En 2002 Elena Durón Miranda descubrió que cientos de niños trabajaban entre las montañas de residuos en Bariloche y comenzó a ayudarlos.
Por Gisele Sousa Dias
Del día en que se paró frente al basural, en Bariloche, se acuerda de la nube densa de gases, de los pájaros volando bajo, del olor, de las arcadas contenidas. Se acuerda de los chicos rescatando comida, del camión que volcó la carga encima de uno, de la mano asomando, de la desesperación por desenterrarlo. Ahí, en lo más triste de la crisis de 2002, Elena Durón Miranda creó una fundación. Ahora, una década después, acaba de ser votada como uno de los “10 Héroes de 2011” que cada año elige la cadena CNN. Eso significa que su fundación –una sede prestada, las peleas hartantes por un subsidio– recibirá más de 200 mil pesos. Lo que sigue es la elección del “héroe del año”. Si gana, habrá otro millón para que esos chicos dejen de entender el basural como un destino.
“Estábamos en plena crisis de 2002 y alguien me dijo que había gente trabajando en el basural. Cuando llegué me paralicé: eran cientos de chicos de 5, 6 años moviéndose como hormiguitas entre la basura, juntando vidrios y metales para vender.
Los bebés dormían al lado, en cajones de verdura.
Ahí había cualquier cosa: imaginate que a un chico que estaba revolviendo bolsas le explotó una granada en la mano”, describe Elena, psicóloga comunitaria y presidenta de PETISOS. Aquello no fue una anécdota: por esa granada que un policía tiró “sin querer” , hoy Marcelo tiene certificado de discapacidad.
Lo primero que se le ocurrió fue crear un campamento de verano dentro del basural. Suena raro, lo sabe. Por eso dice que el fin era recibir a los que terminaban entre la basura porque, después de haber abandonado el colegio, no tenían nada que hacer. “Se atrasaban tanto que terminaban siendo nenes de 13 años con formación como para ir a segundo grado. Y como el resto se burlaba, abandonaban”, cuenta. Elena y su equipo fueron escuela por escuela a pedirles si por favor podían reinsertarlos. Y a la municipalidad para toparse con un “imposible señora que haya chicos trabajando ahí. Bariloche es ski, nieve, turismo”.
Costó tres años que el municipio asumiera que había trabajo infantil y pusiera guardias para no dejarlos entrar. Y fue ahí que, como se quedaron sin escuela y sin trabajo, empezó el desafío.
Los profesionales de PETISOS pensaron que necesitaban tres herramientas: apoyo escolar –para que recuperaran el tiempo perdido y no sintieran vergüenza de tener que ir a un grado inferior–; atención de la salud –para sanarles los cortes y curarles las enfermedades pulmonares que traían por los gases tóxicos y los 20 grados bajo cero–; y educación para el tiempo libre –para que, en vez de volver al basural o sentarse a tomar en una esquina, aprendieran a tocar el violín o a mirar películas–.
Durante esta década, a Elena la vinieron a buscar de Colombia, de Perú y hasta de la India. Y en el último encuentro por la erradicación del trabajo infantil, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) quiso que PETISOS fuera una de las 10 asociaciones de todo el mundo que participaron. La razón es dura: el trabajo en basurales está catalogado entre las peores formas de trabajo infantil junto con la utilización de chicos para la guerra o para la prostitución.
Por todo esto, Elena fue elegida por los espectadores que vieron su historia en la CNN. Ahora cualquiera puede votarla (http://heroes.cnn.com/vote_en.aspx) para que PETISOS reciba otro subsidio de más de un millón de pesos. Pero cuando le hablan de heroínas y de rescates, ella sonríe: “A veces me escriben por Facebook ‘señora, ¿se acuerda de mí? Yo soy el que usted rescató’. Y yo, en vez de reparar en las cosas lindas que me dicen, me quedo pensando en que esos chicos que juntaban basura hoy tienen una computadora. Es increíble lo que puede generar una mirada de confianza, ¿no?”.
“Estábamos en plena crisis de 2002 y alguien me dijo que había gente trabajando en el basural. Cuando llegué me paralicé: eran cientos de chicos de 5, 6 años moviéndose como hormiguitas entre la basura, juntando vidrios y metales para vender.
Los bebés dormían al lado, en cajones de verdura.
Ahí había cualquier cosa: imaginate que a un chico que estaba revolviendo bolsas le explotó una granada en la mano”, describe Elena, psicóloga comunitaria y presidenta de PETISOS. Aquello no fue una anécdota: por esa granada que un policía tiró “sin querer” , hoy Marcelo tiene certificado de discapacidad.
Lo primero que se le ocurrió fue crear un campamento de verano dentro del basural. Suena raro, lo sabe. Por eso dice que el fin era recibir a los que terminaban entre la basura porque, después de haber abandonado el colegio, no tenían nada que hacer. “Se atrasaban tanto que terminaban siendo nenes de 13 años con formación como para ir a segundo grado. Y como el resto se burlaba, abandonaban”, cuenta. Elena y su equipo fueron escuela por escuela a pedirles si por favor podían reinsertarlos. Y a la municipalidad para toparse con un “imposible señora que haya chicos trabajando ahí. Bariloche es ski, nieve, turismo”.
Costó tres años que el municipio asumiera que había trabajo infantil y pusiera guardias para no dejarlos entrar. Y fue ahí que, como se quedaron sin escuela y sin trabajo, empezó el desafío.
Los profesionales de PETISOS pensaron que necesitaban tres herramientas: apoyo escolar –para que recuperaran el tiempo perdido y no sintieran vergüenza de tener que ir a un grado inferior–; atención de la salud –para sanarles los cortes y curarles las enfermedades pulmonares que traían por los gases tóxicos y los 20 grados bajo cero–; y educación para el tiempo libre –para que, en vez de volver al basural o sentarse a tomar en una esquina, aprendieran a tocar el violín o a mirar películas–.
Durante esta década, a Elena la vinieron a buscar de Colombia, de Perú y hasta de la India. Y en el último encuentro por la erradicación del trabajo infantil, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) quiso que PETISOS fuera una de las 10 asociaciones de todo el mundo que participaron. La razón es dura: el trabajo en basurales está catalogado entre las peores formas de trabajo infantil junto con la utilización de chicos para la guerra o para la prostitución.
Por todo esto, Elena fue elegida por los espectadores que vieron su historia en la CNN. Ahora cualquiera puede votarla (http://heroes.cnn.com/vote_en.aspx) para que PETISOS reciba otro subsidio de más de un millón de pesos. Pero cuando le hablan de heroínas y de rescates, ella sonríe: “A veces me escriben por Facebook ‘señora, ¿se acuerda de mí? Yo soy el que usted rescató’. Y yo, en vez de reparar en las cosas lindas que me dicen, me quedo pensando en que esos chicos que juntaban basura hoy tienen una computadora. Es increíble lo que puede generar una mirada de confianza, ¿no?”.
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