EL PROGRAMA QUE APUNTALA LA IDENTIDAD DE INDIGENAS Y CAMPESINOS. En la región del Chaco, y con aportes de la Unión Europea, el programa Nativo busca fomentar las actividades autóctonas vinculadas con los bosques. De ese modo intentan poner freno a la deforestación y a la migración de campesions y comunidades.
Apuntalados por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), campesinos criollos, indígenas y organizaciones rurales de base trabajarán en un programa dirigido a “fomentar los múltiples usos del bosque autóctono” con un objetivo claro: reducir la deforestación en la Ecorregión Chaqueña. Al mismo tiempo, el proyecto, denominado Nativo, plantea frenar la migración del campesinado, desplazado por el actual “modelo sojero”. Talleres educativos, emprendimientos laborales de carácter local, reportes ambientales y control del desmonte se combinan en esta iniciativa, financiada por la Unión Europea, que durará hasta 2015. Nativo es un programa de carácter binacional y tiene su correlato en la Ecorregión Valdiviana de Chile, afectada por la industria del pino. En dos semanas, la propuesta será presentada en el Congreso de la Nación.
En su fundamentación, el plan señala que "el modelo agroexportador" argentino promovió “un tipo de uso del suelo (agrícola-ganadero), dejando de lado el manejo de los bosques nativos por parte de campesinos”, sobre todo en regiones marginales como el Chaco. Sostenido en el tiempo, este sistema desembocó en que esos sujetos rurales padezcan “conflictos con la tenencia de la tierra, desaparición del hábitat de la fauna silvestre y fumigaciones aéreas con agroquímicos”. Puntualmente, hace referencia a las provincias de Formosa y Santiago del Estero, al norte de Santa Fe y San Luis, este de Salta, Tucumán, La Rioja y San Juan, norte y oeste de Córdoba, y noroeste de Corrientes. Como ejemplo del impacto de este modelo se cita el caso de Santiago del Estero, provincia en la que, entre 1999 y 2007, se desmontaron 1.625.126 hectáreas de bosque autóctono.
Para contrarrestar esta depredación, Nativo plantea tres líneas de trabajo denominadas componente Social, Económica y Política. Desde esas perspectivas se abordan cuestiones ambientales, productivas y legales, que como “objetivo de fondo” apuntan a acompañar la aplicación de la Ley de Bosques (26.331), explicó Ariel Medina, director de Nativo en Argentina.
A través de la Componente Social, técnicos de la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf) –un colectivo formado por organizaciones campesinas, docentes e investigadores– dictan talleres desde donde surgen los planes de manejo sustentable del bosque nativo. Entre las quince experiencias piloto hay lugar para el desarrollo ganadero mediante la utilización de sistemas silvopastoriles, las prácticas apícolas y la recuperación (o el refuerzo) de conocimientos ancestrales respecto del aprovechamiento de la fauna y la flora nativa. “La desaparición del monte es pérdida de identidad. Para frenar eso, la clave es que las comunidades se organicen”, planteó el director Social, Miguel Brassiollo (Redaf).
En esa lógica, está proyectado que las asociaciones de campesinos ingresen sus productos, derivados del manejo sostenible del bosque, a un “sistema de certificación, tal como hace Chile con su leña”. Esto “permite mejorar el acceso a los mercados” de la producción rural familiar, explicó Medina. Ahí aparece la denominada Componente Económica, que está bajo la órbita del INTA. En representación del organismo, Marcelo Navall contó que la tarea que emprende implica desde “definir estándares de calidad de los productos” hasta “concientizar a la población y sensibilizar a la cadena productiva”, sobre la importancia de que exista producción con un origen ambientalmente sustentable.
Entre 2011 y 2015, en el marco del Programa REDD de Naciones Unidas –inversiones para reducir las emisiones de dióxido de carbono producto de la deforestación y la degradación de bosques en el mundo–, la Unión Europea aportará más de 3 millones de euros para ambos países. La propuesta argentino-chilena fue elegida por la UE entre más de doscientas de todo el mundo. Para ampliar el desarrollo del programa también se buscará financiamiento en las partidas dispuestas para la aplicación de la Ley de Bosques.
Desde la denominada Componente Política, los integrantes de Nativo trabajarán en el monitoreo del desmonte. Las fuentes de información surgirán de laboratorios de la Facultad de Agronomía de la UBA, que aportarán imágenes satelitales, y de bancos de datos del INTA. Una de las coordinadoras del área, Ana Alvarez (Redaf), indicó que esos reportes “apuntalarán a los decisores políticos” en materia de bosques, para que actúen en consecuencia. Asimismo, la información “fortalecerá, desde lo técnico, las luchas territoriales de las organizaciones de base”.
“El proyecto impulsa el uso múltiple del bosque nativo como alternativa al monocultivo de soja”, conceptualizó Brassiollo sobre Nativo. En sintonía, Alvarez planteó que el fin es “detener el avance de la frontera agropecuaria”. El actual modelo –enfatizó– “no deja nada en la vida de las personas que habitan el monte”.
