Por Eduardo Anguita.
Entrevista a Eugenio Zaffaroni, juez de la Corte Suprema de Justicia. Seguridad, drogas y política son algunos de los temas que analizó el integrante del máximo tribunal del país.
El rol del Estado nacional y de la Ciudad de Buenos Aires en materia de seguridad, la autonomización de las fuerzas policiales, la participación de los vecinos en temas de seguridad y el siempre candente tema del consumo y tráficos de drogas fueron algunos de los temas abordados por el ministro de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni con Eduardo Anguita. Lo hizo en una entrevista que el periodista le realizó durante el programa Hoy más que nunca, que se emite por la Radio Nacional. El resultado, las repercusiones y los debates generados por la primera vuelta de las elecciones porteñas se colaron en la charla. “No puedo hacer una evaluación política. No me corresponde… Se gana, se pierde, qué se la va a hacer. La decisión política del electorado de la Ciudad es versátil. Toda la vida ha sido así. No hay que exagerar, creo que los exabruptos no están bien nunca”, afirmó Zaffaroni. Aquí, algunos de los momentos destacados de la entrevista.
–La última vez que hablamos, usted hizo una mención muy interesante de cómo las fuerzas de seguridad argentinas tenían que mirar hacia otras agencias de seguridad. En esa ocasión, mencionó a Scotland Yard y las fuerzas policiales canadienses. Hace unos días, el Ministerio de Seguridad de la Nación lanzó un operativo en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Está en la dirección de lo que usted mencionó en esa oportunidad?–Lo que veo es un reforzamiento del servicio de seguridad. Por otra parte, me parece positivo que existan distintas fuerzas trabajando en un mismo escenario. Siempre he defendido la pluralización de las fuerzas de seguridad…¿Cómo deberían ser pensadas las fuerzas de seguridad de cara al futuro?–Tenemos que ir pensando en que no sean muy grandes, que sean controlables, que las cúpulas puedan controlar a los integrantes. Lo que debemos evitar es que se vuelvan absolutamente autónomas e incontrolables. El fenómeno que amenaza a América latina es la autonomización de fuerzas policiales. Por eso evalúo en forma positiva que haya varias fuerzas operando en una misma zona. Eso hace que se controlen entre ellas y las obliga a competir para ver quién es la que ofrece un mejor servicio. Por supuesto, esto requiere también una reforma que tampoco se hace en un día. Hay que ir marchando en ese sentido, marchando tranquilo, sin pisar a nadie.Hace un ratito hablamos con un vecino de la comuna siete. Nos contó que un grupo de ciudadanos está organizando una movida con el apoyo de Marta Riola. Lo que buscan es tener participación y diálogo con el comisario de la zona. ¿Cómo ve la participación civil? Recordemos que la ley en la Ciudad de Buenos Aires establecía la participación de los vecinos; sin embargo, fue vetada por el jefe de Gobierno. –A la participación civil la veo muy bien, porque el modelo de policía y de fuerza policial hacia el que debemos marchar es un modelo comunitario. ¿Qué entendemos por policía comunitaria…? Una policía con real inserción en el vecindario. No una policía de ocupación territorial. De esto depende, en buena medida, la propia eficacia de la policía. Una policía de ocupación no ofrece mucha seguridad porque genera desconfianza por parte de la población y, a veces, la desconfianza es tan grande que se traduce en una actitud negativa hacia la fuerza. Una policía comunitaria con inserción en el vecindario, naturalmente, es una policía que tiene colaboración. Tenga en cuenta que muchos delitos se esclarecen por la colaboración de la población. Si no hay gente dispuesta a prestar testimonio, si no hay gente dispuesta a ofrecer información sobre un delito, si se comete un homicidio y el que vio algo no dice nada porque no quiere meterse en un lío, ahí pierde eficacia la fuerza de seguridad.–Usted participa mucho en la recuperación de muchachos y chicas que están afectados por la drogodependencia...