Por Jimena Arnolfi
La colonia de arte para adultos mayores surge del convenio firmado entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el Pami. Los talleres de arte se dan en el Ecunhi, la ex Esma. Un día con los 200 abuelos que llegan a los talleres de arte para adultos mayores en la ex Esma desde distintos centros de jubilados, hogares de día y geriátricos
La colonia de arte para adultos mayores surge del convenio firmado entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el Pami. Los talleres de arte se dan en el Ecunhi, la ex Esma. Un día con los 200 abuelos que llegan a los talleres de arte para adultos mayores en la ex Esma desde distintos centros de jubilados, hogares de día y geriátricos
Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.
Jean Paul Sartre
Hombres y mujeres juegan a las cartas abajo de los árboles. Algunos tocan algún instrumento, otros toman mate y fresquean en sus reposeras. Es un día de sol. Avanzando entre los jardines de la ex Esma se llega a uno de los edificios, pasando entre una colorida pintura de la cara del Che Guevara y una foto tamaño real donde Néstor Kirchner le entrega el bastón presidencial a su esposa Cristina Fernández. Al costado, hay un enorme salón donde hombres y mujeres bailan chacareras y carnavalitos. Tienen un promedio de 70 años. Los hombres llevan sus pañuelos blancos colgados del pantalón y las mujeres zangolotean los suyos al viento. Sonríen.La profesora de baile los acaba de reunir en el centro en forma de ronda para recordarles que “lo más importante es mirarse a los ojos y sonreír siempre”. Mientras unos bailan, otros muestran un pasillo que conduce al microcine. En las paredes, cuelgan retratos –tan imponentes como la foto y la pinturta anterior– de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Del techo cuelgan las fotos de sus hijos y nietos desaparecidos. Desde adentro del microcine sale una carcajada generalizada. Los abuelos están mirando una de Lolita Torres y no pueden parar de reír. Cuando termina Novia para dos (1956), una de las señoras que lleva una flor blanca entre sus rulos rubios, cuenta que todavía guarda un long play de Lolita Torres cantando temas infantiles y populares que “es una joya imperdible”. Su esposo asiente y señala a su mujer con amor: “Susi tenía la misma cinturita que tenía Lolita cuando joven”.Siguiendo el recorrido por el Ecunhi –Espacio Cultural Nuestros Hijos- se llega al salón de actos que funciona como comedor cuando hace mucho calor o mucho frío para comer afuera. La figura se compone a medida que uno avanza. Sobre las gradas puede verse El Eternauta hecho por los abuelos muralistas del Pami.
–Yo siento que acá adentro se me hermosea la cabeza– dice Tito, 78 años, abuelo muralista.
La colonia de arte para adultos mayores en el Ecunhi es un proyecto que surge del convenio firmado entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y Pami, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados. Por día, llegan cerca de doscientos abuelos. Algunos lo hacen por sus propios medios y otros llegan con los colectivos escolares que recorren los centros y hogares de la ciudad. Llegan pasadas las nueve de la mañana, a tiempo para que empiecen los talleres. Después viene el almuerzo y siguen los talleres hasta la hora de la merienda. La propuesta de la colonia incluye talleres artísticos y recreativos a elección de cada uno de los abuelos. Todo gratuito.“Tienen la opción de cambiar cuantas veces quieran de taller hasta que se enganchen con alguno que les guste”, dice Liliana Szwarcer, la responsable del área de Comunicación del Ecunhi. Hay clases de poesía, folclore, pintura, grabado, juegos teatrales, candombe y murga, cuento, percusión, clown y danza afro, entre otros talleres. El día esperado es el viernes. Son varios los que mencionan el tema del “bailongo” que se arma con el espectáculo musical que cierra la semana. Desde folclore, pasando por salsa y cumbia por qué no.
–¿Qué edad me dan? –pregunta Juano y clava los ojos sabiendo de su mirada fuerte– Nooo, para nada, mucho menos. Para mí que ese es el secreto, yo no me siento viejo –se ríe.
