Por Exequiel Siddig y Francisco Yofre.
La vuelta de los jóvenes a la política, una bocanada de aire.La saludable gran sorpresa de esta movida política estudiantil es ésa, que hay una gran movida política estudiantil en ebullición. Aunque en muchos casos la intenten velar con viejas caracterizaciones de los jóvenes. “Vagos”, “borrachos”, “quilomberos”, “drogadictos”, “infiltrados”, “hacen política”.
Bullrich se fue a recuperatorio
“Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante. Y, el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, pero no en la historia viva de su tierra.” (Rodolfo Walsh)
Contra la guerrilla estudiantil
Un informe de inteligencia del macrismo compararía a la militancia estudiantil porteña con “la guerrilla juvenil chavista”. El documento, publicado por un portal electrónico porteño a partir de una supuesta filtración PRO –pero desmentido como cierto por el Jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta–, centra toda su carga conspirativa en la denominada Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (Cues).
Escuelas porteñas en crisis edilicia
No tenemos gas, apenas unos caloventores que no podemos encender porque salta la térmica. No podemos dar clase por el frío. ¿Nos pueden ayudar?”. El mensaje de auxilio, tan sucinto como desesperado, llegó a última hora del jueves pasado, vía e-mail, a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Lo remitían desde la escuela Carlos Vaz Ferreira del barrio de Flores. Denuncias como éstas llegan a diario al área de Educación del organismo que ya registró 56 establecimientos educativos con problemas de calefacción, en las puertas del invierno.
Ángela Pradelli: “Para leer en el aula hay que abrir el libro”El docente tiene que plantearse leer en el aula. Y para leer en el aula hay que abrir el libro. No hay otra cosa. A mí lo que me provoca dolor, es el docente que no lee en el aula creyendo que los chicos después no van a leer. Y ahí me parece que está la ruptura más grande, lo que hay que solucionar. Puede ser que no lean, pero también puede ser que lean. Nadie lo sabe. Nadie sabe qué va a pasar con esos chicos cuando terminan la escuela. Entonces hagamos esto ahora: leamos en clase”, plantea Ángela Pradelli, con un tono armonioso y un fraseo sereno que no endulza la urgencia de sus palabras.
Tema 1, tema 2: la educación a examenEntre el 9 y el 20 de agosto, se llevará a cabo el Operativo Nacional de Evaluación, una prueba estandarizada a estudiantes de primaria y secundaria, que permite obtener resultados sobre los desempeños de los alumnos y los factores que inciden en ellos, escolares y extraescolares, como el nivel socioeconómico.
Hablan los dirigentes de las agrupaciones de secundarios que protagonizan el conflicto educativo. El primer día, entré al secundario preguntando donde estaba el centro de estudiantes”, cuenta Aldana Martino (16, 4º año de la Claudia Falcone), cuyos papás se quedaron a dormir en el colegio durante las tomas que se hicieron en 26 escuelas porteñas, la semana pasada. Victoria Vivanco (18, Pellegrini, 6º Sociales) recuerda que su padre Beto, un militante de Libres del Sur, la hizo participar de la política en las calles desde niña: “En 2001 estuve en los cortes, fui a las marchas toda mi vida”. Santiago “Ocho” Barreiro cursa 6º año de Humanísticas en el Nacional de Buenos Aires y los de la generación precedente ya dicen que es “un cuadrazo”. “Mi viejos son médicos de hospitales públicos; son egresados de la promoción ’76 del Buenos Aires, cuando hubo 40 desaparecidos”. Desde 2008, todos ellos participan de la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (Cues), que fue creada a propósito del intento del gobierno de Mauricio Macri por quitar 30 mil becas.
Después de la siesta de los ’90, parece retornar un estudiantado que no está dispuesto a ser ganado vacuno que va derechito y sin chistar al recorte presupuestario ni pone el pescuezo para la cultura adulta protopunk, la que les dice que no hay futuro.
“Cuando entré al Esnaola, no había centro de estudiantes; entre 2005 y 2010 hicimos seis tomas”, dice Ramiro Yordan, que cursa 5º año.
Melisa Ortega tiene 18, cursa 4º del Avellaneda y a pesar de que sus viejos “son más derecha”, igual la apoyan. “Mi vieja estuvo reacia a que quedara a dormir en el colegio, pero prefiere eso a que esté todo el día frente a la compu bajando fotos en Facebook”. Con otra experiencia familiar, puede entenderse a Fernando Ramal cuando dice que “el problema con los viejos es el exceso de comunicación”. Es que es hijo de Marcelo Ramal, importante dirigente del Partido Obrero, y todavía recuerda los cánticos de las marchas cuando apenas era un niño. Ana tiene 18 años y va al 5º año del Julio Cortázar. Quedó última en la lista, pero con sólo escucharla los adultos que piensan que ésta es una generación perdida se quedarían boquiabiertos. Más, avergonzados.
–En 2008, se dijo que había problemas de presupuesto y nos sacaban 30 mil becas a los estudiantes. Eso sí despertó como una efervescencia, tomamos más de 17 colegios y se logró que nos devuelvan 15 mil becas. Fue una victoria. Y quiere decir que el movimiento secundario haciendo política, discutiendo y defendiendo lo que corresponde, consigue sus reivindicaciones. Ahora, la tarea que nos planteamos es cómo hacemos para que este movimiento secundario no sólo vaya por las reivindicaciones puntuales sino que se organice y tenga una decisión permanente contra toda política de privatización de la educación. ¿Cómo hacemos para generar esa constancia crítica en los estudiantes?… Es un proceso.
En esta nota, Miradas al Sur quiso reproducir las discusiones en la Cues, la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios. ¿Quiénes son, cómo piensan la educación pública, por qué tomaron las escuelas? (Nota del cronista: Créame y lea hasta el final: emociona.)
1. La política de/en la toma
–¿Se consideran herederos de luchas estudiantiles pasadas? Con estas tomas pareciera que pasaron a la ofensiva. . .
Aldana: –Ya desde hace muchos años el movimiento estudiantil tiene una presencia, es un actor político. De hecho, hay procesos políticos muy fuertes, como el Cordobazo, que encabezaron los estudiantes. Arrastramos toda una historia de movimiento estudiantil que sí tuvo un corte muy fuerte en los ’90, pero la serie de procesos que desató la crisis del 2001 incentivó de nuevo el querer salir a luchar y pedir lo que nos corresponde. Nosotros cargamos la mochila de los estudiantes de hace muchos años.
