Un informe del PNUD destaca que la Argentina es el país más igualitario de la región respecto de la participación activa de las mujeres en la vida económica, profesional y particularmente política. La falta de trabajo afecta más a las mujeres.
Por Emilio Ruchansky
Según un informe difundido ayer por Naciones Unidas, Argentina es el país más igualitario de la región respecto “de la participación activa de las mujeres en la vida económica, profesional y particularmente política”. Los indicadores en salud y educación también las favorecen, al igual que su progresiva inserción en el mercado laboral. Sin embargo, este último crecimiento es desigual. “Seguimos ganando menos que hombres que tienen el mismo puesto y conseguimos menos puestos jerárquicos que ellos”, señaló Gabriela Catterber, integrante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien presentó junto a otras especialistas el estudio “Género en cifras: mujeres y varones en la sociedad argentina”.
El informe, analizado en el hotel Loi Suite en el barrio porteño de Recoleta, tiene como objetivo “la formulación de estadísticas con enfoque de género”, dijo Martín Santiago Herrero, representante local del PNUD. En lo laboral, señala el estudio, si bien la tasa de desempleo se redujo para ambos géneros, la falta de trabajo afecta más a las mujeres. La franja etaria con más inserción, agrega, es la de las adultas de 35 a 44 años, donde “7 de cada 10 son remuneradas”. Este ascenso contiene su desigualdad, debido a la división sexual del trabajo: “Muchas deben aceptar empleos flexibles y por pocas horas semanales, por lo general precarios”.
En este punto el estudio, disponible en la web, distingue la segregación horizontal y la vertical. La primera cataloga ciertas ocupaciones como “femeninas”, a las que considera emblemáticas: servicio doméstico, atención de personas, enseñanza y las actividades secretariales. La segunda refiere a la concentración de mujeres en puestos de menor jerarquía, aunque tengan la misma calificación que los varones que los ostentan. De hecho, sólo ocupan el 34,2 por ciento de los puestos directivos, según los datos del informe recabados en 2009 y comparados con otros de 1999.
“En parte se debe a cuestiones socioculturales”, explicó Catterber. Luego detalló: “Hoy las trabajadoras madres son más aceptadas, pero tienen tareas más heterogéneas que los hombres, que tienen una distribución del tiempo más compacta y se dedican a trabajar. Las mujeres tienen una dinámica diaria más relacionadas con sus hijos, ajustan su jornada laboral y trabajan menos”. “La igualdad de oportunidades no es un problema técnico, es un problema político”, subrayó a su turno Mariana Gras, de la Subsecretaría para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres.
Por su parte, Rosalía Cortés, secretaria de la Comisión Directiva del Instituto de Desarrollo Económico y Social, destacó la inserción laboral de mujeres de sectores medios y altos con educación en las zonas urbanas. “En los ’90 se dio algo muy paradigmático. Las que son de clases bajas salieron a buscar trabajo y tuvieron mucha más participación que ahora. En las crisis, las mujeres de bajos ingresos mejoran su situación”, observó. Esta investigadora también señaló la baja en la participación femenina en los programas de capacitación del Ministerio de Trabajo. “Era de 80 por ciento en 2006 y bajó al 55 en 2010”, informó.
En el ámbito educativo los logros de las mujeres argentinas son destacables. “No sólo han equiparado sino también superado los logros de los varones. En los niveles terciarios y universitarios son un 30 por ciento más que los hombres”, indica el informe basado en estudios de la UBA, el Ministerio de Educación de la Nación, el Conicet, entre otros. El avance en la formación académica tuvo sus resultados en el campo científico, donde se mantiene la segregación vertical pero las investigadoras igualan en cantidad a los hombres.
Por otra parte, el informe señala que, sin importar la edad, las mujeres tienen hábitos alimentarios más saludables y presentan, particularmente las más jóvenes, “una incidencia de sobrepeso menor que ellos”. Al reflexionar sobre este punto, Marita Perceval, subsecretaria de Promoción de Derechos Humanos del Ministerio de Justicial nacional, enumeró los desafíos. “Hay que seguir insistiendo en políticas activas en salud sexual y reproductiva en los espacios de prevención y del cuidado, toda vez que el aborto sigue siendo la primera causa de muerte materna”, dijo.