Está sentado junto a su amigo Mario como quien mira el baile desde una barra. Tiene el pelo teñido de un color ceniza y una camisa roja impecable. Charla del hogar por donde todas las mañanas, alrededor de las ocho y media, pasa el colectivo a buscarlo para venir al Ecunhi. Es verdad, Juano representa mucha menos edad que la tiene. Dice que baila mucho pero que hoy está cansado, pasa un mate y relojea a las compañeras que sí bailan pañuelo en mano. Su amigo Mario le comenta que La Culebra le mandó saludos. Al parecer es una señora que está medio sorda y habla mucho. “La conocí el viernes de bailongo y ya se me enamoró”, chicanea Juano, el galán. Después lo deja a hablar a su amigo Mario que es músico y quiere contar su historia. “Soy sólo desde chiquito, mi madre era muy pobre, y me tuvo que dejar en otra casa. La música fue mi única compañía real”, dice Mario y se acomoda los anteojos como quien se acomoda los recuerdos.En comparación con su amigo galán, Mario, nacido en México y de nacionalidad peruana, no está muy contento con el hogar geriátrico donde está viviendo últimamente. Es por eso que todas las mañanas se toma el colectivo escolar que manda el Ecunhi. “No me gusta ese hogar, allí nadie está muy interesado en vivir.” Mario va al taller de música, ritmo y movimiento por la mañana, y a musicoterapia por la tarde. Le gusta tocar los tambores. Cuenta que ahora tiene un problema en las piernas y no puede estar parado mucho tiempo. No importa. Sigue tocando.Liliana Szwarcer señala que el crecimiento de este proyecto es el reflejo del deseo de las Madres de Plaza de Mayo por convertir un lugar de sombras en un lugar de luz. Proyectos como la colonia de arte para adultos mayores ayudan a un construir una sociedad mejor para todos y todas.“El crecimiento es cualitativo más que cuantitativo, si bien cada vez son más los abuelos que vienen, los resultados que estamos teniendo son los que nos llenan de energía para seguir: Sombrerito –videoclip–, Señales de vida y Viejo es el viento y todavía sopla”, cuenta Szwarcer. Un video, un disco y un libro, tres proyectos surgidos de los talleres para adultos mayores.
–Ya no necesito que vengan a rehacerme la vida, ahora soy protagonista de la mía –dice María, 71 años, del taller de actuación.
Liliana Marino, la psicóloga de la colonia comenzó a trabajar cuando Señales de vida empezaba a tomar forma. Alguien debía acompañar el proceso de creación. “Ese disco fue pensado para demostrarle al mundo que una persona de 70, 80, 90 años puede tranquilamente hacer lo que se proponga aunque no lo hubiera hecho nunca”, sintetiza Marino. Señales de vida, que contó con el madrinazgo de Teresa Parodi, directora del Ecunhi, fue presentado a fines del año pasado en Radio Nacional para luego culminar en el escenario de Cosquín, en el Primer Festival Nacional de Mayores realizado en la Plaza Próspero Molina de Córdoba.“La vida abre sus puertas. Aquí, en el Ecunhi, se da cabida a todas las voces y se alberga y profundiza las ganas de los que llegan, porque esa es la consigna: aquí la revolución de las Madres está sucediendo, está haciendo realidad el mundo mejor con que soñaron los hijos”, escribe la cantante Teresa Parodi a modo de epílogo.Entre los tangos, milongas y valses que se encuentran en el disco, están Barrio viejo, La milonga y yo, Pituca, El conventillo y Muñeca brava. Los cantores son siete adultos mayores del taller de interpretación. Entre ellos está José Paletta, nacido en 1935 en una zona periférica del barrio de Villa Urquiza. Cuando era chico, José cantaba tangos para comprarse golosinas con las monedas que le daban. Siempre cantó. Toca el bandoneón de oído. Ahora que está presentando Señales de vida con sus compañeros, está tan metido con el tema del disco que se olvida el bastón en todos lados. Antes no podía caminar sin él.
–Acá me siento con ganas de hacer cosas, ya no camino arrastrando los pies –dice Marita, de 70, del taller de danza afro.