Victoria: –El contexto que hay hoy en día en la Capital Federal con el gobierno de Macri también fortalece este activismo. Es un gobierno que ataca permanentemente todo lo que es público, no sólo la educación. Lo ataca de manera poco inteligente. Es tan de derecha que los pibes sienten un rechazo total, lo palpan.
Ramiro: –Comparto lo de que no fue un movimiento espontáneo. Toda la resistencia con toma de facultades y secundarios que hubo en los ’90 contra la Ley de Educación Federal –que buscó municipalizar el presupuesto educativo, dejando quebradas a las provincias– logró que esa ofensiva no pasase. Hoy, todos los procesos posteriores a 2001 se dan juntos en la lucha. Toda esa política de vaciamiento educativo produjo en los secundarios una base reivindicativa amplísima. Los problemas edilicios en los colegios se multiplicaron por tres. La experiencia de 2008, que se hayan tomado 15 colegios, que se haya formado la Cues, es como el gran precedente a esto. Ahora nos queda pendiente la tarea de seguir expandiéndolo. Quedan miles de colegios en el país y en Capital que están destruidos y que se tienen que sumar.
Santiago: –En cierto sentido, me parece que es una lucha ofensiva porque el problema edilicio es crónico, y hoy los estudiantes decidieron movilizarse. Pero en otro sentido, es defensiva si uno piensa que el Gobierno de la Ciudad ejecutó el 7 por ciento del presupuesto y se recortó el 50 por ciento para infraestructura. Me parece que hoy se llega a esta toma por un nivel de coordinación y discusión política que no sólo parte de secundarios argentinos, sino de un resurgimiento de los pueblos a nivel continental, que es tomado de una u otra forma por los gobiernos. Los estudiantes somos parte de ese pueblo, hijos de la movilización popular de 2001. A nuestra movilización se la puede entender como una oposición al neoliberalismo y a la desaparición del Estado para la mercantilización de la educación. También es volver a coordinar algo que se descoordinó a fuerza de asesinatos y palazos.
Fernando: –Desde 2001, si bien el proceso se había cerrado, quedó latente, y uno lo ve en que la Federación Universitaria no la dirige más Franja Morada sino que está en manos de la izquierda. Inclusive los centros secundarios son corrientes de izquierda que están planteándose luchar. Igual, creo que todavía le falta a la lucha para llamarse ofensiva. El desafío es nacionalizar “el estudiantazo” y que se empiece a ver que la educación no es un problema de la ventana sino que es una crítica de conjunto. Ver si podemos alcanzar algo parecido a lo que hicieron los estudiantes chilenos, “los pingüinos”, que salieron todos juntos a pelear por su sistema educativo. Ése es el desafío que estamos dispuestos a tomar.
2. 2001, “Estudiantazo” y Cromañón
–Linda palabra, “estudiantazo”. ¿La dicen todo el tiempo?
Aldana: –Con el tema de la toma en 2005, fue una consigna.
Santiago: –Crónica le puso “el estudiantazo” y quedó así.
Ramiro: –En 2005, se tomaron colegios secundarios por cuestiones edilicias y lo que tuvo de diferente a este proceso es que fue de manera muy desorganizada e hizo que el propio movimiento tenga un límite. Las luchas terminaron aisladas, aunque fue un despertar.
Fernando: –Tengamos en cuenta que 2005 fue el año después de Cromañón. A partir de la crisis edilicia, estando muy latente eso, los estudiantes se empezaron a organizar.
–Ustedes son la generación trágicamente hija de Cromañón. Pelear por la pared y el techo hoy es una cuestión de vida o muerte, también. ¿Los corrieron por izquierda diciendo que eran reformistas?
Ana: –En realidad, en los diferentes momentos históricos se ataca a la juventud. En los ’70 la destruyeron: “Juventud que piensa, que quiere cambio, la eliminamos”. Ahora, ya viene estropeada desde los ’90: “No podemos permitir bajo ningún punto de vista que la juventud levante la cabeza y se fije más allá de la tele, de la compu”. Lo de Cromañón era un espacio donde iban jóvenes... ¿Por qué no se le pone el cuidado necesario a un lugar donde acuden los jóvenes?
Santiago: –Cuando hay un techo que se cae del aula de un jardín, como pasó en el Normal 6 hace poco, si uno se plantea que es una lucha reformista es un ciego. Estás luchando por la vida de un pibe de cuatro años que va al jardín.
Ramiro: –Más que hijo de Cromañón me siento hijo del Argentinazo, de todo el proceso de 2001 y previo a 2001, porque durante septiembre y octubre hubo una toma de colegios secundarios que fue como el prenuncio del movimiento popular del 19 y 20 de diciembre. Después de eso, vinieron la recuperación de la Federación Universitaria, los centros de estudiantes de la universidad en manos de la izquierda y la conformación de centros de estudiantes secundarios, que en los ’90 no eran tan comunes salvo en el Pellegrini, Buenos Aires, Moreno o Acosta. Lo que nos marca a fuego no es Cromañón, sino el proceso del Argentinazo.
Victoria: –Hay que reconocer que el 19 y 20 eran en su mayoría pibes, y a los que mataron fueron jóvenes. En 2002, en el Puente Pueyrredón cuando mataron a Maxi y Darío, también eran pibes. Todo está relacionado con el tema de la juventud y lo estudiantil. Me parece que nuestra tarea como militantes políticos, para no tener un prejuicio o algo así, es llevar a cabo esa relación. Los pibes de Cromañón o los que mata todos los días la policía en la calle, la Bonaerense y la Federal, muchas veces son pibes que no están en colegios. En general están afuera, no están en la universidad, en el ámbito estudiantil, pero son pibes de nuestra edad. Mi tarea como militante es poder relacionar permanentemente la juventud y ponerla en el marco de la criminalización permanente que nos hacen, tanto por ser estudiantes que toman colegios, como por ser pibes que se organizan en un barrio, hacen una murga, un taller o van a comer algo y los cagan a tiros.
