Por Soledad Lofredo.
La infancia en Latinoamérica. En las zonas rurales, la pobreza infantil llega hasta el 75% de los hogares, en tanto que en las urbes, disminuye hasta el 30%. Cómo impactan las políticas sociales de la región para mitigar la falta de recursos en las familias más carenciadas.
La región latinoamericana está experimentando cambios interesantes”, asegura Alicia Entel, directora de la Fundación Walter Benjamin. “Ha dejado de ser el callado reservorio de agua, mar, oxígeno, proteínas, metales y petróleo para extender la intención de renacer en el mundo con plenos derechos para sus pobladores”.Pero, cuál ha sido y es el lugar de la niñez es lo que se propone responder el libro Infancias de Latinoamérica. Un cuadro de situación, material hecho en conjunto entre la Walter Benjamin y la Fundación Arcor, en donde priman fotos y análisis de especialistas, junto a estadísticas en América del Sur y el Centro.“Mientras se constituían los Estados Modernos en Latinoamérica a fines del siglo XIX y comienzos del XX, mientras los procesos políticos y sociales comenzaban a delinear identidades nacionales, se concretaba y ampliaba el espacio de las imágenes en fotografías y pinturas. La cámara curiosa –a veces con intento de ciencia – registraba cotidianeidades de los pueblos originarios. Así se cristalizaron, también, modelos de comportamiento e ideales con respecto a los niños y niñas del Continente”, analiza la investigadora y comunicadora.Mientras siga existiendo, cualquier cifra de la pobreza siempre va a ser preocupante. El estudio Pobreza infantil en América Latina y el Caribe, realizado conjuntamente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y Unicef, publicado en diciembre de 2010, arroja estas cifras: en América latina, hacia 2007, había alrededor de 84,5 millones de niños en hogares pobres –el 47% de la población infantil de la región– de los cuales 33,6 millones pertenecían a hogares en situación de indigencia –el 18,7%–. Los países en donde es más evidente este problema son Honduras, Nicaragua, Paraguay, Bolivia y Guatemala con más de 60% de niños en situación de pobreza y con el 35% en indigencia. En el caso contrario se destacan Costa Rica, Chile, Uruguay, Argentina y Venezuela, con menos del 40% de los niños en hogares pobres.Según el informe, los niños menores de 12 años son en proporción los más afectados por la pobreza, ya que el 49,4% de ellos se encuentra en esa situación.Respecto del ámbito rural, las cifras varían de forma considerable: si bien en las zonas urbanas la proporción de hogares con niños que ven vulnerados sus derechos en forma moderada o grave son algo menos del 30%, y en el 6,9% hay niños en situación de extrema pobreza. En cambio, en las zonas rurales la pobreza infantil es generalizada: casi el 75% de los hogares con niños tiene este problema, y el 24% es para los niños cuyas privaciones son de carácter grave. Esto se explica en especial por la escasez de servicios sociales y las grandes distancias que en ocasiones deben recorrer tanto niños como adultos para acceder a servicios de salud y centros educativos.En 2011, las cifras sufrieron modificaciones por acciones específicas desarrolladas por los Estados. “Al ampliar el proyecto hacia las infancias de Latinoamérica comprobamos una vez más cuánto hay en común y cuánta diversidad. Las infancias viven según la clase social que les ha tocado en suerte, y esto es así en todos los países de Latinoamérica. Corresponde al mismo tiempo decir que varios países han implementado políticas sociales para lograr disminuir la inequidad. Uno de los programas más vastos y exitosos es el de la Asignación Universal por Hijo de Argentina. También Brasil ha implementado programas especiales para la disminución de la pobreza”, enumera Entel.
Políticas sociales.