El rol de la psicóloga fue de mucha ayuda para muchos de los que llegaban un poco indecisos y con historias pesadas en sus espaldas. “Algunos llegaban muy angustiados, con muchos problemas y soledades. Hay mucha gente que necesita una terapia y desestima la posibilidad sin saber de qué se trata. Los adultos mayores suelen pensar que el terapeuta es para gente loca.” Marino cuenta que ese prejuicio se fue venciendo de manera natural, “de pronto me iban llamando para charlar, se fueron dando cuenta que el espacio de la terapia permite pensar las cosas que nos pasan, que nos preocupan. Si de 20 o 30 que lo necesitan, hay uno solo que se dio cuenta, ya es muy significativo”, concluye.Otro de los emprendimientos es el libro Viejo es el viento y todavía sopla, coordinado conjuntamente por las áreas de artes visuales y letras. “Siento que me abrió una ventanita en la cabeza y entró un poco de aire fresco, renovador”, escribe Mercedes Navarro retratando la experiencia de conocer el Ecunhi. Es una recopilación de poesías y relatos de algunos de los talleristas.Los profesores Rodolfo Edwards y Leila Said cuentan que una de las primeras frases que pronunciaron en el taller fue: “Escribir es darle sentido a la vida”. Juan Diego Incardona, escritor y coordinador del área de Letras cuenta que en sus primeras clases se dio cuenta que el programa de contenidos que había delineado iba a ser modificado rápidamente.“Empezaron a hacer literatura desde sus propias experiencias y recuerdos.” Así recuerda a los talleristas: “Venían de Burzaco, Lugano, Saavedra y Devoto, entre otros barrios. Ahora, me vienen a la memoria algunos de ellos: Jorge, un gran lector de poesía, admirador de Raúl González Tuñón; Walter, a quien bautizamos el poeta campero, porque escribía sobre temas rurales y trabajos campesinos; Josefina, la poeta romántica, que anotaba poemas de amor en su cuaderno Gloria; Reinaldo, el poeta de Villa Urquiza, un verdadero erudito de la historia del tango; Raúl, el poeta anarquista, que viajó por toda Latinoamérica, y Nélida, la poeta desfachatada, una señora de ojos muy claros que, al declamar, actuaba sus poemas con tanta gracia que sus compañeros la comparaban con Tita Merello”.Este tipo de proyectos ayudan a romper con los prejuicios asociados a la edad, la idea de lo “gagá”, el estereotipo del adulto mayor en el imaginario social representado por personajes como Mamá Cora de Gasalla o La Nonna de Tito Cossa. El “viejo” asociado a los problemas de salud y la vida en pausa. En su libro Proyectar la vida (Editorial Manantial), Ricardo Iacub, psicólogo, director científico de la Sociedad Iberoamericana de Gerentología, señala: “cada sociedad construye una idea de envejecimiento que determinará ciertos espacios y recursos para cada grupo social. Esto a su vez posibilitará mayores o menores expectativas para hacer, construir o inventar una nueva forma de vivir”. Iacub dice que el gran desafío de las nuevas generaciones será el de construir diversos modelos sociales para que los mayores tengan los derechos que les corresponden, incluyendo la abolición de esos estereotipos construidos en torno a la vejez.Ya lo escribió Elda Vernieri, del taller de poesía: “Será, me dije, que es una forma por la cual estas Madres tratan de reivindicar a sus hijos que dieron su vida por una patria con justicia social”. Aquellos que llegan al Ecunhi, para trabajar, para disfrutar o para visitar, saben perfectamente de la enorme dimensión del trabajo impulsado por las Madres.Hoy, la ex Esma es pura vida.
Para más información: 4703-5089 / www.nuestroshijos.org.ar / informes@nuestroshijos.org.ar.
–Yo siento que acá adentro se me hermosea la cabeza– dice Tito, 78 años, abuelo muralista.
La colonia de arte para adultos mayores en el Ecunhi es un proyecto que surge del convenio firmado entre la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y Pami, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados. Por día, llegan cerca de doscientos abuelos. Algunos lo hacen por sus propios medios y otros llegan con los colectivos escolares que recorren los centros y hogares de la ciudad. Llegan pasadas las nueve de la mañana, a tiempo para que empiecen los talleres. Después viene el almuerzo y siguen los talleres hasta la hora de la merienda. La propuesta de la colonia incluye talleres artísticos y recreativos a elección de cada uno de los abuelos. Todo gratuito.“Tienen la opción de cambiar cuantas veces quieran de taller hasta que se enganchen con alguno que les guste”, dice Liliana Szwarcer, la responsable del área de Comunicación del Ecunhi. Hay clases de poesía, folclore, pintura, grabado, juegos teatrales, candombe y murga, cuento, percusión, clown y danza afro, entre otros talleres. El día esperado es el viernes. Son varios los que mencionan el tema del “bailongo” que se arma con el espectáculo musical que cierra la semana. Desde folclore, pasando por salsa y cumbia por qué no.
