Por Pedro Irigoyen
Bienvenidos a un nuevo Pelado Cordera. Místico, espiritual, artesanal, purificando el alma, limpiando rencores, buscando amor sin renegar de su pasado, sus miedos y sus demonios. El tipo que desde su refugio en La Paloma, Uruguay, se abraza a la alegría de la cumbia y bucea en el mar la canción introspectiva en su nuevo disco, “La caravana mágica”. El que armó una nueva banda con Juanito El Cantor, la producción de El Chávez -ex Árbol-, la voz “sanadora” de Soema Montenegro, las hermanas de sus ex compañeros de Bersuit, nuevos amigos y el registro de la voz de sus niños en algún tema. Hoy disfruta de tocar a la gorra o en clubes de barrio. Encontró inspiración en rituales musicales con ayahuasca y baile colectivo. Pasen y vean.
¿Cómo nace tu nueva banda? Cuando nace “Suelto”, y comienzan los ensayos, la banda estaba conformada, entre otros, por Pepe Céspedes y Osky Righi. No sabía qué iba a pasar con esa formación. A los pocos ensayos, Pepe y Oski se empiezan a poner mal y un día me dicen: “Mirá loco, la verdad queremos hacer rock, otra música. Armate otra banda”. Uno a uno se empezaron a ir todos y fue un colapso. Sentí la necesidad de conformar un proyecto cuyo único requisito fuera estar con gente de buen corazón, agradecida, sin oficio ni experiencia. Lo llamé a “El Chacho” Piriz y a Pepe Oreggioni, que son dos amigos con los cuales jugaba mucho en La Paloma. A uno, para que toque la guitarra, y al otro, para que toque el bajo. Y como ni bajo tenía, compramos uno. Sacamos conciertos como podíamos, para llevar adelante el disco.
¿Y El Chávez y Juanito El Cantor? A El Chávez lo descubrí en el trabajo que hizo con Socio -una del gratas sorpresas de la música oriental-, y lo invité a la Paloma. El trajo a Juanito El Cantor y a Matías Ruiz. Estuvimos jugando en La Paloma durante el invierno del año pasado, tocando en clubes y barrios marginales de La Paloma, donde están los antiguos pescadores. Fuimos a improvisar con la gente y se fue conformando una comunión musical. Y empezamos a soñar. Nunca había intimado con otras personas que no fueran mis compañeros de la Bersuit, y sentí que había un alma muy poderosa ahí. Días y noches enteras. Juanito con su computadora y su guitarra; Chávez también, con otra gente, que venía y jugaba con nosotros.
¿Cuál es la clave de esta química? Son pibes que tienen de 25 a 35 años, dos generaciones posteriores a la mía. Con plasticidad para distintos géneros. No los podés encasillar en ningún lado. Me dieron vida. Quién sabe dónde va a salir eyectado esto. Es hermoso, es muy lindo. El disco tiene magia y espíritu.
Y está bastante cumbiero también.
Sí, es que a mi me gusta mucho la cumbia. Hay cuatro. Experimenté mucho y todas son totalmente distintas. Hay electrónica, hay cumbia con elementos de milonga y tanguera, te vas a encontrar con la cumbia que tiene característica de kermés y milonga campera, y te vas a encontrar con una cumbia de tipo norteña. El género, lo que tiene de poderoso, es que es tan laxo, tan plástico, que puede albergar a cualquier otro. La cumbia es muy poderosa. Es la música donde se encuentran lo indígena y lo negro de Latinoamérica y todo el cordón cordillerano. El laburo rítmico de El Chávez le dio volumen, profundidad y baile.
Y tiene sus momentos de reflexión también ...
Es que nos tomamos el tiempo, intimamos mucho. Convivimos un mes todos juntos, hombres y mujeres, en San Luis. El disco tiene mitad de energía masculina y mitad femenina. Van a conocer a Soema Montenegro, que es sanadora con la voz. Hay mucho compromiso con las letras, con las melodías, con el trabajo. Y, fundamentalmente, no es un proyecto a largo plazo. Es corto, es presente, nos juntamos porque tenemos ganas.
No se prometen amor eterno.
No hay casamiento, es una de las experiencias que aprendí en veinte años de estar en una banda. El amor es presente, no es para siempre, no tiene nada que ver con el compromiso. ¿Cómo hacés para deberme amor para siempre? Este tiempito, este momento, haremos los conciertos que tengamos ganas de hacer, que podamos, llegaremos hasta donde nos lleve. La clave está en la calidez humana, de ahí surge la musicalidad. Podés saber un montón de armonías y escalas, pero si no ponés el corazón y las ganas, no suena. Y esta gente suena, tiene un sonido. Estamos felices.
