el machismo. En sus comienzos el tango sólo se podía bailar entre hombres. Con la murga pasaron cosas parecidas. Evidentemente, nació como una expresión de sociedades de corte machista. Pero de la misma forma que las sociedad se fueron abriendo paulatinamente, lo mismo pasa con el ambiente de la murga.–¿Qué diferencias encuentra entre la murga uruguaya y la argentina?–La murga llegó desde Cádiz (España) y se fue nutriendo de muchas fuentes. De lo afro, de la poética del tango, de las escuelas teatrales de la región, de lo circense, del humor. La murga uruguaya es una murga de antro, en el sentido teatral. Necesita tener entretenido al espectador más de media hora. La murga argentina es una murga de desfile: se expone breves instantes pasando frente a los espectadores. O sea, tienen objetivos y formas de desarrollo diferentes, pero son muy similares desde lo ideológico porque provienen de una misma esencia popular y tratan de modificar desde la alegría. Cada una tiene sus particularidades y yo pienso que eso es bueno porque nos permite aprender lo unos de los otros.–Falta y Resto tiene una trayectoria de 30 años y nació en plena dictadura uruguaya. ¿Cómo fueron aquellos inicios?–Difíciles, muy difíciles. Pero mucho menos que para un montón de músicos y artistas uruguayos, que lo sufrieron mucho más. Nosotros tuvimos la suerte de cumplir un papel de apertura porque convivimos con los últimos cinco años de la dictadura. Entonces, nuestro rol fue muy hermoso: abrir ventanas más allá de los condicionamientos y persecuciones. En aquel entonces ya nos dimos cuentas que teníamos entre las manos un instrumento de construcción que no sólo servía para pelear contra una dictadura sino para transformar la realidad en alegría.–¿Por qué considera que durante las dictaduras se persiguió más a las murgas que a otros géneros?–Las dictaduras se ensañaban con las murgas porque sabían dónde estaba el enemigo más fuerte. Los pueblos también se defienden desde la cultura. Yo soy de los que entienden que las armas más importantes son las de la educación, no las que matan gente. Los opresores entendieron que el pueblo expresándose es el peor enemigo que pueden tener, por eso perseguían a las murgas. Decididamente no querían al pueblo en la calle. La murga moviliza desde lo colectivo. Eso me parece que es sustancial para entender donde están los amigos y los enemigos. Pero no se dieron cuenta que la censura es como un escorpión que se pica con su propia cola: lo que se censura inevitablemente termina creciendo. De alguna forma, esas persecuciones generaron más mística e identificación.–Aquellos fueron los momentos más duros. ¿Cuáles fueron los más felices?–El recorrido de Falta y Resto es muy largo y rico en anécdotas, momentos y circunstancias. Pero decididamente me quedo con el presente. Es un momento de crecimiento, de un montón de sueños hechos realidad. Y estoy convencido de que se viene un momento todavía más importante. La murga va a llegar a todos los países de habla hispana. Por eso nos tenemos que plantear como seguir creciendo, pensando y construyendo. Coincide con un momento de mucha esperanza para Latinoamérica. En la que se hace cada vez más notoria una conciencia continental y nosotros podemos hacer un aporte valioso en esa dirección.–La relación entre Montevideo y Buenos Aires tiene mucha tradición. Pero ustedes también giran por el interior argentino.–Es verdad. En Córdoba, Rosario, Santa Fe y Paraná podemos decir que somos locales. La gente nos quiere mucho por allí y vamos seguido para mantener esa relación. Pero también hicimos una gira por la Patagonia que fue muy linda. La verdad, sólo tengo agradecimiento para con el pueblo argentino que nos da trabajo, cariño y valora lo que hacemos. Eso nos hace sentir orgullosos porque trabajamos en cada obra con muchísimo compromiso y convicción.

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