–En general, diría que lo que más nos preocupa respecto de todo esto es el paco. Más que una droga es casi un veneno. Afecta a pibes adolescentes y, en algunos casos, a niños, siempre de barrios precarios. El paco tiene efectos letales, que se revelan destructivos en poco tiempo. Los pibes son marginados, incluso por los otros pibes del mismo barrio. Esto es un fenómeno social nuevo, o relativamente nuevo respecto de las otras toxicodependencias. Si bien toda toxicodependencia es nociva, esta tiene la característica que puede matar en poco tiempo, destruir o bien dejar lesiones absolutamente irreversibles. Afecta a las neuronas del lóbulo frontal. La lesión nerviosa es irreversible. Al mismo tiempo, les hace perder peso rápidamente, provoca efisema pulmonar. Es una toxicodependencia horripilante. El consumo de esta porquería, de esa basura, está limitado a determinados sectores sociales muy carenciados. Quien ve a un pibe deteriorado por esto, obviamente, dirá que está incapacitado para cualquier cosa. En general, el estereotipo de un pibe consumidor de paco lo señala como un homicida potencial. Esto es falso, no es cierto.–Los programas que se están llevando a cabo desde el ámbito público, tanto desde la Ciudad como desde la Nación, ¿están produciendo buenos resultados?–Estamos tratando de coordinar los esfuerzos. En la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires se ha creado una cátedra especializada. Además, hay varios cursos que se están desarrollando para capacitar a asistentes sociales.–¿Qué opinión le merece lo ocurrido con Sueños Compartidos?–Todos sabemos que en política es muy delicado el manejo de dinero. Personalmente, me he negado todo lo posible a tener manejo de dineros públicos. Eso por un lado. Por el otro, creo que Hebe ha incurrido en una excesiva confianza interna, pero esa es una falla culposa, por así decir. Es lamentable, pero eso no implica, ni habilita, ni permite a nadie dudar de la honestidad de Hebe de Bonafini, ni de las madres que trabajan con ella. Son cosas que hay que corregir, accidentes que pasan. Obviamente, es algo lamentable. Sin embargo, la honestidad de Hebe y su forma de vida no merecen ninguna duda.–A propósito de esto, quería mencionarle algo que escribió Eduardo Galeano en la contratapa de su libro La palabra de los muertos, donde señala que “los Estados cometieron más crímenes dolosos que los particulares, que el resto de la sociedad”. ¿Qué recibe del otro lado de este libro?–En líneas generales, lo que recibo es sorpresa. Cuando uno da la cifra y dice “empecemos a contar muertos, empecemos a ver qué pasa con estos cadáveres que no hablan”, la gente se asombra. Justamente, es esa sorpresa lo que intenta reflejar el título del libro. El asombro. Además, lo que intentamos es decirle a varios criminólogos que tengan cuidado, que empiecen a mirar estas cifras astronómicas, esta estadística letal, mortífera, porque esto es producto del poder sobre el cual nosotros estamos trabajando.
–La última vez que hablamos, usted hizo una mención muy interesante de cómo las fuerzas de seguridad argentinas tenían que mirar hacia otras agencias de seguridad. En esa ocasión, mencionó a Scotland Yard y las fuerzas policiales canadienses. Hace unos días, el Ministerio de Seguridad de la Nación lanzó un operativo en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Está en la dirección de lo que usted mencionó en esa oportunidad?–Lo que veo es un reforzamiento del servicio de seguridad. Por otra parte, me parece positivo que existan distintas fuerzas trabajando en un mismo escenario. Siempre he defendido la pluralización de las fuerzas de seguridad…¿Cómo deberían ser pensadas las fuerzas de seguridad de cara al futuro?–Tenemos que ir pensando en que no sean muy grandes, que sean controlables, que las cúpulas puedan controlar a los integrantes. Lo que debemos evitar es que se vuelvan absolutamente autónomas e incontrolables. El fenómeno que amenaza a América latina es la autonomización de fuerzas policiales. Por eso evalúo en forma positiva que haya varias fuerzas operando en una misma zona. Eso hace que se controlen entre ellas y las obliga a competir para ver quién es la que ofrece un mejor servicio. Por supuesto, esto requiere también una reforma que tampoco se hace en un día. Hay que ir marchando en ese sentido, marchando tranquilo, sin pisar a nadie.Hace un ratito hablamos con un vecino de la comuna siete. Nos contó que un grupo de ciudadanos está organizando una movida con el apoyo de Marta Riola. Lo que buscan es tener participación y diálogo con el comisario de la