miércoles, 2 de febrero de 2011

EL CALVARIO DEL TRABAJO RURAL


Inspectores laborales encontraron “notables deficiencias” en la seguridad e higiene de peones rurales en partidos de la costa atlántica. Una de las empresas con irregularidades es Nidera, la misma en la que se detectaron situaciones de trabajo semiesclavo.

Por Pedro Lipcovich


Inspecciones en establecimientos rurales bonaerenses detectaron “notables deficiencias en seguridad e higiene”, que afectaban a un total de 269 trabajadores. Tres de las plantas pertenecen a la empresa Nidera, con un total de 145 empleados. Todas ellas se encuentran en la costa atlántica, en los partidos de General Alvarado y Lobería. Otro de los campos pertenece a la firma El Deseo, y otro, en la localidad de Tandil, a la empresa Satus Ager. Se detectaron “baños escenográficos”, como denominó un funcionario de la cartera laboral bonaerense a la presencia de duchas con calefones eléctricos totalmente montados... pero sin electricidad ni agua corriente. También se registró almacenamiento de pesticidas en los dormitorios de los trabajadores, “lo cual es práctica frecuente en establecimientos rurales”. En cuanto a prácticas como las arbitrariedades en el pago o los castigos colectivos –ya denunciadas por trabajadores migrantes–, “enfrentarlas requiere cambiar la Ley nacional de Trabajo Rural: mientras tanto, la actividad se rige por usos y costumbres como el ‘trabajo de sol a sol’”, explicó el funcionario.
El campo San José del Retiro –paraje La Escuelita, partido de General Alvarado– emplea a 35 trabajadores y pertenece a la firma Nidera, al igual que el campo La Quimera –Ruta 227, km. 3, partido de Lobería–, donde trabajan 35 hombres procedentes de la provincia de Formosa. “Encontramos problemas de higiene y salubridad: faltaba agua en los sanitarios; hay un baño químico pero sin agua ni funcionamiento del mecanismo. En realidad los baños de estos establecimientos son, podría decirse, escenográficos: había un sector de duchas con calentadores eléctricos, pero sin provisión de electricidad ni de agua: estaban para la foto nomás”, contó Oscar Kindsersky, director provincial de Inspecciones del Ministerio de Trabajo bonaerense. También se registró “hacinamiento en los dormitorios, carromatos metálicos de pequeñas dimensiones con hasta 18 cuchetas”. La inspección a San José del Retiro se originó en una denuncia de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre).
En la planta La Ballenera, también de Nidera –en el kilómetro 37,5 de la Ruta 88, cerca de Miramar–, se detectó “la falta de condiciones de higiene y seguridad, y quedó pendiente la documentación del registro y la forma de pago a los trabajadores”, según el Ministerio de Trabajo bonaerense, que efectuó ayer todas estas inspecciones. El personal de La Ballenera “no reside en la empresa, sino que es gente de la zona, que se traslada todos los días”, precisó Kindsersky.
Se fiscalizaron campos de cultivo de papa pertenecientes a la empresa El Deseo –también en el paraje La Escuelita, de General Alvarado–. Allí había 35 trabajadores, todos los cuales residen en la cercana localidad de Otamendi: “Faltaban baños adecuados y agua, con el agravante de que el vehículo que los transportaba todos los días desde Otamendi no contaba con la revisión técnica vehicular”. En el campo La Baguala –Ruta 226, km. 30–-, propiedad de la empresa Santa Sabina y arrendado por Marcelino Coraza, había tres trabajadores, también bajo “deficientes condiciones de higiene y salubridad”. También, en varios de estos establecimientos, “se constató que en el mismo recinto donde duermen los trabajadores se almacenan pesticidas e insecticidas, lo cual es una práctica frecuente y peligrosa en establecimientos rurales”.
En el campo La Alcira –Ruta Nacional 226, kilómetro 136, zona de Tandil–-, perteneciente a la firma Satus Ager, había 86 trabajadores procedentes de Santiago del Estero: “Se constató que vivían en barracas y casillas de chapa sometidos a altas temperaturas, sin electricidad ni heladeras. Las viviendas tenían piso de tierra, ventilación limitada y en algunos casos servían también como depósito de elementos como gomas en desuso. No había duchas sino lugares improvisados donde los trabajadores se higienizan con baldes de agua; y los elementos de seguridad y de salud eran escasos”, según el comunicado de la cartera laboral. “En este caso, como las condiciones eran realmente muy malas y la tarea para la que habían sido contratados estaba prácticamente realizada, se acordó en dar por finalizado el período de trabajo, con liquidación de jornales hasta el miércoles inclusive. Mañana (por hoy) se efectuará la liquidación en el local de nuestra delegación de Tandil: así nos aseguramos de que efectivamente les paguen”, señaló Kindsersky.
–Los trabajadores rurales migrantes suelen quejarse de que no les liquidan las horas extras, no les pagan si no se trabaja por lluvia o directamente no saben cuánto van a cobrar (ver nota del 10 de enero pasado en este diario). ¿Pudo verificarse algo de esto en los establecimientos inspeccionados? –preguntó Página/12.
–Esto debería verificarse cuando veamos la documentación –contestó Kindsersky–. De todos modos, para estas cuestiones tendría que modificarse la Ley nacional 24.248, que regula el trabajo rural y data de la última dictadura. En la Argentina, a falta de una legislación adecuada, las tareas rurales se rigen por usos y costumbres que datan de muchos años, por ejemplo el trabajo “de sol a sol”. La actividad debería asimilarse a la Ley de Contrato de Trabajo: en los frigoríficos, por ejemplo, cuando no se trabaja porque no hay faena, rige una garantía horaria.
–Estos trabajadores también se quejan del régimen de cuadrillas, donde el conjunto es castigado por “faltas” o “indisciplina” individuales.
–Es el mismo caso: en la construcción, por ejemplo, se trabaja en cuadrillas pero eso no implica sanciones colectivas, porque se atiene a la Ley de Contrato de Trabajo –respondió el funcionario.
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