Ana: –O los meten presos, les hacen millones de causas por el hecho de que roban o fuman paco cuando los que hacen que roben o fumen paco son los mismos que después los meten presos.
3. Volviendo a organizar lo colectivo
–Una diferencia con las tomas en los ’90 y en 2005 es la colectivización de la protesta. ¿Cómo llegaron a coordinar la acción de 26 colegios?
Fernando: –Fue un esfuerzo muy grande. Cuando empezamos la reunión de La Coordinadora éramos diez representantes de colegios, como mucho. Hubo que ponerle mucha garra, salir a patear los colegios que estaban más cerca. Si bien hay 26 colegios que se tomaron, los que participaron del movimiento fueron muchos más. Al congreso de la Coordinadora fueron 40 colegios (de 250 que hay en la Ciudad). Pensar que en la Coordinadora saltamos de 10 a 40 escuelas es un salto cualitativo. Me parece que el reclamo se pudo extender porque es justo. Uno no puede criticar el reclamo si ve que hay 26 colegios tomados, porque evidentemente es un síntoma. No creo que a Macri le preocupe darnos 140 millones de pesos en obras porque no es un gasto que le haga algo al Estado; lo que hoy no puede es ceder ante la juventud organizada. Si cede, pasa lo mismo que pasó en 2008, cuando recuperamos las 15 mil becas. Al tipo, seguir con esto le complica mucho más su gobierno, porque si hay algo que no quiere Macri es una ciudad organizada para luchar por lo que es justo.
Ramiro: –Las 26 tomas son resultado de un largo proceso de experiencia dentro de los propios colegios. El tema fue haber colectivizado el problema, dar un debate en común. El fenómeno es que logramos unificar de una manera u otra el debate. Hay quienes no lograron ocupar, no vivieron una experiencia en común y no lograron unificar el diálogo con el resto de los colegios. Tal es el caso de la zona donde yo milito, en Chacarita, donde el único colegio organizado era el Esnaola, que se tomó la semana pasada. Con el Comercial 24 y la Técnica 36, que son colegios vecinos, venimos desde hace dos semanas organizando y haciendo reuniones de delegados en el hall de la Estación Lacroze.
–¿Parados?
Ramiro: –Nos sentamos ahí en rondita, porque las autoridades de los colegios son malas (risas). Hoy hicimos un corte de calle los tres colegios juntos y ya está votado que si el lunes no tenemos respuesta, el martes vamos a ocupar los tres colegios. La última semana se había ocupado uno. La experiencia común logra establecer el debate común, algo clave en todo este proceso.
Victoria:–Es importante dar las discusiones políticas pero no sectorizarlas. Este año, supimos aglutinar la Coordinadora, la gran mayoría de pibes, por una reivindicación tan genuina como es la pelea por la educación pública en condiciones dignas.
–¿Cómo funciona la Cues?
Victoria: –Todos los sábados a las 3 de la tarde desde principio de año, en la parte techada del estacionamiento de la Facultad de Ciencias Sociales de UBA, Paraná y Azcuénaga. Es un representante por colegio con derecho a un voto. Si es la idea de todos, el representante tiene el mandato base de respetar la decisión de todos. No es personal, trae el voto de todos, o de la asamblea o como ellos decidan.
Melisa: –Funcionamos con un mandato de base, flexible. Es un voto a conciencia y con debate, para que sea la voluntad genuina de cada colegio. Yo puedo llevar un mandato y si otro colegio lleva otro, vuelve a bajar a mi colegio y se ve, se compara. La idea es buscar la lucha conjunta y hacer la medida en conjunto.
–Las tomas fueron votadas en los 26 colegios entonces.
Ana: –Es necesario recalcar que desde marzo venimos haciendo diferentes movilizaciones, pidiendo reuniones con el ministro… Nosotros veíamos que no había respuesta. Después de cortes de calle, de marchas, es la toma de colegios.
Fernando: –Me parece que si la movilización es tan grande es porque hay una necesidad en los colegios. En segundo lugar, me parece que con la lucha, las tomas, la gente avanza en una conciencia, una politización que no se da de otra manera. La cuestión de la toma está insertada culturalmente en los pibes ahora. Uno se enfrenta a un gobierno donde tiene que salir a rebatirlo, discutirlo, organizarse. Vos en un colegio sentís que estás formando parte de la realidad cotidiana, tenés que hacer una asamblea, organizar la seguridad… En los colegios resurge un activismo y sabemos que muchos de nosotros que estamos en quinto nos vamos a ir pero ese activismo va a seguir luchando.
Santiago: –A la universidad se la ve como un lugar de paso y lo que tenemos que pensar nosotros es en vivir la universidad. Lo mismo pasa con la escuela. Uno está 5 horas, no le gusta lo que estudia, se va y es eso. Hay una visión negativa, no te gusta quedarte en la escuela. Cuando uno toma el colegio, lo que está haciendo es ocupar ese espacio, vivirlo, decir “la escuela pública soy yo en este momento, estoy con los estudiantes” y se dan cosas muy lindas. Como mi colegio no estuvo tomado, estuve pasando por distintos colegios, bancándome las horas, y te hacés amigos, generás debates. Se recupera un lazo social que está perdido, el de la solidaridad, que para mí es fundamental en esta lucha.
–El ministro Esteban Bullrich dijo el martes pasado en la Legislatura que la toma de las escuelas es “ilegítima”, “porque eso es atacar derechos de terceros”, “atenta contra la discusión de la escuela pública”. ¿Qué le responden?
Victoria: –El tipo habla como si nosotros le estuviéramos haciendo daño, como si fuéramos externos a la escuela, a los problemas que tiene la escuela. Nosotros somos estudiantes, pibes que vamos todos los días al colegio, docentes que van a enseñar todos los días y no cobran el sueldo. La educación pública en general somos nosotros y no él que va todos los días al ministerio con una estufa y un aire acondicionado. Nosotros sufrimos permanentemente la destrucción de lo público. El macrismo ataca a todo lo público porque me parece que su proyecto es privatizar todo y dejarlo para unos pocos. La toma es hacer propio el concepto y el espacio de la escuela pública. Aparte, la gran mayoría de los docentes nos acompañan. Lo que atenta contra terceros es su política; nosotros seríamos los terceros en todo caso.