zona. ¿Cómo ve la participación civil? Recordemos que la ley en la Ciudad de Buenos Aires establecía la participación de los vecinos; sin embargo, fue vetada por el jefe de Gobierno. –A la participación civil la veo muy bien, porque el modelo de policía y de fuerza policial hacia el que debemos marchar es un modelo comunitario. ¿Qué entendemos por policía comunitaria…? Una policía con real inserción en el vecindario. No una policía de ocupación territorial. De esto depende, en buena medida, la propia eficacia de la policía. Una policía de ocupación no ofrece mucha seguridad porque genera desconfianza por parte de la población y, a veces, la desconfianza es tan grande que se traduce en una actitud negativa hacia la fuerza. Una policía comunitaria con inserción en el vecindario, naturalmente, es una policía que tiene colaboración. Tenga en cuenta que muchos delitos se esclarecen por la colaboración de la población. Si no hay gente dispuesta a prestar testimonio, si no hay gente dispuesta a ofrecer información sobre un delito, si se comete un homicidio y el que vio algo no dice nada porque no quiere meterse en un lío, ahí pierde eficacia la fuerza de seguridad.–Usted participa mucho en la recuperación de muchachos y chicas que están afectados por la drogodependencia...–En general, diría que lo que más nos preocupa respecto de todo esto es el paco. Más que una droga es casi un veneno. Afecta a pibes adolescentes y, en algunos casos, a niños, siempre de barrios precarios. El paco tiene efectos letales, que se revelan destructivos en poco tiempo. Los pibes son marginados, incluso por los otros pibes del mismo barrio. Esto es un fenómeno social nuevo, o relativamente nuevo respecto de las otras toxicodependencias. Si bien toda toxicodependencia es nociva, esta tiene la característica que puede matar en poco tiempo, destruir o bien dejar lesiones absolutamente irreversibles. Afecta a las neuronas del lóbulo frontal. La lesión nerviosa es irreversible. Al mismo tiempo, les hace perder peso rápidamente, provoca efisema pulmonar. Es una toxicodependencia horripilante. El consumo de esta porquería, de esa basura, está limitado a determinados sectores sociales muy carenciados. Quien ve a un pibe deteriorado por esto, obviamente, dirá que está incapacitado para cualquier cosa. En general, el estereotipo de un pibe consumidor de paco lo señala como un homicida potencial. Esto es falso, no es cierto.–Los programas que se están llevando a cabo desde el ámbito público, tanto desde la Ciudad como desde la Nación, ¿están produciendo buenos resultados?–Estamos tratando de coordinar los esfuerzos. En la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires se ha creado una cátedra especializada. Además, hay varios cursos que se están desarrollando para capacitar a asistentes sociales.–¿Qué opinión le merece lo ocurrido con Sueños Compartidos?–Todos sabemos que en política es muy delicado el manejo de dinero. Personalmente, me he negado todo lo posible a tener manejo de dineros públicos. Eso por un lado. Por el otro, creo que Hebe ha incurrido en una excesiva confianza interna, pero esa es una falla culposa, por así decir. Es lamentable, pero eso no implica, ni habilita, ni permite a nadie dudar de la honestidad de Hebe de Bonafini, ni de las madres que trabajan con ella. Son cosas que hay que corregir, accidentes que pasan. Obviamente, es algo lamentable. Sin embargo, la honestidad de Hebe y su forma de vida no merecen ninguna duda.–A propósito de esto, quería mencionarle algo que escribió Eduardo Galeano en la contratapa de su libro La palabra de los muertos, donde señala que “los Estados cometieron más crímenes dolosos que los particulares, que el resto de la sociedad”. ¿Qué recibe del otro lado de este libro?–En líneas generales, lo que recibo es sorpresa. Cuando uno da la cifra y dice “empecemos a contar muertos, empecemos a ver qué pasa con estos cadáveres que no hablan”, la gente se asombra. Justamente, es esa sorpresa lo que intenta reflejar el título del libro. El asombro. Además, lo que intentamos es decirle a varios criminólogos que tengan cuidado, que empiecen a mirar estas cifras astronómicas, esta estadística letal, mortífera, porque esto es producto del poder sobre el cual nosotros estamos trabajando.
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