Por Diego Vidal.
Los carteles de la droga aztecas encontraron una novedosa fuente de financiamiento para engrosar su poderío económico.
Signo de los tiempos en que las guerras preventivas contra el terrorismo encubren la avidez de los países centrales por el control de las reservas de petróleo, el narcotráfico mexicano encontró una novedosa fuente de financiamiento, que se suma a los 30 mil millones de dólares que producen anualmente los estupefacientes: el robo y trasiego de hidrocarburos hacia Estados Unidos. Un mercado tan consumidor de drogas ilegales como de combustibles fósiles.Un camión cisterna atraviesa el Estado de Tamaulipas y al llegar a río Bravo, en el límite con Texas, los empleados de la aduana parecen satisfechos con el detalle de los formularios apócrifos que mienten sobre la carga verdadera: en lugar de nafta llevan gas natural condensado, que desde 2006 México no exporta legalmente. Al seguir su camino, en la parte trasera del vehículo una gran letra zeta pintada de rojo parece ser invisible para los guardias. Al menos por negligencia o por miedo, no fijan demasiado su atención. Es que así la temible banda armada de narcotraficantes Los Zetas deja en claro la impunidad con la que puede moverse. Tras la frontera esperan el preciado hidrocarburo, con dinero contante y sonante, emisarios de importantes firmas petroleras y petroquímicas, como la alemana Basf, para llevarse a precio de ganga las riquezas naturales del Estado azteca.Una denuncia presentada en 2007 por Petróleos Mexicanos (Pemex) ante la oficina texana del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) inició una investigación sobre 22 empresas estadounidenses involucradas en el negocio ilícito de la compra y venta del producto robado a Pemex en su planta del Activo Integral Burgos, en Tamaulipas. Este complejo de 70 mil kilómetros cuadrados, con más de 2.800 pozos, 150 sistemas de recolección, 52 de transporte y un centro procesador, es el más importante del país en la producción de gas natural. De allí, en los últimos seis años, Los Zetas se han llevado millones de litros a través de túneles, construcción de sus propios conductos, bocas clandestinas o de válvulas instaladas en las tuberías, asalto a camiones transportadores y secuestro de trabajadores e ingenieros de Pemex que realicen las conexiones para la extracción segura del condensado y así llenar sus propios barriles. “En ocasiones, el volumen sustraído por estos grupos criminales ha llegado a representar 40% de la producción anual de Burgos”, consigna la revista mexicana Emeequis en su último número.Según las investigaciones, se ha detectado una compleja y sofisticada vía que utilizan los narcos para la comercialización del derivado petrolífero. Esta se desarrolla a través de una enmarañada red que integran exportadoras e importadoras que falsifican los documentos para el traslado del combustible; coordinadores encargados de transportar los tanques luego de contactar a los “clientes”; los corredores que se encargan de la compra-venta del gas, principalmente de la estadounidense Continental Fuels; y los compradores, que son las petroleras que lo refinarán o lo utilizarán en otros procesos. En esta cadena de ilícitos también hay eslabones con implicancias políticas. El vicepresidente de operaciones de Continental Fuels (CF), con sede en Houston, era Josh Crescenzi, quien fue asesor y coordinador de prensa de George W. Bush y luego lo sería del entonces vicepresidente de EE. UU. Dick Cheney. Crescenzi estaba detrás de la mayoría de las operaciones de traslado y colocación del gas sustraído a Pemex en almacenes de corporaciones norteamericanas, en especial de la filial estadounidense de la germana Basf FINI. El ex integrante de la Casa Blanca recibió la visita de los agentes del ICE en su despacho en 2008. Desde entonces el operador de CF no dejó de cooperar con las autoridades para desmantelar la organización y llevar a cinco empresarios a la cárcel. Se calcula que mientras duraron los “negocios” de Continental con el hidrocarburo mexicano suministrado por Los Zetas, solamente Basf adquirió 2,4 millones de dólares y, de acuerdo con las estimaciones del ICE y Pemex, esta organización criminal transfronteriza traficó en promedio un millón de dólares diarios del gas condensado.En su guerra al crimen organizado, México no sólo se ha inmerso en un baño de sangre que le ha costado miles de vidas y 15 mil millones de dólares al año, también ve desangrar su economía con este delito sobre sus recursos naturales. El periodista británico Ioan Grillo ha definido el panorama de esta nación de manera más cruda y exacta en su reciente libro El narco. Inside Mexico's Criminal Insurgency: “Los narcos (…) desafían con éxito al Estado, al punto que no sólo comercian la droga, sino que cobran impuestos y roban a gran escala una riqueza de propiedad estatal: el petróleo”.
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