–¿Qué edad me dan? –pregunta Juano y clava los ojos sabiendo de su mirada fuerte– Nooo, para nada, mucho menos. Para mí que ese es el secreto, yo no me siento viejo –se ríe.
Está sentado junto a su amigo Mario como quien mira el baile desde una barra. Tiene el pelo teñido de un color ceniza y una camisa roja impecable. Charla del hogar por donde todas las mañanas, alrededor de las ocho y media, pasa el colectivo a buscarlo para venir al Ecunhi. Es verdad, Juano representa mucha menos edad que la tiene. Dice que baila mucho pero que hoy está cansado, pasa un mate y relojea a las compañeras que sí bailan pañuelo en mano. Su amigo Mario le comenta que La Culebra le mandó saludos. Al parecer es una señora que está medio sorda y habla mucho. “La conocí el viernes de bailongo y ya se me enamoró”, chicanea Juano, el galán. Después lo deja a hablar a su amigo Mario que es músico y quiere contar su historia. “Soy sólo desde chiquito, mi madre era muy pobre, y me tuvo que dejar en otra casa. La música fue mi única compañía real”, dice Mario y se acomoda los anteojos como quien se acomoda los recuerdos.En comparación con su amigo galán, Mario, nacido en México y de nacionalidad peruana, no está muy contento con el hogar geriátrico donde está viviendo últimamente. Es por eso que todas las mañanas se toma el colectivo escolar que manda el Ecunhi. “No me gusta ese hogar, allí nadie está muy interesado en vivir.” Mario va al taller de música, ritmo y movimiento por la mañana, y a musicoterapia por la tarde. Le gusta tocar los tambores. Cuenta que ahora tiene un problema en las piernas y no puede estar parado mucho tiempo. No importa. Sigue tocando.Liliana Szwarcer señala que el crecimiento de este proyecto es el reflejo del deseo de las Madres de Plaza de Mayo por convertir un lugar de sombras en un lugar de luz. Proyectos como la colonia de arte para adultos mayores ayudan a un construir una sociedad mejor para todos y todas.“El crecimiento es cualitativo más que cuantitativo, si bien cada vez son más los abuelos que vienen, los resultados que estamos teniendo son los que nos llenan de energía para seguir: Sombrerito –videoclip–, Señales de vida y Viejo es el viento y todavía sopla”, cuenta Szwarcer. Un video, un disco y un libro, tres proyectos surgidos de los talleres para adultos mayores.
–Ya no necesito que vengan a rehacerme la vida, ahora soy protagonista de la mía –dice María, 71 años, del taller de actuación.
Liliana Marino, la psicóloga de la colonia comenzó a trabajar cuando Señales de vida empezaba a tomar forma. Alguien debía acompañar el proceso de creación. “Ese disco fue pensado para demostrarle al mundo que una persona de 70, 80, 90 años puede tranquilamente hacer lo que se proponga aunque no lo hubiera hecho nunca”, sintetiza Marino. Señales de vida, que contó con el madrinazgo de Teresa Parodi, directora del Ecunhi, fue presentado a fines del año pasado en Radio Nacional para luego culminar en el escenario de Cosquín, en el Primer Festival Nacional de Mayores realizado en la Plaza Próspero Molina de Córdoba.“La vida abre sus puertas. Aquí, en el Ecunhi, se da cabida a todas las voces y se alberga y profundiza las ganas de los que llegan, porque esa es la consigna: aquí la revolución de las Madres está sucediendo, está haciendo realidad el mundo mejor con que soñaron los hijos”, escribe la cantante Teresa Parodi a modo de epílogo.Entre los tangos, milongas y valses que se encuentran en el disco, están Barrio viejo, La milonga y yo, Pituca, El conventillo y Muñeca brava. Los cantores son siete adultos mayores del taller de interpretación. Entre ellos está José Paletta, nacido en 1935 en una zona periférica del barrio de Villa Urquiza. Cuando era chico, José cantaba tangos para comprarse golosinas con las monedas que le daban. Siempre cantó. Toca el bandoneón de oído. Ahora que está presentando Señales de vida con sus compañeros, está tan metido con el tema del disco que se olvida el bastón en todos lados. Antes no podía caminar sin él.
