MARCELO CASTILLO, PRESIDENTE DEL COLEGIO DE PERIODISTAS DE CHILE. Su último cargo en medios fue la dirección del diario La Nación hasta marzo de 2010, cuando Sebastián Piñera llegó al poder. El medio, perteneciente al Estado en un 70 por ciento, cerró meses más tarde.
Por Christian Palma
Desde Santiago
Por Christian Palma
Desde Santiago
Marcelo Castillo es periodista hace más de 25 años. Ha trabajado en publicaciones diversas y antagónicas como El Mercurio, ligado a la más rancia derecha chilena, y en la revista de izquierda Punto Final. También se de- sempeñó en el Diario Financiero, la revista Cauce y las agencias de prensa UPI y Reuters. Su último cargo en medios fue la dirección del diario La Nación, hasta marzo de 2010, cuando Sebastián Piñera llegó al poder. Meses después, una orden emanada del directorio del periódico (perteneciente en un 70 por ciento al Estado) decidió terminar con la publicación en papel, dejando 90 años de historia sólo colgada a la web. Hace un año fue elegido presidente del Colegio de Periodistas de Chile y desde esa tribuna habla con Página/12.
–¿Cómo se compone hoy la prensa en Chile?
–Tiene una abrumadora presencia de centroderecha y de derecha en los diarios de circulación nacional que están en poder de dos grupos empresariales (Copesa, El Mercurio) que se identifican con el actual gobierno. Se diferencian sólo por el tipo de público. En radio, un 70 por ciento de las concesiones las controla el Grupo Prisa, de España, algo más progresista que la prensa escrita. En televisión todos los medios de comunicación responden a una línea editorial de derecha o de centroderecha. Canal 13 es del grupo empresarial Luksic, Chilevisión por Time Warner, Mega por el Grupo Claro. Sólo se salva TVN, la televisión pública, con un poco más de independencia, pero encabezado por personas de confianza de Piñera.
–¿Hay algún medio de centroizquierda que contrarreste a Copesa (diario La Tercera) y El Mercurio?
–Quizá los casos más destacados por su masividad estén en la radio: Cooperativa, que es de empresarios democratacristianos, son de centro. Luego está Bio-Bio, una radio que hace un periodismo crítico, pero sin una línea editorial definida. No hay medios de centroizquierda o de izquierda realmente poderosos, con alta audiencia. Sencillamente, ninguno tiene recursos para considerarse dentro de la industria mediática. Están las revistas Punto Final, El Ciudadano, The Clinic, Cambio 21, El Periodista, etc., pero como yo les he dicho y se molestan cuando lo hago, deberían juntarse todos y hacer uno solo. Habría que mencionar aquí la irrupción de los medios digitales donde hay algunos que tienen muchas visitas, como El Mostrador y CiperChile. Pero, ojo, si se estudian cifras totales de visitantes únicos, nuevamente los ganadores son por lejos El Mercurio y La Tercera.
–¿Qué opina del informe de la Organización de Reporteros sin Fronteras que dice que en Chile la Concertación mantuvo por veinte años una extrema concentración de los medios de comunicación, con grandes obstáculos al pluralismo y con conflictos de interés?
–Es efectivo que la Concertación no tuvo una política comunicacional activa para mantener los medios que nacieron al final de la dictadura y para desarrollar otros. Dejó librado al mercado el surgimiento de nuevos medios y, en lugar de nacer, murieron muchos. Ahora está de moda culpar de todo a la Concertación. Lo que no se dice es que la izquierda, fruto de su sectarismo interno, fue incapaz también de crear medios poderosos. Y eso se mantiene hasta hoy.
–¿Los conflictos sociales que han estallado en el último tiempo alcanzarán o abarcarán reclamos y críticas a los medios? La toma de Chilevisión, por parte de los chicos, ¿va en ese sentido o fue sólo un hecho coyuntural?
–No fue para nada coyuntural. Hay una bronca muy fuerte contra los medios y ese tipo de manifestaciones es una forma; sin embargo, creo más importante que se creen nuevos medios, redes, alianzas, asociaciones para multiplicar contenidos transformadores.
–¿Es verdad que hoy en Chile hay menos prensa escrita que cuando terminó la dictadura?
–Pienso que había más influencia editorial de centroizquierda que la que se verifica hoy en medios escritos, que es donde se gesta la influencia política.
–¿Por qué sucedió esto?