¿Quizás sea en los shows en vivo cuando más extrañes a tus ex compañeros de la Bersuit? En este momento, cuando empecé a sentir mi alma y mi corazón, me gusta estar en ritos musicales donde estamos en la misma vibración. En este momento, encontré la misma vibración con mis compañeros. Con La Bersuit yo ya no tenía esa vibración. Alguna vez tuve otro tipo de vibraciones, fue un viaje muy pasional, emotivo, alocado, desenfrenado, hermoso. Lleno de color, de energía y de pasión. Hoy, yo no tengo esa energía, estoy en otro nivel de profundidad. Estoy más conectado con las sensaciones, con lo sensible. Para darte un ejemplo, pasé del pogo al baile. Aquello se transformó en swing, en otra cosa. El reclamo, o el ver afuera de mí a mi enemigo se transformó en encontrarlo dentro de mí. El escribir sobre distintas circunstancias fuera de mí me hizo volver a escribir desde mí, haciéndome cargo y responsable de lo que escribo;poniendo el cuerpo y el alma. La transformación fue en muchos sentidos. Con mi transformación y el correrme del lugar, de cierta manera convoqué con mi energía a otra gente.
¿En qué momento sentiste la necesidad de un cambio espiritual? Hacía tiempo, desde el último River, que sentí que necesitábamos una refundación. Una transformación en todo sentido: musical, espiritual, artístico. Cuando hacés una transformación, no la hacés en esto sí y en esto otro no. Te corrés de lugar, entrás en otra frecuencia, y todo el universo cambia. Integré mi vida y me siento identificado con aquellas canciones y esos momentos, pero hoy mi presente siente lo que acabo de hacer: este disco.
Hablaste de rituales musicales, ¿de qué tipo? ¿Gente bailando alrededor del fuego, un temascal? Exactamente, rituales de ayahuasca, hacer música en la playa, improvisando para la gente y tocando sin amplificar el sonido. En el futuro vamos a hacer shows con amplificación, pero también nos van a poder ver en a una kermés, un club de barrio o en algún lugar tocando a la gorra. Me corro del circuito del establishment y su aplanadora. No va con mi sensibilidad actual.
¿Algo mucho más artesanal? Vuelvo a la artesanía, sí.
¿Te volviste hippie? Se podría decir, podés decirle como quieras. Que soy hippie, que estoy loco, que me corro del sistema. Pero es ahí donde hoy encuentro la energía creativa y donde puedo brillar. Así me siento realmente conforme conmigo mismo. No me voy a rehusar si tengo que hacer un estadio, pero será en estas condiciones. Sabiendo que formo parte de un grupo de gente con la cual se genera una sinergia y una química muy poderosa. Totalmente distinta de la que se generaba con Bersuit. Ni mejor, ni peor. Es otra instancia. Es lo que se escucha en el disco.
Estás en una etapa muy introspectiva. ¿Cuáles son tus sueños y cuáles son tus miedos? Los miedos, los que tiene el resto de la humanidad: el paso del tiempo y la muerte. Mis dos grandes temores. Justamente, en mi cabeza y en mi ego, estoy trabajando en esto, por todo lo que construyen los miedos. Y mi viaje en este momento es la sanación, la evolución como ser humano. En eso trabajo, pretendo conectarme con mi sensibilidad, con mis sentimientos, con mi corazón. Ser amor, no querer. Ser yo amor, no amar. Sentir amor.
¿Sentís que este tipo que sos hoy es diferente del de Libertinaje? No soy diferente, soy instancias del viaje. Soy todos esos. Soy el que puteó a (Carlos)Menem, el que se peleó con Los Redonditos; soy todos esos. El pelado de Avellaneda, vendedor de autos; ladrón, también, en algún momento.
Imagino tu cabeza llena de seres que pugnan por tomar el poder y predominar en tu pensamiento y tu vida.
No, no hay predominancia, yo creo que habitan en mí la furia, la locura, el desborde, los miedos y la ansiedad. Con silencio, con el corazón, con amor también. O sea, todos conviven perfectamente en mí. A esta misma persona le das un “virulo” (cocaína), y un whisky y se transforma en el ser más abyecto del mundo. Un ser que también está dentro de mí. Soy todo, también soy eso, no hay nada humano que me sea ajeno. Las veces que me pongo a descalificar a ese que fui, lo único que hago es darle vida, y se hace muy poderoso. Para liberarte de algo tenés que amar y, fundamentalmente, asumir.
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