El boliche más convocante de la costa atlántica instaló una especie de cámara Gesell para que los padres sepan qué hacen sus hijos. Qué opinan chicos y adultos. Las advertencias de los especialistas.
Por Deborah Maniowicz
La disco más impresionante de la costa atlántica, Ku, volvió esta temporada a ser centro de las miradas con una apuesta tan controvertida como aplaudida: convirtió el salón vip de la matinée en una especie de Cámara Gesell. Un sistema pensado para que los protagonistas puedan ser vistos sin saberlo y que se usa, por ejemplo, para proteger a algunos testigos. Pero que en este caso servirá para que los padres vigilen a los adolescentes mientras se divierten.El sistema se renovó de la mano de uno de sus dueños, Gustavo Mustoni “Palmer”, amo y señor de la fiesta pinamarense, quien la definió como “una propuesta contenedora y constructiva. Implementamos la idea porque notábamos que los padres estaban muy preocupados por la seguridad”.Cuatro veces por semana la matinée de Ku abre sus puertas. Cerca de las ocho de la noche unos 700 adolescentes, de entre 12 y 16 años, comienzan a formar fila para sacar su entrada y sumergirse en el templo de la euforia, donde la adrenalina sube al ritmo del reggaeton, la cumbia y la música electrónica. Los padres, en cambio, ingresan por otra puerta, no pagan entrada y tienen a su disposición gaseosas, sándwiches y snacks para deleitarse, como en el cine, mientras observan el comportamiento de sus hijos en las distintas pistas de baile.Lo que no explicó el rey de la noche de Pinamar es que la “preocupación por la seguridad” dentro del boliche se instaló en los padres por lo que podrían denominarse “antecedentes” de la disco, donde todo fue siempre brillo y desmesura. Por caso, en enero de 2010 Jorge Vallejos fue apuñalado en el estacionamiento tras una fuerte discusión con otro joven. Y hace poco tiempo la municipalidad amenazó con clausurarlo por no tener rampa para discapacitados: una situación que derivó en denuncia por pedido de coima contra el entonces intendente, Roberto Porretti.Ese pasado reciente es una de las razones por las cuales a Tomás, de 15 años, nunca lo dejaron ir a Ku. Cuando Paula Szalay, tía del joven, se enteró del nuevo sistema, no dudó en convencer a su hermana para que lo dejara ir a bailar bajo su vigilancia. “Una vez que lo vi entrar, me camuflé por el costado e ingresé al vip. Al día siguiente cuando le conté a Tomi que fui a espiarlo, se shockeó pero cuando le dije que había conseguido que su mamá lo deje volver se relajó y se puso contento”, confió Szalay a Veintitrés.Asbed Aryan, médico psicoanalista de APdeBA (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires) especializado en niños y adolescentes, planteó que con este sistema “los chicos no se sienten protegidos sino espiados. Es preocupante que los padres no confíen en la educación que le dieron a sus hijos. Resulta contraproducente que en vez de sentarse a hablar con ellos acerca de sus preocupaciones vayan a espiarlos: de esa forma los menores no internalizan valores sino a un vigilante. La rebeldía es sana ya que los adolescentes aprenden de las pequeñas transgresiones. Si pierden el ámbito natural para hacerlas van a crear nuevos espacios secretos a los que los padres no tengan acceso”. En la misma línea, la psicoanalista y psiquiatra Irene Sapoznicoff consideró que “la prevención debe hacerse anticipadamente. Esto es un manotazo de ahogado. Que los padres miren en actitud policíaca es violatorio a la intimidad de los chicos. Para ser observados ellos deben tener conocimiento y estar de acuerdo”.Palmer, el hombre que ofició de anfitrión de figuras como Charly García, Carlitos Menem y Florencia Kirchner, respondió a esa crítica con un argumento un tanto débil: “No es invasivo ya que los padres se mueven dentro del vip y no pueden ingresar a la pista. Llevo 30 años en la noche, tengo una hija de 7 y cuando vaya a bailar me encantaría ir a ver qué onda”.Nicolás Turjanski tiene 15, acaba de terminar segundo año del colegio Nacional Buenos Aires, y si bien no veranea en Pinamar, ante la posibilidad de que la medida se replique en otras discos, opinó: “Cuando voy a bailar lo que me divierte es estar entre amigos. El boliche es el lugar donde puedo hacer cosas que no haría delante de mis padres. Si me entero que está mi mamá espiándome ¡la mato! Yo sé darme cuenta si la disco es segura o no, y si ella decide ir es porque no confía en mí”.A nivel internacional, la Cámara Gesell está vinculada a los interrogatorios policiales o al control de la conducta de los sospechosos. En el país, se usa para proteger a los testigos del entorno tribunalicio, sobre todo si son niños, y a la ayuda psicológica. Los jóvenes que asisten a un boliche como Ku, no tienen problemas diferentes a los de cualquier otro teenager: allí no se vende alcohol ni está permitido fumar, y en cuanto a las medidas de seguridad, como salidas de emergencia y matafuegos, entre otras, la disco siempre abrió sus puertas para que los padres recorrieran el complejo durante el día y despejaran dudas.Por eso esta nueva disposición fue catalogada por algunos como un “exceso”, mientras que otros la consideraron como una propuesta de protección. Como el psicoanalista y miembro titular de APA (Asociación Psicoanalítica Argentina), Enrique Novelli, consideró que “los chicos tienen que estar controlados. Si bien es invasivo a su privacidad responde a que no se los preparó suficientemente bien para que estén solos en un boliche”.Dejando de lado la cuestión ética, Lisandro Teszkiewicz, integrante de Abogados por la Justicia Social y docente de la UBA, explicó que la medida es legal ya que “los padres tienen potestad disciplinaria sobre sus hijos: el derecho de privacidad de cualquier menor está al arbitrio de su tutor”. Sin embargo, advierte de los riesgos de exponer a los menores al ojo adulto ya que, por ejemplo, consultoras de marketing podrían aprovechar el mecanismo para realizar investigaciones de mercado. Con sus detractores y defensores, la idea de Palmer se convirtió en una poderosa publicidad para la disco. Hace tiempo que el máximo referente de la noche, que empezó a pasar música en el `77 y vio bailar a tres generaciones promete superarse “año tras año”. En 2011 cumplió su palabra. Habrá que esperar al próximo verano para saber si vuelve a sorprender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario