lunes, 21 de febrero de 2011

ACONSEJAN QUE LOS CHICOS JUEGUEN EN LA ÚLTIMA SEMANA DE VACACIONES




Cuando se acerca el inicio de clases, muchos padres se autoimponen dar actividades educativas a sus hijos, hacerlos repasar contenidos o inculcarles lecturas. Pero especialistas ponen en valor al tiempo muerto compartido.

Comienza la última semana de vacaciones. Algunos padres piensan que deben llenar el ocio con actividades educativas o hasta inculcarle –o incluso obligar– a los hijos a repasar contenidos por la cercanía del reinicio de las clases o la lectura de libros de texto o escolares de años anteriores. Habrá otros que incluso crean que el descanso es pernicioso. Los especialistas, sin embargo, opinan lo contrario para aquellos que estén libres del pecado de deber exámenes para estas fechas.

Marta Sipes, psicóloga y licenciada en ciencias de la educación, recuerda algo que tal vez resulta obvio, pero no tanto: “Con las actuales exigencias escolares y extracurriculares y las escuelas de doble jornada, el ocio tiene que ser ocioso. Hay padres que ponen un supervalor en la escuela y eso es pernicioso a la larga porque a la corta el chico no tiene vacaciones”, señala a Tiempo Argentino, tras recordar que muchos artistas e intelectuales revalorizan los tiempos muertos –la hora de la siesta, por ejemplo– como tierra fértil para la creación.

Sipes, en coincidencia con otros especialistas, recuerda que los tiempos de ocio deben respetarse y permitir que el chico haga lo que le gusta, siempre y cuando no sea siempre lo mismo (horas y horas con la consola de juegos o frente a la televisión, por ejemplo).

Hay padres que cuando se aproxima la época de clases insisten en hacer alguna tarea escolar, pero no como parte de un juego sino como propia de la escuela. Sipes reconoce que “hay padres que hostigan mucho y es conveniente que los chicos lleguen en blanco”.

“El aprendizaje escolar requiere cierto método, modos específicos que se dan en la escuela.”

La pedagoga Analía Segal –ex directora de la escuela de capacitación docente– apunta que “es interesante que el menú de opciones para los chicos sea variado” y también revaloriza el juego en general y los que vienen a través de pantallas en particular. “Cuando los chicos juegan, no pierden el tiempo. En el caso de los videojuegos cada vez son más las investigaciones que hablan de un conjunto de competencias vinculadas con la resolución de problemas que se desarrollan interactuando con las pantallas. Además, alrededor de algunos juegos se desarrollan comunidades de intercambios entre jugadores, que resultan entornos interesantes en los cuales los chicos pueden participar, bajo la mirada atenta de los adultos”, señala. Además, “las vacaciones son una buena oportunidad para sentarse con los chicos, y compartir lo que ellos hacen, como por ejemplo jugar con videojuegos: husmear los mundos por los que circulan nuestros hijos”, agrega la especialista.

Segal, finalmente, recuerda que más allá de la oferta violenta, racista o bélica de algunos videojuegos, “los adultos pueden hacer algo para mejorar lo que el mercado ofrece”. Los portales Chicosnet, Educ.ar, Relpe que nuclea a los portales latinoamericanos, o el de la Unesco, valen la pena. <

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