En el último disco de Los Pericos participan cincuenta músicos con temas en diferentes idiomas. Repasan su trayectoria y cuentan por qué no invitaron a Bahiano.
Por Bruno Lazzaro
La casa irradia armonía. No hay perros que busquen amor a través de sus cariñosos hocicos, ni puertas que se abran para dejar lugar a otra serie interminable de puertas. Ni siquiera hay olor a tabaco. Acá no hay clasificados en los que se soliciten músicos, ni ruido comprimido que permita opinar desde afuera: “¡Qué mal que suenan estos pibes!”. El dueño, ese hombre de barba color ceniza que dice haber sido rockero, y que durante dos años se tuvo que vestir de Papa Noel porque el corralito se quedó con lo poco que había cosechado en su verdadero trabajo de joven (empleado de peaje), no existe, y los posters de Whitesnake, Bon Jovi en su etapa rockera y Poison no llegaron a ser colocados por una cuestión de buen gusto. El sol se cuela por un ventanal imponente y la típica escena lúgubre de la sala de ensayo tradicional –esa en la que cientos de chicos invierten sus sueños de rockstar– se esfuma frente a los ojos de los dueños de casa: Los Pericos.
Son las 19 del sábado 15 de enero y todavía faltan veintidós horas para que el conjunto –sinónimo del reggae local– se suba al escenario del Parque Roca a tocar con The Wailers, el mítico grupo jamaiquino que alguna vez lideró Bob Marley. Juanchi Baleirón –45 años, vocalista y guitarrista– y Ariel “Topo” Raiman –41 años, baterista– dan la bienvenida y se disponen a oficiar de entrevistados, mientras sus compañeros de banda van llegando a la base de operaciones perica situada en Nuñez. La excusa es el lanzamiento de su último material, Pericos & Friends, un disco en el que participan cincuenta músicos con temas en diferentes idiomas y grabado en nueve países. Un trabajo en el que participaron grandes artistas del reggae como el fallecido Gregory Isaacs, Herbert Vianna –de Os Paralamas–, Ali Campbell –líder de UB40–, Guillermo Boneto –cantante de Los Cafres– y Toots Hibbert –de Toots and The Maytals–. “Pensamos: ¿cómo sería el disco ideal? Y la respuesta fue todo lo que hicimos”, asegura el Topo, recostado en un sofá ubicado en uno de los ambientes reciclados donde hace unos años vivía su padre.Juanchi agrega que “para hacer este disco teníamos que apuntar alto y tirar toda la carne al asador. Para la banda es importante históricamente porque estamos junto a los que nos marcaron el camino, aquellos que nos ayudaron a hacer un estilo propio, y encima nos damos el lujo de que canten nuestras canciones más emblemáticas”.Para la realización de este material la banda eligió un repertorio basado en su costado más reggae, dejando de lado las canciones fiesteras y reconvirtiendo algunos éxitos como “Casi nunca lo ves”, “Natural Mystic” y “Waitin”.–¿Qué diferencia ven entre estas versiones y las originales?Topo: –Es como ver mi foto de los 18 y una de ahora.Juanchi: –Ojo, puede ser que te veas más gordo y más pelado.Topo: –Cuando escucho el primer disco es como si estuviera viendo un álbum de fotos de época. Hay olores, sabores… se activa algo. Y con este es ver lo que pasa actualmente.–¿Y qué sucede?Juanchi: –Muchas cosas, porque somos creadores de varias canciones indelebles, que siempre gustaron, gustan y gustarán. Lo que queremos es que a las nuevas generaciones les quede la foto de Los Pericos actuales, lo que somos hoy.¿Qué son veinticinco años para una banda? Los Pericos lo saben. Y pese a que el dato de su aniversario pueda resultar pequeño en comparación a otros grupos legendarios, lo cierto es que son una de las tres formaciones populares –junto a los Ratones Paranoicos y los Súper Ratones– que alcanzaron esa cifra sin rupturas esporádicas. Entonces, el dato se resignifica. “No paramos nunca porque no nos gusta quedarnos dormidos. Tuvimos muchos momentos de número uno, pero no nos quedamos con eso. Esa es nuestra naturaleza como banda. Somos inquietos en conjunto. Es como que estamos siempre pataleando en el agua”, afirma Juanchi. “Nos gusta lo que hacemos, lo disfrutamos y esa es nuestra fórmula”, sentencia el baterista.Nacidos a finales de 1986, Los Pericos son –junto a Los Abuelos de la Nada y Sumo– los padres adoptivos del reggae argentino, una criatura que ya dejó de ser un fenómeno y se convirtió en realidad, sea a través de su propio éxito o el de otros artistas, como Dread Mar I o Fidel Nadal y el de bandas como Nonpalidece y Los Cafres. “Fuimos un puntapié y lo sabemos –sostiene el guitarrista y cantante–. Formamos parte de la primera de las tres olas fuertes que tuvo el reggae en el país, pero nunca lo hicimos de manera exclusiva. En todos estos años nos movimos entre el reggae y el rock y siempre caímos bien.” Topo asevera que “lo bueno de todo lo que pasa es que antes teníamos que explicar lo que hacíamos, ahora no. Nosotros siempre estamos en un lugar paralelo, más allá de la ola, porque somos una banda de power reggae, con su estilo y su gente”.Pero antes de este presente, hubo un comienzo que ellos, a la distancia, recuerdan con la misma confianza de entonces. “Una vez fuimos a ver a Sumo a Obras y aprovechamos para volantear. Recuerdo que en ese momento no habíamos sacado ni un disco, pero igual nos propusimos que la próxima vez que volviéramos iba a ser para tocar. Y pasó. A partir de ahí nos enviciamos de sueños”, rememora el Topo. Y Juanchi agranda el combo de anécdotas: “Siempre estuvimos mal acostumbrados a que se nos cumplan los sueños. Queríamos ir a Jamaica y fuimos, hacer ese Obras que es el equivalente a lo que hoy sería llenar un Club Ciudad con 20 mil personas. Una locura”.La banda funciona como una familia. Son siete músicos en una misma sintonía. Con un criterio unificado que los excede de todo tipo de discusión lógica que conlleva un proyecto. Y lo dejan en claro a la hora de las fotos. Cuando se suman Horacio Avendaño –saxo–, Gastón Goncalvez –bajo– y Marcelo Blanco –percusión– las risas se hacen eco en la terraza de su hogar laboral. “Somos hermanos. Tenemos mucha afinidad más allá de la música. Y tiene que ver con que estamos seguros de quienes somos. Nadie tiene un ego tan grande como para sentirse más”, asegura el violero. La frase tiene un destinatario directo. El Bahiano abandonó la banda hace siete años y los rumores empezaron a correr. Sin embargo, el grupo se hizo más fuerte y decidió seguir. Y pese a que el último disco hacía presuponer una invitación, Juanchi explica por qué no se llevó a cabo el reencuentro: “Con el Bahiano no hay friendship. Este fue un disco que hicimos con gente con la que tenemos onda. Fue una parte importante, pero ya no está. Imaginate que cuando él se fue, también se fue el hermano, que era el manager, y ni siquiera teníamos la clave del contestador automático. Fueron días en los que nosotros atendíamos el teléfono, consolábamos a la gente y la gente nos consolaba a nosotros”.–Sin embargo, se repusieron. ¿Se imaginan tocando durante otros veinticinco años?–Sí, pero eso ya depende de Dios.
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