Al estilo de una trama de James Bond, unos 150 líderes en el mundo de la política y los negocios de veinte países llegaron a un centro de esquí en Suiza para discutir, durante cuatro días, el futuro del mundo. Así comenzaba el cónclave de una de las organizaciones semiclandestinas más poderosas y controvertidas de nuestros tiempos, el grupo Bilderberg.
Por Walter Goobar
Por Walter Goobar
Al estilo de una trama de James Bond, unos 150 líderes en el mundo de la política y los negocios de veinte países llegaron a un centro de esquí en Suiza para discutir, durante cuatro días, el futuro del mundo. Así comenzaba el cónclave de una de las organizaciones semiclandestinas más poderosas y controvertidas de nuestros tiempos, el grupo Bilderberg.La reunión del selecto club, al que algunos le atribuyen el poder suficiente como para ser un gobierno mundial en la sombra, convirtió la turística ciudad de Saint Moritz y el hotel Suvretta House en una zona militarizada, custodiada por fuerzas de la Otan.El Club lo integran ciento veinte personas: presidentes de los países europeos, Canadá, Estados Unidos y cincuenta dirigentes de las corporaciones más poderosas del mundo. Entre los invitados de cada año se cuentan: Donald Rumsfeld (ex secretario de defensa de Estados Unidos), Peter Sutherland (Comisión Europea y presidente de Goldman Sachs y BP), Paul Wolfowitz (ex subsecretario de defensa y ex presidente del Banco Mundial), Ana Patricia Botín (Banco Santander), Juan Luis Cebrián (Grupo Prisa), Henry Kissinger (Secretario de Estado de Richard Nixon y consejero de seguridad nacional), las reinas Sofía, de España, y Beatriz, de Holanda; Tony Blair, Bill Clinton, Angela Merkel, George Soros (inversionista y activista político, la 97ª persona más rica en el mundo), Jacques Chirac, y también los presidentes del Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo.Otros miembros del elenco estable son los presidentes de las mayores compañías globales: Coca Cola, Pepsi Co., Google, Facebook,Ford, General Motors, Nokia, Motorola, American Express, Microsoft, Oracle, Ericsson, Shell, JP Morgan, Xerox, directores de la CIA y el FBI, secretarios generales de la Otan y muchos representantes de los principales bancos de todo el mundo.Los miembros del Club no van a Saint Moritz a hacer turismo. Sus jornadas de encuentro y reflexión siempre han tenido consecuencias sobre toda la economía mundial, la producción, el consumo y el transporte.El programa, hecho público por los organizadores, calculadamente ambiguo, incluye asuntos como “Los retos del crecimiento”, la “Innovación y la disciplina presupuestaria” o “El euro y los retos de la UE”.Sin embargo, muchos de los que tienen que ver en la resolución de la crisis del euro estuvieron en el cónclave, incluyendo a los máximos banqueros de Europa, que exigen a los Gobiernos un nuevo paquete de ayuda a Grecia que no dañe sus inversiones en deuda griega. El máximo exponente de esta corriente es Josef Ackermann, jefe máximo del Deustche Bank. El comisario de Competencia, Joaquín Almunia, o el ministro de Economía griego, Yorgos Papaconstantinou, asistieron también al encuentro.Según el diario británico The Guardian, uno de los temas centrales de su agenda 2011 fue la preocupación ante un colapso económico de Europa. Otras fuentes aseguran que se debatieron temas como el estancamiento de la intervención militar de la Otan en Libia, el accidente nuclear de Fukushima y las Revoluciones en el mundo árabe. Ellos son los que deciden las futuras guerras, quien sube al poder y quien desaparece del mapa.El Club Bilderberg es el mayor experimento de la elite mundial en el poder. Se creó en 1954 y es considerado el padre de la famosa Comisión Trilateral (TC), que es el órgano ejecutivo de la entidad. Inicialmente se dedicaba a cuestiones militares. Esta temática imprimió un estilo secretista que ha continuado, a pesar de que desde hace años la agenda de trabajos se ha centrado en temas económicos, destacando la atención a los precios del petróleo, comportamientos financieros y reglas del comercio mundial.Ahora, bajo el liderazgo del ex secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger y de quien fuera vicepresidente de la Comisión Europea, el vizconde de Davignon, el objetivo es supuestamente servir de espacio para que las élites occidentales intercambien ideas.Bilderberg se autoproclama como un foro internacional pequeño, flexible, informal y extraoficial en el cual pueden ser expresados diferentes puntos de vista en un ambiente de comprensión mutua.Sin embargo, periodistas, investigadores y activistas que intentan acercarse año tras año a estas reuniones, han concluido que se trata de un verdadero intento de “gobierno del mundo en la sombra”. Según el director de la Red Voltaire, el periodista francés Thierry Meyssan, es algo mucho más serio y peligroso: el Bilderberg es una creación de la Otan. Meyssan asegura que el objetivo del selecto grupo “es convencer a los líderes y manipular a través de ellos a la opinión pública para llevarla a aceptar los conceptos y acciones de la alianza atlántica”.Jim Tucker, otro periodista que rastrea estos encuentros semiclandestinos de la élite mundial desde hace más de 35 años aseguró esta semana que los miembros del Grupo Bilderberg están muy preocupados por la guerra en Libia. “Ellos quieren que Libia sea el punto de inicio para una guerra en el Medio Oriente”, afirma Tucker convencido de que con un caos en la región pretendan aumentar la presión sobre los Estados Unidos hacia un ataque contra Irán.Con otras palabras, lo mismo había dicho en el mes de abril Henry Kissinger, uno de los presidentes del Club Bilderberg y miembro permanente del grupo: “La actitud de Khadafi puede tentar al régimen iraní a acelerar el desarrollo de un arma nuclear. Los Estados delincuentes tienen que seguir convencidos de nuestra determinación de luchar contra la proliferación nuclear”.Según Kissinger, Estados Unidos tiene que lanzar una invasión por tierra en Libia y mantener la guerra durante al menos un año, pero ese conflicto bélico –no autorizado por el Congreso– está costando al contribuyente estadounidense unos dos millones de dólares por día, según datos revelados por la cadena Telesur. Según documentos del Departamento de Defensa, Estados Unidos, para el mes de mayo, ya habría gastado más de 660 millones de dólares, cuando las estimaciones del pentágono estaban cifradas en 750 millones, pero, tal como van las cosas, en un año el costo de la guerra podría acercarse a los mil millones de dólares.Aunque el Club Bilderberg asegura no proponer ni votar resolución final alguna, Willy Claes, uno de sus más de 430 miembros permanentes y Secretario General de la Otan de 1994 a 1995, reconoció el pasado año que quienes asisten a la conferencia están obligados a aplicar las decisiones del cónclave en sus respectivas áreas de influencia. Muy pronto, la realidad dará nuevas pistas de sus decisiones.
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