Ramiro: –Muchos centros de estudiantes se lograron consolidar con la toma de colegios y a partir de enfrentar la lista negra que pidió el machismo. Durante su gobierno, Bullrich nunca aumentó los presupuestos en relación a inflación y priorizó el financiamiento de la educación privada sobre la pública. Me resulta chistoso que diga que lo atacamos cuando nosotros somos los atacados.
Ana: –No se trata de si a él le parece legítima o no la toma; lo que es legítimo es el reclamo y llegamos a esa instancia por una necesidad. La experiencia nos dice que es la única manera de que nos escuchen. Él siempre habla de la voluntad de diálogo del Gobierno. No es que la voluntad de diálogo fue a pesar de la toma, sino que fue por las tomas. Hemos hecho aparecer al ministro de Educación en tres días en el Urquiza, en un colegio de Flores. Eso no hubiese pasado nunca.
Santiago: –Lo interesante fue que el tipo apareció ahí para romper esa toma, porque era un colegio que no tenía tantos problemas edilicios. La respuesta de los pibes ahí fue maravillosa, porque dijeron que se sentaban a negociar si la reunión era con todos. Gracias a eso, le salió al revés a Bullrich y se tuvieron que reunir justamente por la organización que hay.
Aldana: –Más allá del techo o la ventana, existe una discusión en las escuelas que tiene que ver con el contenido educativo, el programa que nos están enseñando y la modificación de lo que pasa dentro del aula para que la educación pase por una relación más estrecha con los docentes, con una participación más grande de los estudiantes en su propia educación. Si lográramos el cambio real y profundo, va a ser para todo el país. Las votaciones en las asambleas suelen ser unánimes o, a lo sumo, de 400 personas habrá 6 en contra. Uno no está perjudicando a otro chico porque la instancia es muy educativa: que pibes de 12 a 18 se hagan cargo de cosas que el ministro de Educación no se hace, que se hagan cargo de su propio colegio, de organizarse para vivir en un lugar que uno está luchando por cambiar, son cuestiones muy educativas. Esto es una instancia que para nada tiene que ver con perder días de clase, todo lo contrario. En mi colegió pasó que el cuerpo docente se quedó desde las 8 hasta las 2 de la mañana en el colegio, siempre apoyando ahí y también los padres. Las declaraciones de Bullrich son cada vez más pobres porque siempre dice lo mismo, los 180 días de clases. Nosotros siempre decimos que para qué queremos los 180 días de clase si no tienen calidad, si no pueden ocuparse de estudiar porque tienen miedo de que se les caiga el techo en la cabeza.
4. Las rateadas por Facebook
–¿Qué piensan de ese fenómeno?
Fernando: –Obviamente nosotros no lo organizamos. Refleja un poco el desinterés que hay de parte de los estudiantes de ir a estudiar. Si hay miles de personas que se reúnen, me parece que pudo haber a nivel nacional mucho más movilización con las rateadas que con lo que conseguimos nosotros. Por eso yo personalmente no le doy la espalda a eso porque entiendo que es normal que los pibes no quieran estudiar, no hay motivaciones. Uno sabe que sale del colegio y probablemente el título no te sirva para nada, vas a laburar en negro… Me parece que los pibes reflejan la crisis educativa que nosotros marcamos. En ese sentido, me parece que los procesos son interesantes y que en vez de castigarlos como se quiere hacer muchas veces, lo que se tiene que analizar es que tiene que haber un cambio de conjunto para que los pibes no se organicen para ratearse y sí para hacer cosas más productivas.
Victoria: –Los pibes no ven a la escuela como si les facilitara o enriqueciera su proyección de vida futura. Los chicos responden al autoritarismo que hay todo el tiempo desde los profesores. Ya la palabra alumno significa “sin luz”, como que el otro te ilumina. Todo eso lo ven los pibes. No hay que poner el foco en que son unos vagos, se quieren ir a tomar una birra, a fumar un faso y nada más. Hay un problema más profundo. Veo sumamente necesario generalizar el tema de qué educación queremos. Hay cosas indefendibles como maestros que escriben en primaria con falta de ortografía gravísimas. Que los pibes no quieran ir al colegio no favorece a nadie… Sí, favorece a ellos, a los que no quieren que los pibes salgan del colegio críticos a la realidad que viven, con un sentido de organización y todo eso.
Ramiro: –Para mí lo de las rateadas fue un anticipo a las tomas. En algún punto expresaron una tendencia en la juventud. La primera es una tendencia a la organización porque no fueron rateadas donde todo el mundo se quedó en su casa durmiendo sino que faltaron todos juntos y fueron a las plazas del poder político. En Córdoba, Mendoza, La Plata fueron hacia esas plazas y no a la de la esquina del colegio a tomar una birra. Segundo, sin lugar a dudas, se mostró una destrucción total de nuestra educación, un régimen educativo que ya se cae a pedazos y no es satisfactorio para nadie. Nadie ve salida en la educación pública de hoy por hoy. Tu vida después de estudiar es una mierda al fin y al cabo. Por último, lo más importante es que detrás de las rateadas se está escondiendo una tendencia general de la juventud y los secundarios a la rebelión, a rebelarse contra las autoridades. La tarea que tenemos que plantearnos nosotros es organizar esa tendencia a la rebelión, transformarla en una cuestión organizada por una cuestión tan simple y complicada a la vez de nacionalizar el estudiantazo.
Victoria: –A la rateada por Facebook hay que tomarla como el resultado de una política de destrucción de la educación desde hace años, desde la dictadura y más atrás también. De para qué queremos una escuela pública y a quién se la vamos a dar. Ahora ni siquiera es para los pobres, hay un montón de pibes que la escuela pública también los excluye. Es importante ver que pasa en todos lados. Pero es más difícil construir esto en el interior porque acá en Capital tenemos un montón de grupos, y las provincias son muy cerradas, están el PJ y la UCR y nada más. Es difícil y está bueno que empecemos a ver cómo reproducirlo en todas las provincias.
Ana: –Aparte, cada uno de nosotros nos ponemos una tarea como militantes más allá del espacio donde nos movamos. Ahora estamos con los secundarios y vamos a hacer todo lo posible para que el movimiento secundario resurja y empiece a hacerse cargo de defender la educación pública. Por eso la necesidad es que se consolide un movimiento secundario que permanezca en el tiempo más allá de los gobiernos. Hoy decimos que el responsable es Macri, pero más allá de él se está destruyendo la educación pública.
