sábado, 22 de enero de 2011

"MI BANDA ACTUAL ES EL MANAL DE AHORA"


El Indio Solari cantó un tema suyo en Tandil, y el Chizzo (de La Renga) subió a tocar cuando lo nombraron ciudadano ilustre. Tiene material nuevo grabado.

Por Jua Manuel Strassburger


Llega a El Zaguán, clásico reducto del under porteño, desde Berazategui, el lugar donde vive desde hace varios años, donde hace poco lo declararon Ciudadano Ilustre. “Fue muy lindo”, cuenta Javier Martínez. “Porque Chizzo de La Renga subió a tocar dos temas y toda la gente se plegó a cantar con nosotros. A esta altura del campeonato, estas cosas me vienen muy bien. Porque las tomo como un homenaje de la gente, del pueblo. Lo mismo lo del Indio, cuando en el show de Tandil arrancó con ‘Jugo de Tomate’”, relata con una sonrisa.

–¿Cómo te enteraste?
–Por Internet. Soy un jovato con swing (risas). La verdad que me encantó el reconocimiento. Los Redondos me gustan; es una banda que toca rocanrol de verdad. Y el Indio es uno de los mejores cantantes que tenemos. Por su voz, que es fina y personal, y por sus letras. Me asombró que ante un concierto tan multitudinario empezara con una canción mía. No lo conozco personalmente pero me gustaría encontrármelo personalmente para decirle gracias.
Los que atienden El Zaguán, donde esta noche arranca con una serie de recitales, escuchan las palabras del cantante y baterista con atención. Y es lógico: no todos los días se tiene la oportunidad de asistir a una extensa charla con uno de los fundadores no sólo del rock nacional sino del rock en castellano a secas. Del mundo. Si Litto Nebbia es responsable de “La Balsa”, un hito que dio vuelta al continente y catapultó a Los Gatos como una suerte de Beatles latinos, Javier Martínez puede jactarse de un logro no menor: dotar de identidad nacional a aquellos primeros pasos. Porque con su grupo Manal, en temas como “Avellaneda Blues”, “Porque hoy nací” y “Blues de la amenaza nocturna”, le puso le puso dicción y vocabulario porteño a la pintura blusera del Riachuelo o al derrotero urbano de fines de los sesenta, cuando la policía salía a cazar melenudos por la ciudad para encerrarlos en una seccional.
–¿En algún momento te afectó la figura del prócer? ¿Cada canción nueva tenía que tener el peso histórico de aquellas de Manal?
–A mí me parece bien que el público te exija. Yo mantengo mi línea. Incorporé estilos nuevos. En el disco Basta de boludos incorporé jazz latino, mezclé rumba con jazz, mantuve el swing. Un prócer es Manuel Belgrano o San Martín. Yo soy músico. Por eso me niego a los reportajes históricos, porque son una forma de matarte en vida.
Después de la época de La Cueva, antes de asentarse en Berazategui, Javier giró por el mundo. Se instaló en México, los Estados Unidos y por último en España, donde vivió varias temporadas.
–¿Cómo te afectó viajar tanto?
–Bueno, nunca formé una familia, por ejemplo.
–¿Lo lamentás?
–No. Ya me había propuesto viajar y vivir de la música. Y ahí, en esa decisión, abandoné todo plan de formar una familia. No era compatible con mi plan de viajero musical. Quería conocer el mundo, tocar por todos lados y lo hice. En Europa me terminé de profesionalizar. Aprendí teoría, aumenté mi capacidad técnica con la batería y estudié más la guitarra, todo el aspecto de acordes. Me enriquecí.
–¿Cómo tomaban tus colegas europeos tu condición de pionero del rock en castellano?
–En España se enteraron, pero a nivel underground. El que trascendió ahí es Moris, que les enseñó a rockear en castellano cuando ellos pensaban que no se podía. Me acuerdo que una vez los llevé a casa y puse los discos de Manal, Moris, Almendra. ¡Se daban vuelta, no lo podían creer! Decían ‘¡Joder tío! ¡esto es la hostia!’ Un giro copernicano.