El Programa Bolsa Familia, de Brasil, fue implementado en 2004 y se lo conoce como el “plan social más grande del mundo”: alcanza al 23% de los 190 millones de habitantes del país. Consta de dos subsidios: un beneficio básico de 68 reales para familias cuyo ingreso no supera los 70 reales, y uno variable, de 22 reales, para niños menores de 15 años. El total que una familia puede percibir es de 200 reales por mes. En México, el programa Desarrollo Humano Oportunidades está dirigido a los que sufren la extrema pobreza: 470 pesos para familias con adultos mayores, 385 cuando no. Las becas escolares pueden llegar a un máximo de 1.070 pesos por familia cuando se trate de escolaridad primaria, 890 para la educación superior. El Programa Juntos, de Perú, alcanza a más de 420.000 hogares, y el beneficio es fijo: sólo 100 soles por mes. Por último, el Sistema Chile Solidario comenzó en 2002, focalizando en casos de extrema pobreza, hasta el día de hoy en donde el mayor interés no está puesto sobre la erradicación sino a la integración social. Hacia fines de 2008, de las 333.000 familias ingresadas, 208.000 habían egresado. Actualmente, sólo 125.000 familias perciben el beneficio.La Fundación Walter Benjamin se había creado hacía pocos años, en 1997, cuando el fin de siglo encontró al país en default. “Algunos integrantes teníamos experiencia periodística además de ser investigadores en Comunicación”, cuenta Entel. “Yo había dirigido la revista Vivir, de la editorial Abril, que se dedicaba a temas de infancia. Fue luego del 2001 cuando comenzamos en la Fundación el programa de investigación Del ver al saber, con el objetivo de poner de manifiesto con imágenes aquello que estaba invisibilizado en la Ciudad. Recuerdo una foto que tomé a un chiquito desarrapado en pleno cruce de avenida Las Heras y Aráoz, tendría unos cinco años y estaba en una situación lamentable. Tomé la imagen justo cuando detrás de él pasaba a toda velocidad un Land Rover rojo. La foto se nos hizo emblemática. Ahí nos inspiró a concebir el proyecto Infancias:Varios Mundos. Acerca de la inequidad en la infancia en Argentina. Eran tiempos de mucha incertidumbre, de trueque, asambleas y el incremento de la pobreza y la indigencia se hacía cada vez más evidente”.Como parte del proyecto, surgió la convocatoria a un concurso fotográfico sobre las infancias de todo el país. También se sumaron artículos de especialistas en temas de pediatría, educación y psicología infantil. Y así quedó listo el primer libro visual, apoyado inicialmente también por Unicef.La primera muestra fotográfica de esos materiales fue en 2005 en la Biblioteca Nacional. “De ahí en más continuamos con el proyecto año tras año poniendo énfasis en diferentes temas: situación de los más chiquitos; diversidad y equidad, explotación laboral infantil, infancia en el arte, hábitat para las infancias, niños y niñas en el Bicentenario”, cuenta la investigadora. Ya se han publicado siete libros y realizado más de 20 muestras en diferentes lugares del país como el Cabildo de Córdoba, el Museo Histórico de Paraná, el Museo de la Ciudad de Buenos Aires, la Plaza San Martín, la Casa Nacional del Bicentenario.El libro se distribuye gratuitamente a organizaciones sociales, escuelas y áreas de gobierno. Sólo deben llenar un formulario donde indican para qué van a utilizarlo. “La repercusión ha sido mucho mayor de lo que esperábamos. No sólo se utilizan los libros sino que el espacio del Proyecto Infancias se ha convertido en un observatorio sensible a la situación de niños y niñas con aportes de investigadores y de gente que acerca sus inquietudes desde el relato de situaciones específicas hasta fotos del álbum familiar –también tenemos un archivo de imágenes que se llama Memorias de Infancias–. Nos interesa mucho que lo que sugieren los textos y las imágenes de los libros sea conocido por quienes van a concretar las políticas públicas a largo plazo”, enfatiza.Este año, Infancias de Latinoamérica cobró mayor importancia, por su aporte a la Unasur. Según los organizadores, la cantidad de fotografías recibidas para formar parte del concurso ha sido mucho más importante que en otros años. La presentación fue en la Casa del Bicentenario. Y a partir del 14 de octubre las fotografías estarán expuestas en la sede galería de la Fundación Walter Benjamin, donde también se inaugurará el seminario Pensar América latina; población, medios, arte y política.“Es sabido, además, que la vida de los niños y niñas mejora si mejoran las condiciones materiales de existencia de los adultos responsables. Éste sería, a mi modo de ver, el gran desafío que aún queda: hacer justicia con los derechos económicos de todos”.
• CEPAL- UNICEF. Qué pasa con los pueblos originarios Según el estudio Pobreza Infantil en América Latina y el Caribe (Cepal-Unicef, de 2010), en los países en que se realiza una medición que permite identificar el origen étnico de los niños por medio de las encuestas de hogares, el mayor grado de exclusión proviene de pueblos originarios o son afrodescendientes.El estudio revela que, en general, la pobreza infantil extrema duplica la observada entre niños no pertenecientes a esos grupos: los niños de origen indígena o afrodescendientes tienen una incidencia de pobreza moderada y grave que supera la de otros grupos en alrededor de 20 puntos porcentuales, afectando al 63,3 por ciento de ellos.Pero también llama la atención una observación: aunque se atribuye la pobreza indígena al hecho de que los pueblos originarios habitan en zonas rurales, por lo general con mayor incidencia de pobreza que las zonas urbanas, esto no es cierto en el caso de los niños afrodescendientes.Al observarse los niveles de privación extremos y moderados según origen étnico y área de residencia, en el área que sea el origen étnico es un factor que se asocia al incumplimiento de los derechos infantiles establecidos en la Convención de los Derechos del Niño.El análisis del informe pone en evidencia que el origen étnico se transforma en un factor de discriminación, y por lo tanto, de exclusión económica y social.Otros números: en las zonas urbanas, el nivel de incidencia de pobreza infantil es de 39% para los niños indígenas.
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