Santiago: –Yo voy a dejar de militar en el secundario y voy a empezar en la universidad o en otro ámbito. Pero las ideas no se matan ni egresan del colegio. Está bueno que haya una tendencia a la aparición de nuevas organizaciones. Hay gente que lo puede ver como una división, “ay, mirá lo dividida que está la izquierda”, pero es algo mucho más profundo. Es la necesidad de la gente de organizarse y que organiza en distintos núcleos según la afinidad. Primero, probablemente, se da por amistad porque la militancia secundaria se maneja mucho por la amistad, pero después se van generando distintos sectores políticos que enriquecen mucho el debate.
Ángela Pradelli: “Para leer en el aula hay que abrir el libro”El docente tiene que plantearse leer en el aula. Y para leer en el aula hay que abrir el libro. No hay otra cosa. A mí lo que me provoca dolor, es el docente que no lee en el aula creyendo que los chicos después no van a leer. Y ahí me parece que está la ruptura más grande, lo que hay que solucionar. Puede ser que no lean, pero también puede ser que lean. Nadie lo sabe. Nadie sabe qué va a pasar con esos chicos cuando terminan la escuela. Entonces hagamos esto ahora: leamos en clase”, plantea Ángela Pradelli, con un tono armonioso y un fraseo sereno que no endulza la urgencia de sus palabras.
Tema 1, tema 2: la educación a examenEntre el 9 y el 20 de agosto, se llevará a cabo el Operativo Nacional de Evaluación, una prueba estandarizada a estudiantes de primaria y secundaria, que permite obtener resultados sobre los desempeños de los alumnos y los factores que inciden en ellos, escolares y extraescolares, como el nivel socioeconómico.
Hablan los dirigentes de las agrupaciones de secundarios que protagonizan el conflicto educativo. El primer día, entré al secundario preguntando donde estaba el centro de estudiantes”, cuenta Aldana Martino (16, 4º año de la Claudia Falcone), cuyos papás se quedaron a dormir en el colegio durante las tomas que se hicieron en 26 escuelas porteñas, la semana pasada. Victoria Vivanco (18, Pellegrini, 6º Sociales) recuerda que su padre Beto, un militante de Libres del Sur, la hizo participar de la política en las calles desde niña: “En 2001 estuve en los cortes, fui a las marchas toda mi vida”. Santiago “Ocho” Barreiro cursa 6º año de Humanísticas en el Nacional de Buenos Aires y los de la generación precedente ya dicen que es “un cuadrazo”. “Mi viejos son médicos de hospitales públicos; son egresados de la promoción ’76 del Buenos Aires, cuando hubo 40 desaparecidos”. Desde 2008, todos ellos participan de la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (Cues), que fue creada a propósito del intento del gobierno de Mauricio Macri por quitar 30 mil becas.
Después de la siesta de los ’90, parece retornar un estudiantado que no está dispuesto a ser ganado vacuno que va derechito y sin chistar al recorte presupuestario ni pone el pescuezo para la cultura adulta protopunk, la que les dice que no hay futuro.
“Cuando entré al Esnaola, no había centro de estudiantes; entre 2005 y 2010 hicimos seis tomas”, dice Ramiro Yordan, que cursa 5º año.
Melisa Ortega tiene 18, cursa 4º del Avellaneda y a pesar de que sus viejos “son más derecha”, igual la apoyan. “Mi vieja estuvo reacia a que quedara a dormir en el colegio, pero prefiere eso a que esté todo el día frente a la compu bajando fotos en Facebook”. Con otra experiencia familiar, puede entenderse a Fernando Ramal cuando dice que “el problema con los viejos es el exceso de comunicación”. Es que es hijo de Marcelo Ramal, importante dirigente del Partido Obrero, y todavía recuerda los cánticos de las marchas cuando apenas era un niño. Ana tiene 18 años y va al 5º año del Julio Cortázar. Quedó última en la lista, pero con sólo escucharla los adultos que piensan que ésta es una generación perdida se quedarían boquiabiertos. Más, avergonzados.
–En 2008, se dijo que había problemas de presupuesto y nos sacaban 30 mil becas a los estudiantes. Eso sí despertó como una efervescencia, tomamos más de 17 colegios y se logró que nos devuelvan 15 mil becas. Fue una victoria. Y quiere decir que el movimiento secundario haciendo política, discutiendo y defendiendo lo que corresponde, consigue sus reivindicaciones. Ahora, la tarea que nos planteamos es cómo hacemos para que este movimiento secundario no sólo vaya por las reivindicaciones puntuales sino que se organice y tenga una decisión permanente contra toda política de privatización de la educación. ¿Cómo hacemos para generar esa constancia crítica en los estudiantes?… Es un proceso.
En esta nota, Miradas al Sur quiso reproducir las discusiones en la Cues, la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios. ¿Quiénes son, cómo piensan la educación pública, por qué tomaron las escuelas? (Nota del cronista: Créame y lea hasta el final: emociona.)
1. La política de/en la toma
–¿Se consideran herederos de luchas estudiantiles pasadas? Con estas tomas pareciera que pasaron a la ofensiva. . .
Aldana: –Ya desde hace muchos años el movimiento estudiantil tiene una presencia, es un actor político. De hecho, hay procesos políticos muy fuertes, como el Cordobazo, que encabezaron los estudiantes. Arrastramos toda una historia de movimiento estudiantil que sí tuvo un corte muy fuerte en los ’90, pero la serie de procesos que desató la crisis del 2001 incentivó de nuevo el querer salir a luchar y pedir lo que nos corresponde. Nosotros cargamos la mochila de los estudiantes de hace muchos años.
Victoria: –El contexto que hay hoy en día en la Capital Federal con el gobierno de Macri también fortalece este activismo. Es un gobierno que ataca permanentemente todo lo que es público, no sólo la educación. Lo ataca de manera poco inteligente. Es tan de derecha que los pibes sienten un rechazo total, lo palpan.