Pese a ser célebre por Manal, Javier Martínez tiene una muy buena discografía solista. Sus lanzamientos son espaciados, pero sólidos. En cada uno de sus discos, el cantante y baterista mostró una evolución de su estilo grave y existencial hacia mixturas cada vez más latinas, aunque sin abandonar nunca rl gusto por el swing y el más primario rock and roll. “Ahora tengo tres discos listos para editar. Uno de versiones, otro de temas nuevos y otro en vivo con el trío que tengo con Maxi Delli Carpini en guitarra y Edgardo Palotta en bajo. Algo de ese material se puede escuchar ya en mi MySpace”, cuenta. “Lo más probable es que edite ese material de forma independiente, porque no quiero que me pase lo mismo que con Basta de boludos, que la compañía lo cajoneó y no le dio ninguna oportunidad”.
–Ese disco lo sacaste en 2003. ¿Qué es ser un boludo hoy?
–¿Hoy? Hacer un piquete. Porque al piquete yo te lo entendía antes, cuando empezó, en Neuquén. O en Salta, con el Perro Santillán, y tenía un sentido. Eso estaba muy bien. Fue histórico y estuvo plenamente justificado: habían dejado mucha gente en la calle. Pero ahora, si te corta la luz Edesur, no podés ir y cortar una calle. Andá al local de ellos y hacé un quilombo bárbaro. Pintá todo el local, tocá el bombo, volvelos locos, pero no vayas y cortes una ruta porque eso no tiene nada que ver. Es dirigir mal la protesta.
–Manal se separó al poco tiempo y sólo tuvo una reunión breve en 1981. ¿Por qué nunca más se volvieron a juntar?
–Porque Claudio Gabis reunió a Manal y después lo rompió yéndose y diciendo locuras como que el grupo no tenía convocatoria, a dos meses después de haber llenado Obras. También dijo que no quería tocar mas en un país del tercer mundo. O que yo no tenía nivel técnico para tocar con él. Un montón de locuras.
–¿Y desde entonces no lo volviste a ver?
–No. Yo no puedo hablar más con ese tipo así.
–O sea que hace más de 30 años que no hablás con él.
–No, ni le voy a hablar. Para mí no existe.
–¿Nunca más se cruzaron?
–No, ni me voy a cruzar. Es el enemigo. Enemigo de él mismo. Porque con esa locura que hizo se suicidó artísticamente. Porque el Negro Medina y yo quedamos muy mal heridos pero sobrevivimos y hoy tenemos una carrera solista. ¿Pero la carrera solista de Gabis dónde está? Se fue a Brasil, después España y ahora dirige un conservatorio. ¿Ese era su destino? ¿Ser profesor de música? La verdad que lo que hizo fue suicida para él y asesino para nosotros. Nos pudrió la carrera a los tres. Y yo no tengo nada que hablar con un tipo que hace una cosa así.
–¿Y si te llamara para...?
–(interrumpe) Lo que preguntan todos: no. La banda que tengo ahora es tan superior al Manal histórico que dudo mucho que Claudio Gabis pueda tocar hoy como toca Maxi Delli Carpini. Y esto sin ofender a Gabis, que es un gran músico. Pero me parece que agarró para otro lado. Por eso no entiendo la vieja historia de reunir a Manal. Manal se reunió en los ‘80, él lo rompió, y después nunca más. Segundas partes nunca fueron buenas, y terceras son un asco. Es más, hoy por hoy yo tengo una carrera muy buena y hasta estoy agradecido de que él haya querido dejar de tocar conmigo porque estoy mucho más cómodo con gente que tiene que ver conmigo y no con un tipo inseguro, que titubea, que no sabe en qué país quiere vivir ni con quién quiere tocar. Ojo: igual lo quiero mucho, lo respeto y le deseo lo mejor. Pero a los nostálgicos les digo: Manal no necesita reunirse. Mi banda actual es el Manal de ahora.
–¿Cómo es tu relación actual con Alejandro Medina?
–Sigo amigo, sigo amigo, porque nunca tuvo una actitud destructiva respecto a mí. Es un tipo talentoso. Toca bien y canta bien.
–Y más allá de la música, ¿cómo se llevan? ¿Son de llamarse cada tanto, preguntarse cómo están?
–No mucho, porque tenemos estilos de vida muy distintos. Pero cuando nos vemos nos damos un gran abrazo. Cualquier cosa que necesite el Negro, sabe que voy a a estar a disposición suya.





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