–Acá me siento con ganas de hacer cosas, ya no camino arrastrando los pies –dice Marita, de 70, del taller de danza afro.
El rol de la psicóloga fue de mucha ayuda para muchos de los que llegaban un poco indecisos y con historias pesadas en sus espaldas. “Algunos llegaban muy angustiados, con muchos problemas y soledades. Hay mucha gente que necesita una terapia y desestima la posibilidad sin saber de qué se trata. Los adultos mayores suelen pensar que el terapeuta es para gente loca.” Marino cuenta que ese prejuicio se fue venciendo de manera natural, “de pronto me iban llamando para charlar, se fueron dando cuenta que el espacio de la terapia permite pensar las cosas que nos pasan, que nos preocupan. Si de 20 o 30 que lo necesitan, hay uno solo que se dio cuenta, ya es muy significativo”, concluye.Otro de los emprendimientos es el libro Viejo es el viento y todavía sopla, coordinado conjuntamente por las áreas de artes visuales y letras. “Siento que me abrió una ventanita en la cabeza y entró un poco de aire fresco, renovador”, escribe Mercedes Navarro retratando la experiencia de conocer el Ecunhi. Es una recopilación de poesías y relatos de algunos de los talleristas.Los profesores Rodolfo Edwards y Leila Said cuentan que una de las primeras frases que pronunciaron en el taller fue: “Escribir es darle sentido a la vida”. Juan Diego Incardona, escritor y coordinador del área de Letras cuenta que en sus primeras clases se dio cuenta que el programa de contenidos que había delineado iba a ser modificado rápidamente.“Empezaron a hacer literatura desde sus propias experiencias y recuerdos.” Así recuerda a los talleristas: “Venían de Burzaco, Lugano, Saavedra y Devoto, entre otros barrios. Ahora, me vienen a la memoria algunos de ellos: Jorge, un gran lector de poesía, admirador de Raúl González Tuñón; Walter, a quien bautizamos el poeta campero, porque escribía sobre temas rurales y trabajos campesinos; Josefina, la poeta romántica, que anotaba poemas de amor en su cuaderno Gloria; Reinaldo, el poeta de Villa Urquiza, un verdadero erudito de la historia del tango; Raúl, el poeta anarquista, que viajó por toda Latinoamérica, y Nélida, la poeta desfachatada, una señora de ojos muy claros que, al declamar, actuaba sus poemas con tanta gracia que sus compañeros la comparaban con Tita Merello”.Este tipo de proyectos ayudan a romper con los prejuicios asociados a la edad, la idea de lo “gagá”, el estereotipo del adulto mayor en el imaginario social representado por personajes como Mamá Cora de Gasalla o La Nonna de Tito Cossa. El “viejo” asociado a los problemas de salud y la vida en pausa. En su libro Proyectar la vida (Editorial Manantial), Ricardo Iacub, psicólogo, director científico de la Sociedad Iberoamericana de Gerentología, señala: “cada sociedad construye una idea de envejecimiento que determinará ciertos espacios y recursos para cada grupo social. Esto a su vez posibilitará mayores o menores expectativas para hacer, construir o inventar una nueva forma de vivir”. Iacub dice que el gran desafío de las nuevas generaciones será el de construir diversos modelos sociales para que los mayores tengan los derechos que les corresponden, incluyendo la abolición de esos estereotipos construidos en torno a la vejez.Ya lo escribió Elda Vernieri, del taller de poesía: “Será, me dije, que es una forma por la cual estas Madres tratan de reivindicar a sus hijos que dieron su vida por una patria con justicia social”. Aquellos que llegan al Ecunhi, para trabajar, para disfrutar o para visitar, saben perfectamente de la enorme dimensión del trabajo impulsado por las Madres.Hoy, la ex Esma es pura vida.
Para más información: 4703-5089 / www.nuestroshijos.org.ar / informes@nuestroshijos.org.ar.
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