martes, 7 de septiembre de 2010

FINLANDIA: ESCUELAS DE LAS QUE APRENDER TODO


Los alumnos están al tope del rendimiento y no conocen la repitencia ni la desigualdad. Los docentes cuentan con autonomía y prestigio enormes.


Por Axel Rivas, DIRECTOR DEL PROGRAMA DE EDUCACION DE CIPPEC



Finlandia es el fenómeno mundial de la educación de la última década. En las pruebas PISA de la OCDE, que miden los aprendizajes de los alumnos de 15 años, es el país que logra los mejores resultados del mundo, destacándose en Ciencias y Compresión Lectora. Además, es el país con mayor igualdad en sus resultados entre las escuelas y donde el nivel socioeconómico menos impacto tiene en los aprendizajes.



Sus logros son excepcionales y rompen varios mitos. En primer lugar, el mito de que la calidad y la igualdad son incompatibles. Finlandia demuestra exactamente lo contrario: se aprende más cuanto mayor énfasis se pone en la igualdad. Por ejemplo, Finlandia no separa a los alumnos según rendimientos en aulas o escuelas especiales. La diversidad es condición de mayor complejidad en los aprendizajes.



El otro mito que derrumba Finlandia es el de las reformas pro mercado como atajos hacia la calidad. Finlandia evitó que las pruebas de calidad sean públicas, para que no haya rankings de escuelas y competencia entre ellas; no aplicó sistemas de incentivos de pago por resultados, evaluación externa de los docentes, o flexibilización laboral. Más aún, casi todo el sistema educativo finlandés es público y gratuito; las escuelas privadas son escasas.



En cambio, sus logros se basan en prestigiar la docencia. Sus docentes tienen una formación universitaria de seis años (que incluye una maestría) y se trata de la profesión más buscada del país, aun sin tener sueldos excepcionales. Alcanzar el título de docente es un logro que muestra una extrema disposición de compromiso y capacidad, por eso es tan prestigiosa su función social. Esos docentes con amplia formación tienen una inmensa autonomía: definen buena parte del currículum, eligen los libros de texto para sus alumnos y tienen plena capacidad (y recursos) para organizar la enseñanza. Tan es así que Finlandia decidió eliminar el sistema de inspección escolar, ya que resultaba innecesario con tan buena calidad docente.



Otro pilar educativo finlandés es la noción de justicia. El sistema se apoya en la idea central de que cada escuela es responsable de evitar el fracaso. El mayor énfasis lo ponen en primer grado, donde hay mucho apoyo individualizado. La repitencia es un fenómeno desconocido, todos logran los aprendizajes fundamentales.



Al conocer personalmente el sistema educativo finlandés en un viaje reciente, estas políticas me causaron un gran impacto. Pero nada se comprende sin añadir el contexto.


Socialmente se trata de un país excepcional, donde prima en la gente el valor de la igualdad. Se pagan con orgullo muchos impuestos y no existen desigualdades importantes: Finlandia es una sociedad extraordinariamente justa.



Las lecciones para la Argentina no pueden pensarse en experimentos simplificados de “copiar y pegar”. Un gran aprendizaje es que las políticas de formación docente muestran ser el verdadero motor de todo cambio educativo profundo. Más aún: Finlandia evidencia que la principal política educativa es la lucha contra las desigualdades sociales.
La educación argentina sólo podrá mejorar si todos entendemos que es intolerable el nivel actual de desigualdad. Mientras tanto, la educación pública (gran beneficiaria de la redistribución por vía impositiva) espera que nuestra sociedad despierte.

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