El 10 por ciento de los 700 mil autos que se producen por año en el país se roban. El dato lo dio esta semana el ministro de Justicia y Seguridad de la provincia, Ricardo Casal. A su lado tenía a los diputados de las comisiones de Justicia y Asuntos Penales y la de Seguridad Interior. En el plenario de comisiones, realizado en el Senado, analizaban medidas para combatir la inseguridad.
No es la primera vez que se trabaja esta problemática. En 2003 ya hubo un intento por fiscalizar los desarmaderos y la comercialización de autopartes mediante una comisión. Fue durante la gestión del ministro de Seguridad provincial Juan Pablo Cafiero. Elena Mariani fue su jefa de gabinete y es experta en el tema. “Tuvimos una política de seis meses de ataque al corazón mismo del negocio, que luego quedó desarticulada. Pero esa política no se continuó y se rearmó rápidamente, porque son delitos recurrentes”, explicó a Miradas al Sur. El senador Miguel Pichetto, en tanto, impulsa actualmente un nuevo proyecto de erradicación de los desarmaderos.
La ex funcionaria de Seguridad fue una de las primeras que puso en cuestionamiento el crecimiento del delito automotor y apuntó a la complicidad de la policía. “Sin el amparo policial no podrían funcionar, hay territorios inmensos de desguase de coches”, confirmó Mariani. “No forma parte de la mitología popular, existió y existe. Hubo, por ejemplo, dos comisarías enteras exoneradas.”
“Se arregla con un policía de confianza o algún comisario para que no aparezca ningún patrullero”, confió una fuente con pasado delincuencial a este diario. Y agregó: “Te liberan por media hora las calles, te dejan tranquilo”. El arreglo es por plata, un porcentaje de lo robado en dinero. “Pero sólo durante poco tiempo, porque el comisario no puede decirle a todos los muchachos que no vayan a esa hora para el barrio.”
En el primer semestre del año fueron hurtados 18.595 vehículos en la provincia de Buenos Aires. La cifra revela que son 103 automotores por día. “Los autos se llevan a cortar y te dan plata”, relata la fuente. “Si hay mucha bronca los dejan por ahí o los guardan hasta que se pare de buscar”. Los precios son bajos: “Por un Gol entero te dan mil pesos, por un Alfa Romeo dos mil o tres mil”, completa el hombre con identidad reservada.
El verdadero negocio empieza en los desarmaderos: la ganancia la tiene el que lo corta y después vende las partes. Se exhiben después en los estantes repletos de los locales de la calle Warnes. Lo cierto es que en los más de quince años de vida que llevan estos negocios, se convirtieron en el punto de referencia para quienes quieran comprar más barato y variado.
“Si te roban el reproductor de música, vas a Warnes a comprarlo a un precio menor, sin importarte si es robado o legal”, explica Luis Vicat a Miradas al Sur, comisario inspector y especialista en seguridad. “Hay que concientizar sobre este aspecto. Lo ideal sería que la clase media no compre lo que es robado -opina Mariani-. El mismo sector que resulta ser víctima de los delitos es el que lo propicia.”
A fines del año pasado, los locales de autopartes, ubicados sobre la avenida Warnes, fueron noticia. Todos los negocios estuvieron bajo la lupa. Sólo en diciembre fueron allanados 50, y se secuestraron 970.000 partes que no tenían su respectiva documentación. Un dato de la Dirección Nacional de Fiscalización de Desarmaderos y Autopartes (Dnfda), dependiente del Ministerio de Justicia, reveló que si se comparaban las cinco marcas de autos más robados con las de los repuestos descubiertos en los allanamientos de Warnes, Wilde y Solano, la lista iba a ser exactamente la misma. Eso puso el grito en el cielo de la Cámara de Comerciantes y Reparadores de Partes de Automotor: acusaron que se los perseguía a ellos en lugar de a los desarmaderos.
Estos negocios son lugares físicos inocultables. Los ilegales están a la vista de cualquier transeúnte. Algunos tienen dimensiones exageradas, como el que se encontró en Garré, en el partido bonaerense de Guaminí. Su patrimonio de repuestos alcanzaba los 30 millones de pesos y hasta que se allanó, en julio de 2003, era el desarmadero más grande de la provincia de Buenos Aires. “No coincido en eliminar los desarmaderos –reflexiona Vicat-. Lo único que haría es aumentar el valor de las piezas y propiciar otro tipo de negocios. Está muy bien que haya un control exhaustivo, pero también hay que pensar que hay desarmaderos legales.”
El ministro Casal afirmó que aumentó el robo a mano armada de autos y bajó el hurto. Y uno de los responsables es el método de ubicación satelital. Es que desde que llegó LoJack en 1998 a la Argentina las cosas cambiaron. La empresa se encarga de localizar y recuperar vehículos robados. Esta empresa se adjudica 250 mil vehículos recuperados, de 4 millones de autos a los que instaló GPS. Pero la delincuencia se modernizó. Muchos de los lugares que se dedican a cortar autos tienen placas de amianto o las paredes revestidas en corcho, como los estudios de grabación de sonido. Así se impide la ubicación del vehículo.
“El robo y la venta de autopartes se da por la connivencia de los sectores de seguridad”, aclara Vicat. “El negocio de la policía estaba en permitir que esos locales funcionen, siendo uno de los eslabones de la cadena. Lo mismo pasa con el robo de autos, que sería el primer paso y el desarmadero el final.”
Pero no es la única salida. Los autos mellizos son otra opción como destino de los robos de autos. Se les pone la misma patente a dos autos distintos, cobrando por duplicado o por muchos más. Y no sólo se duplican por fuera. Los autos mellizos pueden compartir los mismos números de motor y chasis, la carrocería. Cada vehículo tiene un único código de cada parte. Para inscribir un auto o hacer una transferencia de un auto usado –venderlo o comprarlo– hay que presentar un formulario en donde conste que está hecha la verificación técnica del vehículo. Este control obligatorio se realiza en plantas verificadoras habilitadas de la policía bonaerense y Gendarmería Nacional.
Los policías son quienes constatan los números de motor o chasis –la carrocería– y que los vidrios estén grabados con la patente. Se busca que no haya adulteraciones, o sea, que los códigos no estén alterados y que se correspondan con los que tiene la documentación.
El último paso de los delincuentes es hacer firmas truchas, documentos de identidad falsos y engañar al Registro de la Propiedad Automotor al presentar los papeles. La documentación es indispensable para darle legalidad a la circulación del vehículo.
El delito automotor –y sus variados destinos– se convirtió en un negocio que sigue sobre ruedas y que cada vez toma más velocidad.
viernes, 10 de septiembre de 2010
ROBO DE AUTOS: UN NEGOCIO AL AMPARO POLICIAL
La provincia de Buenos Aires puso el foco en una de las principales cajas negras de la bonaerense
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