domingo, 16 de octubre de 2011

(NO) ME GUSTA ESE TAJO



Las hojas de trincheta o gilettes que pasan escondidas para tajear mochilas, bolsillos y riñoneras en los recitales y robar, ya son plaga. Opinan fans, productores y encargados.


Por Pablo Raimondi


Antes de afanar un estéreo, prefieren pagar la entrada a un show y se hacen seis o siete celulares de mil mangos junto a un par de billeteras. Es menos riesgoso que estar en la calle”. Suena lógico el planteo que hace Corvata (Carajo) y fuentes de seguridad ante el por qué los hurtadores/descuidistas/pungas migraron a los campos recitaleros.
La diversidad tecnológica para que los fans puedan inmortalizar a sus bandas en pequeñas memorias digitales es presa fácil de los afilados amigos de lo ajeno. Con hojas de cutter o trincheta aprovechan, con una precisión quirúrgica, el pogo, la oscuridad y el movimiento en masa. Estos hurtos gestaron una nueva comunidad de indignados, muy lejos de la europea: la recitalera.
Uno de ellos es Maximiliano (31), a quien le robaron la cédula de identidad durante la primer noche de AC/DC en River en 2009. “Estaba apretujado en el campo, a metros de la valla. Entre los empujones sentí que me abrían un bolsillo de la bermuda y veo que un pibe se esconde algo en el pantalón. Lo encaro y me separa otro, no sé si en complicidad con él. A partir de ahí siempre ando con una riñonera”.
Al que no lo salvó ni la riñonera es Matías (16) en el último show de Slayer en el Luna Park. “La tenía debajo de la remera. Después del show vi que tenía un tajo de pocos centímetros en la remera, a la altura de la riñonera que también fue atravesada. Un movimiento en falso y me cortaba. Chau guita, cédula y fono”.
José Palazzo, organizador del Cosquín Rock, asegura que en 2010, en el predio de San Roque, los robos en el campo fueron epidemia, multiplicándose por diez. Pero lo escalofriante fue lo incautado: “En el último festival, gracias a la implementación de paletas detecta metales, secuestramos unas 40 trinchetas en la boca de chicas menores de 18 años: como van a la comisaría, salen a los cinco minutos”, asegura. Y explica el arma artesanal. “Usan la puntita de la hoja del cutter, la envuelven con cinta scotch, le hacen un mango con cinta adhesiva como si fuese un cuchillito, y se lo ponen en la lengua”.
Para capturar a los que zafan de los cacheos, Palazzo contrató, por intermedio de la Policía de Córdoba, a 60 agentes del orden que se mueven dentro del campo vestidos de civil. “El primer día detuvieron a 26 personas, a 16 en la segunda fecha y en la última jornada no se registraron delitos. Por estos policías `anónimos´ se disminuyó un 40% el índice de robos en el festival”, afirma el productor.
Eduardo Sempé, uno de los titulares de Rock and Reggae, a cargo de la producción de eventos en Groove y en el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas, reconoce que también contrata personal de civil para cada show en La Paternal. “Las bandas no nos piden que los contratemos, lo hacemos nosotros directamente”.
Pero hay grupos que sí lo hacen. Como Carajo, que para la gira barrial del flamante El mar de las almas , empleó a personas de confianza para controlar los shows en forma encubierta. “Lo hacemos en conciertos donde a la organización le excede, en lugares de capacidad chica o mediana, o por el interior. En el tour anterior, de 2010, venían entre 10 y 15 pibes (ojo, en algunos shows) a quejarse que les habían robado. Y nos sentimos algo responsables por esto”, dice Corvata al Sí ! Pero por más medidas que se tomen, los fans la ligan. Como le pasó a Adriana (22) en el show de Ozzy en GEBA. “Saqué la cámara e hice unas fotos a Sepultura, una de las bandas teloneras. Creo que ahí me ficharon, meto la máquina en la mochi y ¡error! me la puse para atrás. Al cuarto tema de Osbourne siento un tirón en medio del tumulto y pensé `epa, la mochila está más liviana`”.
No le dio bola, sólo cuando Mr. Ozzy se despedía del público local, ahí metió la mano y sorpresa ¡atravesó el bolso de lado a lado! “Me dejaron los auriculares y una Guía T . Perdí máquina de fotos, celular, billetera, documentos, tarjetas. La mochila tenía dos cortes, uno arriba y otro de costado, hechos con un cutter. No denuncié los robos, solo la pérdida del DNI”, asegura la damnificada.
Matías (22) también fue otro pungueado en ese show de Ozzy. “Estaba bien adelante en el campo, tenía puesta una campera deportiva con bolsillo con cierre. Me cortaron el bolsillo y robaron el celu que tenía apagado. Me dí cuenta cuando terminó el show”. Tampoco hizo la denuncia.
Juan Carlos Blander, titular de All Access S.R.L., que ofrece servicios de seguridad para los shows de Pop Art, T4F y 300 Producciones, etc, hace hincapié en que la gente debe colaborar más. “No prestan atención a las cosas que se les dicen y no denuncian formalmente los robos. Entonces no podemos hacer nada más que echar a los pungas de un show”, afirma.
Las hojas cortantes, pegadas con cinta scotch por detrás de la hebilla ancha de los cinturones o por debajo de las plantillas de las zapatillas, son otras de las estratagemas típicas. “Los detectamos porque se mueven en grupos de dos o tres. Y no se quedan quietos. El que va a ver un show se planta en un lugar y listo. Y el punga no elige, le da lo mismo un recital de rock que una fiesta electrónica”, dice Leonardo “El Profe” López, quien vela por la seguridad en los shows en Groove y el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas de La Paternal.
El se jacta de ser pionero en el uso del chaleco flúo con franja refractaria entre los Prevención. “Marco un perímetro de gente identificada en el campo. Y el punga sabrá que está en la mira”.

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