Para reflexionar sobre la violencia fue invitada Eva Giberti, coordinadora del programa Las Víctimas contra las Violencias, dependiente de la cartera de Justicia nacional. La especialista mencionó una variable “que no se debe desconocer, el avance de hombres sensibles”. Como ejemplo mencionó a Néstor Kirchner y al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en tanto impulsores de espacios para combatir la violencia familiar y sexual. Este tema, informó, sigue teniendo exclusivamente a las mujeres como blanco. El 90 por ciento de los delitos sexuales son contra ellas, el resto contra niños y niñas de 0 a 15 años.
El informe, analizado en el hotel Loi Suite en el barrio porteño de Recoleta, tiene como objetivo “la formulación de estadísticas con enfoque de género”, dijo Martín Santiago Herrero, representante local del PNUD. En lo laboral, señala el estudio, si bien la tasa de desempleo se redujo para ambos géneros, la falta de trabajo afecta más a las mujeres. La franja etaria con más inserción, agrega, es la de las adultas de 35 a 44 años, donde “7 de cada 10 son remuneradas”. Este ascenso contiene su desigualdad, debido a la división sexual del trabajo: “Muchas deben aceptar empleos flexibles y por pocas horas semanales, por lo general precarios”.
En este punto el estudio, disponible en la web, distingue la segregación horizontal y la vertical. La primera cataloga ciertas ocupaciones como “femeninas”, a las que considera emblemáticas: servicio doméstico, atención de personas, enseñanza y las actividades secretariales. La segunda refiere a la concentración de mujeres en puestos de menor jerarquía, aunque tengan la misma calificación que los varones que los ostentan. De hecho, sólo ocupan el 34,2 por ciento de los puestos directivos, según los datos del informe recabados en 2009 y comparados con otros de 1999.
“En parte se debe a cuestiones socioculturales”, explicó Catterber. Luego detalló: “Hoy las trabajadoras madres son más aceptadas, pero tienen tareas más heterogéneas que los hombres, que tienen una distribución del tiempo más compacta y se dedican a trabajar. Las mujeres tienen una dinámica diaria más relacionadas con sus hijos, ajustan su jornada laboral y trabajan menos”. “La igualdad de oportunidades no es un problema técnico, es un problema político”, subrayó a su turno Mariana Gras, de la Subsecretaría para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres.
Por su parte, Rosalía Cortés, secretaria de la Comisión Directiva del Instituto de Desarrollo Económico y Social, destacó la inserción laboral de mujeres de sectores medios y altos con educación en las zonas urbanas. “En los ’90 se dio algo muy paradigmático. Las que son de clases bajas salieron a buscar trabajo y tuvieron mucha más participación que ahora. En las crisis, las mujeres de bajos ingresos mejoran su situación”, observó. Esta investigadora también señaló la baja en la participación femenina en los programas de capacitación del Ministerio de Trabajo. “Era de 80 por ciento en 2006 y bajó al 55 en 2010”, informó.
En el ámbito educativo los logros de las mujeres argentinas son destacables. “No sólo han equiparado sino también superado los logros de los varones. En los niveles terciarios y universitarios son un 30 por ciento más que los hombres”, indica el informe basado en estudios de la UBA, el Ministerio de Educación de la Nación, el Conicet, entre otros. El avance en la formación académica tuvo sus resultados en el campo científico, donde se mantiene la segregación vertical pero las investigadoras igualan en cantidad a los hombres.
Por otra parte, el informe señala que, sin importar la edad, las mujeres tienen hábitos alimentarios más saludables y presentan, particularmente las más jóvenes, “una incidencia de sobrepeso menor que ellos”. Al reflexionar sobre este punto, Marita Perceval, subsecretaria de Promoción de Derechos Humanos del Ministerio de Justicial nacional, enumeró los desafíos. “Hay que seguir insistiendo en políticas activas en salud sexual y reproductiva en los espacios de prevención y del cuidado, toda vez que el aborto sigue siendo la primera causa de muerte materna”, dijo.
Para reflexionar sobre la violencia fue invitada Eva Giberti, coordinadora del programa Las Víctimas contra las Violencias, dependiente de la cartera de Justicia nacional. La especialista mencionó una variable “que no se debe desconocer, el avance de hombres sensibles”. Como ejemplo mencionó a Néstor Kirchner y al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en tanto impulsores de espacios para combatir la violencia familiar y sexual. Este tema, informó, sigue teniendo exclusivamente a las mujeres como blanco. El 90 por ciento de los delitos sexuales son contra ellas, el resto contra niños y niñas de 0 a 15 años.
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