–Son las consecuencias de la transición pactada. Los chilenos eligieron en 1988 una transición sin ruptura con la herencia institucional pinochetista que aún está vigente en muchos aspectos. Creo que fue un error, pero de qué vale llorar sobre la leche derramada. Lo que sería importante ahora es gestar una nueva mayoría, contundente, para una nueva Constitución. Es lo que yo quería en 1988 y lo intenté hasta 1992. Fuimos derrotados por quienes creían “en la medida de lo posible”. Sin duda, en ese sentido la Concertación salió victoriosa.
–¿Qué pasó con el diario La Nación, un medio 70 por ciento estatal?
–Lo mismo que pasó con todos los medios de comunicación bajo la Concertación. No se le dio importancia a generar una política comunicacional que potenciara medios de comunicación públicos, de propiedad estatal, con la sola excepción de TVN.
–¿Cuál es el peso del gremio periodístico en Chile?
–Poco desde el punto de vista cuantitativo. De los cerca de 12 mil periodistas que hay en Chile, sólo cuatro mil están inscritos en el Colegio de Periodistas. Y los que participan activamente son aún menos. Los medios de comunicación ponen obstáculos para que los periodistas se colegien: se niegan a descontar las cuotas de los sueldos. Pero lo más lamentable es que muchos periodistas han optado por la ideología liberal. Creen sobre todo en la competencia y piensan que basta con que ellos de manera aislada sean buenos profesionales para que cambie la calidad de la prensa. No ven los problemas estructurales de los medios que nosotros denunciamos y de los que los periodistas somos víctimas. Es triste cuando los periodistas se transforman en los destructores de su propia organización. En Chile no existe ninguna organización periodística más poderosa que el Colegio, pero reconocemos su debilidad, similar a la del movimiento sindical, que no agrupa a más del 15 por ciento de los trabajadores.
–¿Cuál es el nivel de ingresos de los periodistas?
–Hay estudios que indican que el promedio de sueldos de los periodistas está en 450 mil pesos chilenos, aproximadamente. Es decir, menos de mil dólares por jornadas completas sin horario fijo y con turnos de fin de semana.
–¿Los partidos políticos apoyan “a firme” la libertad de expresión o no?
–No. No la apoyan. Cuando se cerró el diario La Nación sólo un pequeño grupo de parlamentarios, no más de cinco, dio una lucha cerrada para defender la existencia de ese medio controlado por el Estado.
–¿Están maduros el país, la ciudadanía y la prensa en Chile, como para definir claramente su línea editorial, como sucede en otros lugares del mundo?
–Por supuesto. Llevamos veinte años de democracia. Imperfecta, es cierto. Pero ya es hora de que podamos reconocer nuestras diferencias sin odiarnos, sin querer destruirnos. Sin injurias, por supuesto. Con argumentos
–¿Cómo se compone hoy la prensa en Chile?
–Tiene una abrumadora presencia de centroderecha y de derecha en los diarios de circulación nacional que están en poder de dos grupos empresariales (Copesa, El Mercurio) que se identifican con el actual gobierno. Se diferencian sólo por el tipo de público. En radio, un 70 por ciento de las concesiones las controla el Grupo Prisa, de España, algo más progresista que la prensa escrita. En televisión todos los medios de comunicación responden a una línea editorial de derecha o de centroderecha. Canal 13 es del grupo empresarial Luksic, Chilevisión por Time Warner, Mega por el Grupo Claro. Sólo se salva TVN, la televisión pública, con un poco más de independencia, pero encabezado por personas de confianza de Piñera.
–¿Hay algún medio de centroizquierda que contrarreste a Copesa (diario La Tercera) y El Mercurio?
–Quizá los casos más destacados por su masividad estén en la radio: Cooperativa, que es de empresarios democratacristianos, son de centro. Luego está Bio-Bio, una radio que hace un periodismo crítico, pero sin una línea editorial definida. No hay medios de centroizquierda o de izquierda realmente poderosos, con alta audiencia. Sencillamente, ninguno tiene recursos para considerarse dentro de la industria mediática. Están las revistas Punto Final, El Ciudadano, The Clinic, Cambio 21, El Periodista, etc., pero como yo les he dicho y se molestan cuando lo hago, deberían juntarse todos y hacer uno solo. Habría que mencionar aquí la irrupción de los medios digitales donde hay algunos que tienen muchas visitas, como El Mostrador y CiperChile. Pero, ojo, si se estudian cifras totales de visitantes únicos, nuevamente los ganadores son por lejos El Mercurio y La Tercera.
