Las consecuencias negativas de este sistema neoliberal, han impulsado la manifestación creciente del rechazo al mismo. “El sistema acentúa todos los días y todas las noches su carácter genocida, destruyendo las condiciones de vida y de dignidad de la humanidad presente y amenazando la sobrevivencia de la humanidad futura”. Dentro del propio sistema “crece incesantemente su carácter contaminando y destruyendo la naturaleza, caminando fatalmente hacia una catástrofe ambiental. Una alternativa es urgente porque el sistema no se limita a destruir la vida, sino sofoca también las razones de vivir, operando como un rodillo compresor de los valores, culturas y espiritualidad”.(2). Es impresionante la sola mención de las numerosas manifestaciones (desde Seattle 1999, hasta Cancún 2003) y del creciente número de participantes en ellas, que han ido manifestando su rechazo al sistema dominante, su convicción de que otro mundo es necesario, de que otro tipo de sociedad es posible y de que es urgente.
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