Pedro Aznar extiende su buen momento con el disco de versiones A solas con el mundo. “Hacer temas de otros exige apropiárselos en un sentido respetuoso”, explica.
Por Sebastián Feijoo.
Pedro Aznar podría ser una figura del jazz internacional o una estrella de pop local y disfrutar de cuentas bancarias con múltiples ceros. Sus discos y giras junto a músicos tan disímiles como Pat Metheny o Charly García confirman su idoneidad para esos roles y también cómo el mercado le abrió sus puertas para desarrollarse en esos ámbitos. Pero no quiso. Aznar abandonó todo consejo de marketing y se lanzó en una carrera muy personal, alejada de las grandes luces, que sólo reconoce como guía su sensibilidad. Su álbum A solas con el mundo certifica su placer por jugar con diversos géneros –en esta oportunidad en vivo y sin que nadie lo acompañe sobre el escenario– y sus recientes shows en el Teatro Coliseo reafirman su capacidad de convocatoria más allá del desamparo de la alta rotación de las radios.Inicialmente, la noticia de un nuevo disco de Aznar dedicado a versionar en vivo a otros autores podía parecer una opción poco feliz. Después de todo, Quebrado (2008) era un álbum doble que incluía un álbum de covers y Quebrado vivo (2009) básicamente repetía ese esquema. A solas con el mundo le da lugar a temas como Amelia (Joni Mitchell), Media Verónica (Andrés Calamaro), Calling You (Bob Telson), While My Guitar Gently Weeps (George Harrison), Y arriba calienta el sol (Violeta Parra) y Si llega a ser tucumana (Cuchi Leguizamón), entre otros. La particularidad del disco es que expone a un Aznar totalmente solo, alternativamente amparado en una guitarra de doce cuerdas, caja y teclados. Pero más allá de la riqueza del repertorio, el enorme valor agregado del disco es el propio Aznar. Primero, por su profunda comprensión de la naturaleza de cada una de las canciones más allá de su género y origen. Después, porque las hace vibrar expresándose cada vez con mayor sabiduría y economía de recursos.Aznar es uno de los músicos de mayor riqueza técnica y teórica de la Argentina. El multiinstrumentista, cantante y compositor demostró desde hace años que mantiene esas destrezas, pero también que es capaz de renunciar a usarlas si así lo pide la música. Postergar ciertas habilidades que cautivan rápidamente puede resultar un ejercicio imposible para muchos colegas. “De alguna forma fue una decisión consciente. Tiene que ver más con una maduración de darme cuenta de que había un montón de cosas por descubrir y disfrutar si modificaba mi forma de escuchar y acercarme a la música. Las capacidades técnicas son sólo herramientas. No hay por qué usarlas todo el tiempo. Leda Valladares me enseñó que la mirada crítica conlleva a una hondura que emociona y va mucho más allá de lo técnico. La austeridad puede ser muy buena consejera.”En un alto mientras gira por diversas provincias de la Argentina para presentar su nuevo álbum, Aznar habló con Miradas al Sur.–¿Cómo surgió la idea de grabar A solas con el mundo?–Nació de los shows unipersonales que venía presentando paralelamente a los que hacía con mi banda. En esos shows totalmente despojados en los que me plantaba completamente solo en el escenario solía tocar muchas canciones que no figuraban en ningún disco propio, que más que nada habían sido parte de discos tributos o proyectos especiales. La gente siempre me preguntaba dónde los conseguía y se me ocurrió juntar todas estas canciones en un disco nuevo, conservando las formas y temperatura de esos shows. Finalmente quedaron diez canciones. Creo que más allá de que son ritmos y géneros muy diferentes están unidas por un hilo conductor de sensibilidad.–En la cultura rock, hacer versiones de otros artistas es algo casi anecdótico. Vos lo hacés con frecuencia y con artistas muy diferentes. –Sí, esa percepción del rock me parece estrecha y limitante. En ese sentido me pienso como un músico popular o, en todo caso, como un músico de rock amplio. Creo que hacer temas de otros exige apropiárselos en un sentido respetuoso. Hacerlos carne desde lo musical y la letra. En muchos casos versiono en castellano canciones en inglés o portugués y eso exige un compromiso aún mayor. Me gusta jugar con muchos géneros. Creo que en la superficie trabajo con músicas muy diferentes, pero todas tienen que ver con cantos ancestrales. Desde la chacarera, pasando por el flamenco, el blues… Incluso el jazz, que con el tiempo alcanzó un grado de complejidad y desarrollo técnico muy importante, tiene su raíz en los cantos ancestrales afroamericanos y eso es algo que se nota.–Siempre tocaste en bandas con grandes músicos. ¿Qué es lo que más disfrutás de tocar solo?–Por supuesto que sigo pasándola muy bien cuando toco con otros músicos. Se generan químicas e idas y vueltas muy enriquecedoras. Lo que disfruto de cuando estoy solo en el escenario es que puedo ser mucho más flexible. No tengo que estar poniendo el guiño cuando giro a la izquierda o la derecha. Cuando estoy con la banda tengo la responsabilidad de dirigirla. Tocar solo predispone a un contacto mucho más íntimo con el público y las canciones resuenan de otra forma.
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