Ramiro: –Comparto lo de que no fue un movimiento espontáneo. Toda la resistencia con toma de facultades y secundarios que hubo en los ’90 contra la Ley de Educación Federal –que buscó municipalizar el presupuesto educativo, dejando quebradas a las provincias– logró que esa ofensiva no pasase. Hoy, todos los procesos posteriores a 2001 se dan juntos en la lucha. Toda esa política de vaciamiento educativo produjo en los secundarios una base reivindicativa amplísima. Los problemas edilicios en los colegios se multiplicaron por tres. La experiencia de 2008, que se hayan tomado 15 colegios, que se haya formado la Cues, es como el gran precedente a esto. Ahora nos queda pendiente la tarea de seguir expandiéndolo. Quedan miles de colegios en el país y en Capital que están destruidos y que se tienen que sumar.
Santiago: –En cierto sentido, me parece que es una lucha ofensiva porque el problema edilicio es crónico, y hoy los estudiantes decidieron movilizarse. Pero en otro sentido, es defensiva si uno piensa que el Gobierno de la Ciudad ejecutó el 7 por ciento del presupuesto y se recortó el 50 por ciento para infraestructura. Me parece que hoy se llega a esta toma por un nivel de coordinación y discusión política que no sólo parte de secundarios argentinos, sino de un resurgimiento de los pueblos a nivel continental, que es tomado de una u otra forma por los gobiernos. Los estudiantes somos parte de ese pueblo, hijos de la movilización popular de 2001. A nuestra movilización se la puede entender como una oposición al neoliberalismo y a la desaparición del Estado para la mercantilización de la educación. También es volver a coordinar algo que se descoordinó a fuerza de asesinatos y palazos.
Fernando: –Desde 2001, si bien el proceso se había cerrado, quedó latente, y uno lo ve en que la Federación Universitaria no la dirige más Franja Morada sino que está en manos de la izquierda. Inclusive los centros secundarios son corrientes de izquierda que están planteándose luchar. Igual, creo que todavía le falta a la lucha para llamarse ofensiva. El desafío es nacionalizar “el estudiantazo” y que se empiece a ver que la educación no es un problema de la ventana sino que es una crítica de conjunto. Ver si podemos alcanzar algo parecido a lo que hicieron los estudiantes chilenos, “los pingüinos”, que salieron todos juntos a pelear por su sistema educativo. Ése es el desafío que estamos dispuestos a tomar.
2. 2001, “Estudiantazo” y Cromañón
–Linda palabra, “estudiantazo”. ¿La dicen todo el tiempo?
Aldana: –Con el tema de la toma en 2005, fue una consigna.
Santiago: –Crónica le puso “el estudiantazo” y quedó así.
Ramiro: –En 2005, se tomaron colegios secundarios por cuestiones edilicias y lo que tuvo de diferente a este proceso es que fue de manera muy desorganizada e hizo que el propio movimiento tenga un límite. Las luchas terminaron aisladas, aunque fue un despertar.
Fernando: –Tengamos en cuenta que 2005 fue el año después de Cromañón. A partir de la crisis edilicia, estando muy latente eso, los estudiantes se empezaron a organizar.
–Ustedes son la generación trágicamente hija de Cromañón. Pelear por la pared y el techo hoy es una cuestión de vida o muerte, también. ¿Los corrieron por izquierda diciendo que eran reformistas?
Ana: –En realidad, en los diferentes momentos históricos se ataca a la juventud. En los ’70 la destruyeron: “Juventud que piensa, que quiere cambio, la eliminamos”. Ahora, ya viene estropeada desde los ’90: “No podemos permitir bajo ningún punto de vista que la juventud levante la cabeza y se fije más allá de la tele, de la compu”. Lo de Cromañón era un espacio donde iban jóvenes... ¿Por qué no se le pone el cuidado necesario a un lugar donde acuden los jóvenes?
Santiago: –Cuando hay un techo que se cae del aula de un jardín, como pasó en el Normal 6 hace poco, si uno se plantea que es una lucha reformista es un ciego. Estás luchando por la vida de un pibe de cuatro años que va al jardín.
Ramiro: –Más que hijo de Cromañón me siento hijo del Argentinazo, de todo el proceso de 2001 y previo a 2001, porque durante septiembre y octubre hubo una toma de colegios secundarios que fue como el prenuncio del movimiento popular del 19 y 20 de diciembre. Después de eso, vinieron la recuperación de la Federación Universitaria, los centros de estudiantes de la universidad en manos de la izquierda y la conformación de centros de estudiantes secundarios, que en los ’90 no eran tan comunes salvo en el Pellegrini, Buenos Aires, Moreno o Acosta. Lo que nos marca a fuego no es Cromañón, sino el proceso del Argentinazo.
Victoria: –Hay que reconocer que el 19 y 20 eran en su mayoría pibes, y a los que mataron fueron jóvenes. En 2002, en el Puente Pueyrredón cuando mataron a Maxi y Darío, también eran pibes. Todo está relacionado con el tema de la juventud y lo estudiantil. Me parece que nuestra tarea como militantes políticos, para no tener un prejuicio o algo así, es llevar a cabo esa relación. Los pibes de Cromañón o los que mata todos los días la policía en la calle, la Bonaerense y la Federal, muchas veces son pibes que no están en colegios. En general están afuera, no están en la universidad, en el ámbito estudiantil, pero son pibes de nuestra edad. Mi tarea como militante es poder relacionar permanentemente la juventud y ponerla en el marco de la criminalización permanente que nos hacen, tanto por ser estudiantes que toman colegios, como por ser pibes que se organizan en un barrio, hacen una murga, un taller o van a comer algo y los cagan a tiros.
Ana: –O los meten presos, les hacen millones de causas por el hecho de que roban o fuman paco cuando los que hacen que roben o fumen paco son los mismos que después los meten presos.
3. Volviendo a organizar lo colectivo
–Una diferencia con las tomas en los ’90 y en 2005 es la colectivización de la protesta. ¿Cómo llegaron a coordinar la acción de 26 colegios?