–¿Qué opina del informe de la Organización de Reporteros sin Fronteras que dice que en Chile la Concertación mantuvo por veinte años una extrema concentración de los medios de comunicación, con grandes obstáculos al pluralismo y con conflictos de interés?
–Es efectivo que la Concertación no tuvo una política comunicacional activa para mantener los medios que nacieron al final de la dictadura y para desarrollar otros. Dejó librado al mercado el surgimiento de nuevos medios y, en lugar de nacer, murieron muchos. Ahora está de moda culpar de todo a la Concertación. Lo que no se dice es que la izquierda, fruto de su sectarismo interno, fue incapaz también de crear medios poderosos. Y eso se mantiene hasta hoy.
–¿Los conflictos sociales que han estallado en el último tiempo alcanzarán o abarcarán reclamos y críticas a los medios? La toma de Chilevisión, por parte de los chicos, ¿va en ese sentido o fue sólo un hecho coyuntural?
–No fue para nada coyuntural. Hay una bronca muy fuerte contra los medios y ese tipo de manifestaciones es una forma; sin embargo, creo más importante que se creen nuevos medios, redes, alianzas, asociaciones para multiplicar contenidos transformadores.
–¿Es verdad que hoy en Chile hay menos prensa escrita que cuando terminó la dictadura?
–Pienso que había más influencia editorial de centroizquierda que la que se verifica hoy en medios escritos, que es donde se gesta la influencia política.
–¿Por qué sucedió esto?
–Son las consecuencias de la transición pactada. Los chilenos eligieron en 1988 una transición sin ruptura con la herencia institucional pinochetista que aún está vigente en muchos aspectos. Creo que fue un error, pero de qué vale llorar sobre la leche derramada. Lo que sería importante ahora es gestar una nueva mayoría, contundente, para una nueva Constitución. Es lo que yo quería en 1988 y lo intenté hasta 1992. Fuimos derrotados por quienes creían “en la medida de lo posible”. Sin duda, en ese sentido la Concertación salió victoriosa.
–¿Qué pasó con el diario La Nación, un medio 70 por ciento estatal?
–Lo mismo que pasó con todos los medios de comunicación bajo la Concertación. No se le dio importancia a generar una política comunicacional que potenciara medios de comunicación públicos, de propiedad estatal, con la sola excepción de TVN.
–¿Cuál es el peso del gremio periodístico en Chile?
–Poco desde el punto de vista cuantitativo. De los cerca de 12 mil periodistas que hay en Chile, sólo cuatro mil están inscritos en el Colegio de Periodistas. Y los que participan activamente son aún menos. Los medios de comunicación ponen obstáculos para que los periodistas se colegien: se niegan a descontar las cuotas de los sueldos. Pero lo más lamentable es que muchos periodistas han optado por la ideología liberal. Creen sobre todo en la competencia y piensan que basta con que ellos de manera aislada sean buenos profesionales para que cambie la calidad de la prensa. No ven los problemas estructurales de los medios que nosotros denunciamos y de los que los periodistas somos víctimas. Es triste cuando los periodistas se transforman en los destructores de su propia organización. En Chile no existe ninguna organización periodística más poderosa que el Colegio, pero reconocemos su debilidad, similar a la del movimiento sindical, que no agrupa a más del 15 por ciento de los trabajadores.
–¿Cuál es el nivel de ingresos de los periodistas?
–Hay estudios que indican que el promedio de sueldos de los periodistas está en 450 mil pesos chilenos, aproximadamente. Es decir, menos de mil dólares por jornadas completas sin horario fijo y con turnos de fin de semana.
–¿Los partidos políticos apoyan “a firme” la libertad de expresión o no?
–No. No la apoyan. Cuando se cerró el diario La Nación sólo un pequeño grupo de parlamentarios, no más de cinco, dio una lucha cerrada para defender la existencia de ese medio controlado por el Estado.
–¿Están maduros el país, la ciudadanía y la prensa en Chile, como para definir claramente su línea editorial, como sucede en otros lugares del mundo?
–Por supuesto. Llevamos veinte años de democracia. Imperfecta, es cierto. Pero ya es hora de que podamos reconocer nuestras diferencias sin odiarnos, sin querer destruirnos. Sin injurias, por supuesto. Con argumentos
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