Apuntalados por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), campesinos criollos, indígenas y organizaciones rurales de base trabajarán en un programa dirigido a “fomentar los múltiples usos del bosque autóctono” con un objetivo claro: reducir la deforestación en la Ecorregión Chaqueña. Al mismo tiempo, el proyecto, denominado Nativo, plantea frenar la migración del campesinado, desplazado por el actual “modelo sojero”. Talleres educativos, emprendimientos laborales de carácter local, reportes ambientales y control del desmonte se combinan en esta iniciativa, financiada por la Unión Europea, que durará hasta 2015. Nativo es un programa de carácter binacional y tiene su correlato en la Ecorregión Valdiviana de Chile, afectada por la industria del pino. En dos semanas, la propuesta será presentada en el Congreso de la Nación.
En su fundamentación, el plan señala que "el modelo agroexportador" argentino promovió “un tipo de uso del suelo (agrícola-ganadero), dejando de lado el manejo de los bosques nativos por parte de campesinos”, sobre todo en regiones marginales como el Chaco. Sostenido en el tiempo, este sistema desembocó en que esos sujetos rurales padezcan “conflictos con la tenencia de la tierra, desaparición del hábitat de la fauna silvestre y fumigaciones aéreas con agroquímicos”. Puntualmente, hace referencia a las provincias de Formosa y Santiago del Estero, al norte de Santa Fe y San Luis, este de Salta, Tucumán, La Rioja y San Juan, norte y oeste de Córdoba, y noroeste de Corrientes. Como ejemplo del impacto de este modelo se cita el caso de Santiago del Estero, provincia en la que, entre 1999 y 2007, se desmontaron 1.625.126 hectáreas de bosque autóctono.
Para contrarrestar esta depredación, Nativo plantea tres líneas de trabajo denominadas componente Social, Económica y Política. Desde esas perspectivas se abordan cuestiones ambientales, productivas y legales, que como “objetivo de fondo” apuntan a acompañar la aplicación de la Ley de Bosques (26.331), explicó Ariel Medina, director de Nativo en Argentina.
A través de la Componente Social, técnicos de la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf) –un colectivo formado por organizaciones campesinas, docentes e investigadores– dictan talleres desde donde surgen los planes de manejo sustentable del bosque nativo. Entre las quince experiencias piloto hay lugar para el desarrollo ganadero mediante la utilización de sistemas silvopastoriles, las prácticas apícolas y la recuperación (o el refuerzo) de conocimientos ancestrales respecto del aprovechamiento de la fauna y la flora nativa. “La desaparición del monte es pérdida de identidad. Para frenar eso, la clave es que las comunidades se organicen”, planteó el director Social, Miguel Brassiollo (Redaf).
En esa lógica, está proyectado que las asociaciones de campesinos ingresen sus productos, derivados del manejo sostenible del bosque, a un “sistema de certificación, tal como hace Chile con su leña”. Esto “permite mejorar el acceso a los mercados” de la producción rural familiar, explicó Medina. Ahí aparece la denominada Componente Económica, que está bajo la órbita del INTA. En representación del organismo, Marcelo Navall contó que la tarea que emprende implica desde “definir estándares de calidad de los productos” hasta “concientizar a la población y sensibilizar a la cadena productiva”, sobre la importancia de que exista producción con un origen ambientalmente sustentable.
Entre 2011 y 2015, en el marco del Programa REDD de Naciones Unidas –inversiones para reducir las emisiones de dióxido de carbono producto de la deforestación y la degradación de bosques en el mundo–, la Unión Europea aportará más de 3 millones de euros para ambos países. La propuesta argentino-chilena fue elegida por la UE entre más de doscientas de todo el mundo. Para ampliar el desarrollo del programa también se buscará financiamiento en las partidas dispuestas para la aplicación de la Ley de Bosques.
Desde la denominada Componente Política, los integrantes de Nativo trabajarán en el monitoreo del desmonte. Las fuentes de información surgirán de laboratorios de la Facultad de Agronomía de la UBA, que aportarán imágenes satelitales, y de bancos de datos del INTA. Una de las coordinadoras del área, Ana Alvarez (Redaf), indicó que esos reportes “apuntalarán a los decisores políticos” en materia de bosques, para que actúen en consecuencia. Asimismo, la información “fortalecerá, desde lo técnico, las luchas territoriales de las organizaciones de base”.
“El proyecto impulsa el uso múltiple del bosque nativo como alternativa al monocultivo de soja”, conceptualizó Brassiollo sobre Nativo. En sintonía, Alvarez planteó que el fin es “detener el avance de la frontera agropecuaria”. El actual modelo –enfatizó– “no deja nada en la vida de las personas que habitan el monte”.
Informe: Leonardo Rossi.
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