Nosotros, los responsables de
Un artículo publicado el 4 de noviembre pasado en el diario Clarín titulado: “
Aprovechamos esta ocasión para decir que los que formamos parte de esta comunidad, nos sentimos herederos de una historia de dolor y de amor. Nuestra parroquia fue refugio de resistencia para quienes, durante la última dictadura, eran perseguidos, abandonados y desamparados. Las Madres de Plaza de Mayo y familiares de desaparecidos encontraron en nuestra comunidad un espacio donde seguir fortaleciendo el reclamo de
Por esta historia de dolor y de amor que atraviesa nuestra sociedad y en particular a esta comunidad, sostenemos con convicción que la voluntad de perdón es un acto que por su naturaleza y esencia es personal y libre, por eso es lo más ajeno al mundo de lo institucional, de lo impersonal, de lo masivo y de lo impuesto. El perdón no puede ser decretado ni impuesto por ningún “colectivo social”.
Creemos objetivamente que la justicia y la verdad demandan una construcción colectiva. La aplicación de sanciones y penas a los victimarios es el único mecanismo de defensa con que una sociedad cuenta para defenderse de conductas y prácticas que destruyen sus posibilidades de convivencia fraterna. También creemos que nuestra subjetividad merece y anhela de la fuerza creativa del Amor para no caer en la venganza ni en la indiferencia.
En fidelidad a esta herencia de dolor y amor, hoy nos seguimos sumando, inspirados por Jesús, a esta larga caravana de varones y mujeres que hacen el esfuerzo de gestar otro mundo posible, desde los Crucificados de Hoy. Confiamos en la fecundidad de este dolor que fortalece nuestro compromiso con
Nota de Clarin
04/11/10
Por Sergio Rubín para Clarín
No se quiso hacer publicidad. La convocatoria fue hecha de modo casi personal. Y sin buscar que la respuesta sea numerosa. Pero sí un primer paso. Así, el sábado 23 de octubre, una veintena de familiares de víctimas de la guerrilla y de la represión ilegal se congregaron por primera vez en el recoleto edificio del seminario de Devoto para un retiro espiritual con eje en el perdón como camino hacia la reconciliación. Una propuesta que, según sus impulsores, no debe emparentarse con la búsqueda de la impunidad –de hecho, cada uno de los participantes tiene su posición sobre el papel que debe jugar
El retiro tuvo un paso previo. Fue un panel sobre la reconciliación que se realizó en la última Feria del Libro. Y del que participaron Arturo Larrabure –hijo del coronel Argentino Larrabure, asesinato en cautiverio por el ERP-; Luis Labraña, ex montonero, y el arzobispo emérito de Resistencia, Carmelo Giaquinta, cercano en su momento al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y a quien le ametrallaron su casa en 1976. Giaquinta fue el predicador del retiro espiritual, ocasión en la que dijo no tener dudas de que “si los argentinos nos perdonásemos de corazón, nos desataríamos las ataduras que nos tienen prisioneros del pasado y volveríamos a caminar como Nación”. Los organizadores prometen otro encuentro antes de fin de año.
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