Fernando: –Fue un esfuerzo muy grande. Cuando empezamos la reunión de La Coordinadora éramos diez representantes de colegios, como mucho. Hubo que ponerle mucha garra, salir a patear los colegios que estaban más cerca. Si bien hay 26 colegios que se tomaron, los que participaron del movimiento fueron muchos más. Al congreso de la Coordinadora fueron 40 colegios (de 250 que hay en la Ciudad). Pensar que en la Coordinadora saltamos de 10 a 40 escuelas es un salto cualitativo. Me parece que el reclamo se pudo extender porque es justo. Uno no puede criticar el reclamo si ve que hay 26 colegios tomados, porque evidentemente es un síntoma. No creo que a Macri le preocupe darnos 140 millones de pesos en obras porque no es un gasto que le haga algo al Estado; lo que hoy no puede es ceder ante la juventud organizada. Si cede, pasa lo mismo que pasó en 2008, cuando recuperamos las 15 mil becas. Al tipo, seguir con esto le complica mucho más su gobierno, porque si hay algo que no quiere Macri es una ciudad organizada para luchar por lo que es justo.
Ramiro: –Las 26 tomas son resultado de un largo proceso de experiencia dentro de los propios colegios. El tema fue haber colectivizado el problema, dar un debate en común. El fenómeno es que logramos unificar de una manera u otra el debate. Hay quienes no lograron ocupar, no vivieron una experiencia en común y no lograron unificar el diálogo con el resto de los colegios. Tal es el caso de la zona donde yo milito, en Chacarita, donde el único colegio organizado era el Esnaola, que se tomó la semana pasada. Con el Comercial 24 y la Técnica 36, que son colegios vecinos, venimos desde hace dos semanas organizando y haciendo reuniones de delegados en el hall de la Estación Lacroze.
–¿Parados?
Ramiro: –Nos sentamos ahí en rondita, porque las autoridades de los colegios son malas (risas). Hoy hicimos un corte de calle los tres colegios juntos y ya está votado que si el lunes no tenemos respuesta, el martes vamos a ocupar los tres colegios. La última semana se había ocupado uno. La experiencia común logra establecer el debate común, algo clave en todo este proceso.
Victoria:–Es importante dar las discusiones políticas pero no sectorizarlas. Este año, supimos aglutinar la Coordinadora, la gran mayoría de pibes, por una reivindicación tan genuina como es la pelea por la educación pública en condiciones dignas.
–¿Cómo funciona la Cues?
Victoria: –Todos los sábados a las 3 de la tarde desde principio de año, en la parte techada del estacionamiento de la Facultad de Ciencias Sociales de UBA, Paraná y Azcuénaga. Es un representante por colegio con derecho a un voto. Si es la idea de todos, el representante tiene el mandato base de respetar la decisión de todos. No es personal, trae el voto de todos, o de la asamblea o como ellos decidan.
Melisa: –Funcionamos con un mandato de base, flexible. Es un voto a conciencia y con debate, para que sea la voluntad genuina de cada colegio. Yo puedo llevar un mandato y si otro colegio lleva otro, vuelve a bajar a mi colegio y se ve, se compara. La idea es buscar la lucha conjunta y hacer la medida en conjunto.
–Las tomas fueron votadas en los 26 colegios entonces.
Ana: –Es necesario recalcar que desde marzo venimos haciendo diferentes movilizaciones, pidiendo reuniones con el ministro… Nosotros veíamos que no había respuesta. Después de cortes de calle, de marchas, es la toma de colegios.
Fernando: –Me parece que si la movilización es tan grande es porque hay una necesidad en los colegios. En segundo lugar, me parece que con la lucha, las tomas, la gente avanza en una conciencia, una politización que no se da de otra manera. La cuestión de la toma está insertada culturalmente en los pibes ahora. Uno se enfrenta a un gobierno donde tiene que salir a rebatirlo, discutirlo, organizarse. Vos en un colegio sentís que estás formando parte de la realidad cotidiana, tenés que hacer una asamblea, organizar la seguridad… En los colegios resurge un activismo y sabemos que muchos de nosotros que estamos en quinto nos vamos a ir pero ese activismo va a seguir luchando.
Santiago: –A la universidad se la ve como un lugar de paso y lo que tenemos que pensar nosotros es en vivir la universidad. Lo mismo pasa con la escuela. Uno está 5 horas, no le gusta lo que estudia, se va y es eso. Hay una visión negativa, no te gusta quedarte en la escuela. Cuando uno toma el colegio, lo que está haciendo es ocupar ese espacio, vivirlo, decir “la escuela pública soy yo en este momento, estoy con los estudiantes” y se dan cosas muy lindas. Como mi colegio no estuvo tomado, estuve pasando por distintos colegios, bancándome las horas, y te hacés amigos, generás debates. Se recupera un lazo social que está perdido, el de la solidaridad, que para mí es fundamental en esta lucha.
–El ministro Esteban Bullrich dijo el martes pasado en la Legislatura que la toma de las escuelas es “ilegítima”, “porque eso es atacar derechos de terceros”, “atenta contra la discusión de la escuela pública”. ¿Qué le responden?
Victoria: –El tipo habla como si nosotros le estuviéramos haciendo daño, como si fuéramos externos a la escuela, a los problemas que tiene la escuela. Nosotros somos estudiantes, pibes que vamos todos los días al colegio, docentes que van a enseñar todos los días y no cobran el sueldo. La educación pública en general somos nosotros y no él que va todos los días al ministerio con una estufa y un aire acondicionado. Nosotros sufrimos permanentemente la destrucción de lo público. El macrismo ataca a todo lo público porque me parece que su proyecto es privatizar todo y dejarlo para unos pocos. La toma es hacer propio el concepto y el espacio de la escuela pública. Aparte, la gran mayoría de los docentes nos acompañan. Lo que atenta contra terceros es su política; nosotros seríamos los terceros en todo caso.
Ramiro: –Muchos centros de estudiantes se lograron consolidar con la toma de colegios y a partir de enfrentar la lista negra que pidió el machismo. Durante su gobierno, Bullrich nunca aumentó los presupuestos en relación a inflación y priorizó el financiamiento de la educación privada sobre la pública. Me resulta chistoso que diga que lo atacamos cuando nosotros somos los atacados.
Ana: –No se trata de si a él le parece legítima o no la toma; lo que es legítimo es el reclamo y llegamos a esa instancia por una necesidad. La experiencia nos dice que es la única manera de que nos escuchen. Él siempre habla de la voluntad de diálogo del Gobierno. No es que la voluntad de diálogo fue a pesar de la toma, sino que fue por las tomas. Hemos hecho aparecer al ministro de Educación en tres días en el Urquiza, en un colegio de Flores. Eso no hubiese pasado nunca.
