miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA EDAD DEL AMOR (MATRIMONIAL)






Habitualmente, se discute cuál es la mejor edad de las mujeres para casarse, desde luego con el fin de no quedar como la pobre solterona, para vestir santos. Pero poco se habla acerca del momento ideal para que el hombre contraiga matrimonio. El Anuario de la Mujer (Buenos, Aires, 1930) viene a subsanar esta carencia con sorprendentes revelaciones acerca de esta cuestión, que figuran en un artículo titulado precisamente ¿A qué edad debe casarse un hombre? “Ninguno debe hacerlo antes de los 25”, es la respuesta correcta, sobre todo si tenemos en cuenta el conocido refrán inglés “A young married is a young man marred”, citado en la nota de marras (un joven casado es un joven malogrado).

Es que los varones cambian de gustos con el transcurrir de los años, “y la niña que los enamoró a los 20, los aburre a los 30. Sus ideales, sus necesidades son diferentes. Y llega la tragedia”. Para evitar esta desdichada instancia, pues, ningún varón debe casarse antes de madurar y de convertirse en un adulto, “porque no hay muchacho que sepa cómo se trata a una esposa: se necesita paciencia, prudencia y sutileza para entenderla, algo que no está en condiciones de ofrecer el jovencito”.

Según el artículo del Anuario, si buscamos minuciosamente en la lista de nuestras amistades, hallaremos que “casi todos los maridos vagabundos se han casado muy jóvenes”. Evidentemente, estos señores no vagabundearon lo suficiente ni bailaron bastante ni flirtearon a gusto antes de casarse: “Por consiguiente, a poco de asumir el compromiso matrimonial, actúan como una mariposa atraída por la luz y van a la caza de cuanta niña les salga al paso”. Hay excepciones, pero contadas según el artículo, “ya que se podría afirmar que el 99 por ciento de los jóvenes ricos que se casan antes de los 25, concluye en tribunales de divorcio, y la misma proporción de los pobres, en la ruina”.

Asimismo, es un gravísimo error creer que el hombre se puede casar por primera vez a una edad en que se pasa de maduro. A lo sumo, “el viejo viudo puede volver a casarse con probabilidades de ser feliz, pero no así el viejo solterón: cuando un hombre ya tiene 50 años ha formado hábitos indestructibles y ha adquirido modalidades que para él son más queridas que cualquier mujer”. Pero esto el hombre lo advierte cuando es demasiado tarde y ya dio el sí. Entonces es cuando el ex solterón más o menos feliz, inexperto en las lides matrimoniales, se da cuenta desolado de que tiene que renunciar a sus manías. Por si esto fuera poco, hace otros descubrimientos: “Se horroriza de lo que cuesta mantener a una mujer, y rabia como el prisionero que ha perdido su libertad”. En esa situación desesperada, no es raro que el casado a destiempo se lamente de haber caído inocentemente en una trampa, calce sus esquíes y se vaya a buscar un desahogo en la ladera de una montaña nevada.

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