Santiago: –Lo interesante fue que el tipo apareció ahí para romper esa toma, porque era un colegio que no tenía tantos problemas edilicios. La respuesta de los pibes ahí fue maravillosa, porque dijeron que se sentaban a negociar si la reunión era con todos. Gracias a eso, le salió al revés a Bullrich y se tuvieron que reunir justamente por la organización que hay.
Aldana: –Más allá del techo o la ventana, existe una discusión en las escuelas que tiene que ver con el contenido educativo, el programa que nos están enseñando y la modificación de lo que pasa dentro del aula para que la educación pase por una relación más estrecha con los docentes, con una participación más grande de los estudiantes en su propia educación. Si lográramos el cambio real y profundo, va a ser para todo el país. Las votaciones en las asambleas suelen ser unánimes o, a lo sumo, de 400 personas habrá 6 en contra. Uno no está perjudicando a otro chico porque la instancia es muy educativa: que pibes de 12 a 18 se hagan cargo de cosas que el ministro de Educación no se hace, que se hagan cargo de su propio colegio, de organizarse para vivir en un lugar que uno está luchando por cambiar, son cuestiones muy educativas. Esto es una instancia que para nada tiene que ver con perder días de clase, todo lo contrario. En mi colegió pasó que el cuerpo docente se quedó desde las 8 hasta las 2 de la mañana en el colegio, siempre apoyando ahí y también los padres. Las declaraciones de Bullrich son cada vez más pobres porque siempre dice lo mismo, los 180 días de clases. Nosotros siempre decimos que para qué queremos los 180 días de clase si no tienen calidad, si no pueden ocuparse de estudiar porque tienen miedo de que se les caiga el techo en la cabeza.
4. Las rateadas por Facebook
–¿Qué piensan de ese fenómeno?
Fernando: –Obviamente nosotros no lo organizamos. Refleja un poco el desinterés que hay de parte de los estudiantes de ir a estudiar. Si hay miles de personas que se reúnen, me parece que pudo haber a nivel nacional mucho más movilización con las rateadas que con lo que conseguimos nosotros. Por eso yo personalmente no le doy la espalda a eso porque entiendo que es normal que los pibes no quieran estudiar, no hay motivaciones. Uno sabe que sale del colegio y probablemente el título no te sirva para nada, vas a laburar en negro… Me parece que los pibes reflejan la crisis educativa que nosotros marcamos. En ese sentido, me parece que los procesos son interesantes y que en vez de castigarlos como se quiere hacer muchas veces, lo que se tiene que analizar es que tiene que haber un cambio de conjunto para que los pibes no se organicen para ratearse y sí para hacer cosas más productivas.
Victoria: –Los pibes no ven a la escuela como si les facilitara o enriqueciera su proyección de vida futura. Los chicos responden al autoritarismo que hay todo el tiempo desde los profesores. Ya la palabra alumno significa “sin luz”, como que el otro te ilumina. Todo eso lo ven los pibes. No hay que poner el foco en que son unos vagos, se quieren ir a tomar una birra, a fumar un faso y nada más. Hay un problema más profundo. Veo sumamente necesario generalizar el tema de qué educación queremos. Hay cosas indefendibles como maestros que escriben en primaria con falta de ortografía gravísimas. Que los pibes no quieran ir al colegio no favorece a nadie… Sí, favorece a ellos, a los que no quieren que los pibes salgan del colegio críticos a la realidad que viven, con un sentido de organización y todo eso.
Ramiro: –Para mí lo de las rateadas fue un anticipo a las tomas. En algún punto expresaron una tendencia en la juventud. La primera es una tendencia a la organización porque no fueron rateadas donde todo el mundo se quedó en su casa durmiendo sino que faltaron todos juntos y fueron a las plazas del poder político. En Córdoba, Mendoza, La Plata fueron hacia esas plazas y no a la de la esquina del colegio a tomar una birra. Segundo, sin lugar a dudas, se mostró una destrucción total de nuestra educación, un régimen educativo que ya se cae a pedazos y no es satisfactorio para nadie. Nadie ve salida en la educación pública de hoy por hoy. Tu vida después de estudiar es una mierda al fin y al cabo. Por último, lo más importante es que detrás de las rateadas se está escondiendo una tendencia general de la juventud y los secundarios a la rebelión, a rebelarse contra las autoridades. La tarea que tenemos que plantearnos nosotros es organizar esa tendencia a la rebelión, transformarla en una cuestión organizada por una cuestión tan simple y complicada a la vez de nacionalizar el estudiantazo.
Victoria: –A la rateada por Facebook hay que tomarla como el resultado de una política de destrucción de la educación desde hace años, desde la dictadura y más atrás también. De para qué queremos una escuela pública y a quién se la vamos a dar. Ahora ni siquiera es para los pobres, hay un montón de pibes que la escuela pública también los excluye. Es importante ver que pasa en todos lados. Pero es más difícil construir esto en el interior porque acá en Capital tenemos un montón de grupos, y las provincias son muy cerradas, están el PJ y la UCR y nada más. Es difícil y está bueno que empecemos a ver cómo reproducirlo en todas las provincias.
Ana: –Aparte, cada uno de nosotros nos ponemos una tarea como militantes más allá del espacio donde nos movamos. Ahora estamos con los secundarios y vamos a hacer todo lo posible para que el movimiento secundario resurja y empiece a hacerse cargo de defender la educación pública. Por eso la necesidad es que se consolide un movimiento secundario que permanezca en el tiempo más allá de los gobiernos. Hoy decimos que el responsable es Macri, pero más allá de él se está destruyendo la educación pública.
Santiago: –Yo voy a dejar de militar en el secundario y voy a empezar en la universidad o en otro ámbito. Pero las ideas no se matan ni egresan del colegio. Está bueno que haya una tendencia a la aparición de nuevas organizaciones. Hay gente que lo puede ver como una división, “ay, mirá lo dividida que está la izquierda”, pero es algo mucho más profundo. Es la necesidad de la gente de organizarse y que organiza en distintos núcleos según la afinidad. Primero, probablemente, se da por amistad porque la militancia secundaria se maneja mucho por la amistad, pero después se van generando distintos sectores políticos que enriquecen mucho el debate.
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