Organizaciones de mujeres impulsan una campaña para crear conciencia sobre la trata y entorpecer su ejercicio. Llaman a arrancar los papelitos con ofertas sexuales de los lugares donde suelen ser pegados en el centro, Once y Constitución.
Paredes, tachos de basura, columnas de luz y teléfonos públicos del microcentro y barrios porteños como Once y Constitución suelen estar abarrotados de papelitos y volantes con ofertas de comercio sexual. A veces incluyen imágenes de mujeres voluptuosas desnudas o en ropa interior. Activistas feministas lanzaron una convocatoria para arrancarlos sistemáticamente y tirarlos a la basura, camino al trabajo o de vuelta a casa, con la idea de crear conciencia, desnaturalizar y al mismo tiempo boicotear el negocio de la explotación de la prostitución ajena, que puede involucrar además a víctimas de redes de trata y adolescentes. “La idea es sumar no sólo militantes sino llamar a la responsabilidad ciudadana, a la no complicidad con cada eslabón por pequeño que parezca”, explicó a Página/12 la diputada porteña de la Coalición Cívica Diana Maffía, una de las impulsoras.
La iniciativa está inspirada en la marcha convocada el 23 de septiembre último desde Plaza Congreso hasta plaza Once, por la Campaña Abolicionista “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución”, que promueven diversas ONG bajo el lema: “La ruta de los teléfonos públicos es la ruta de explotación sexual”. Ese día, decenas de mujeres quitaron durante el recorrido los volantes que encontraron a su paso con ofertas sexuales. Y los reemplazaron con reflexiones en contra de la explotación de la prostitución ajena, mientras desde un móvil se escuchaban diversas consignas, entre ellas, “que tu hija no sea prostituida”, “que tu hijo no sea prostituyente”. La marcha culminó con una gran fogata en la que se quemaron todos los papelitos arrancados.
“Esas publicidades muestran a mujeres desnudas, con tetas y nalgas gigantes. Es una publicidad claramente sexista y alguna incluso erotiza el racismo, con expresiones como ‘paraguayitas ardientes’. Queremos llamar la atención sobre esta situación para que la gente los arranque, ya que en todos se dan las direcciones de lugares que funcionan como prostíbulos, donde se explotan mujeres y el Gobierno de la Ciudad no hace nada para poner fin a esta situación. Se está consolidando una cultura prostituyente, naturalizándose la prostitución y explotación de las mujeres como normal”, señaló a este diario Marta Fontenla, de la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer (ATEM), integrante de la Campaña “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución”.
En los últimos días surgió en la Red Informativa de Mujeres de la Argentina (RIMA) la propuesta de replicar la movida del 23 de septiembre. RIMA es una lista en la que comparten reflexiones, debates y experiencias decenas de profesionales, activistas, estudiantes, políticas, integrantes de organizaciones de la sociedad civil, comunicadoras y funcionarias de distintos puntos del país (y de otros países de la región y también España). En el intercambio, a través de RIMA, quedó en evidencia que ya muchas de las participantes por propia iniciativa arrancan los volantes de comercio sexual hace tiempo, cuando transitan por la vía pública. “Yo lo hago cuando salgo de mi trabajo en el centro, o cuando llego a mi barrio. Son cientos de papelitos los que tiro cada día. Es verdad que es muy poquito. Allí están los muchachos con la pila en la mano, a veces detrás de mí volviendo a pegarlos. Pero si somos miles... Hace poco descubrí a un anciano sacando lentamente los papelitos de un refugio de colectivos. Le pregunté por qué lo hacía y me dijo: ‘Es un pequeño esfuerzo, y ojalá con eso lograra que al menos una de esas chicas no tuviera que ofrecer su cuerpo otra vez’”, contó Maffía.
–¿Pegar en la vía pública los volantes con oferta sexual es un delito? –le preguntó Página/12 al fiscal Marcelo Colombo, titular de la Unidad Fiscal Especial de Asistencia en Secuestro Extorsivo y Trata de Personas (Ufase), que depende de la Procuración General de la Nación.
–En realidad, el volanteo es un indicio de que atrás puede haber explotación de la prostitución ajena. Cuando juntás varios volantes, encontrás que cambia el nombre de la mujer, pero el domicilio y el teléfono que figura es el mismo. La mayoría no responde al ejercicio individual de la prostitución sino que detrás hay regenteo, hay una logística. Hay varias investigaciones judiciales iniciadas a partir de levantar información en la vía pública y cruzarla luego con sitios que aparecen en la web –contó Colombo.
Las personas que quieran sumarse a la propuesta pueden bajar e imprimir de campaniaabolicionista.blogspot.com una serie de frases para pegar en los sitios de donde se arranquen los volantes con oferta sexual: “No nacimos para ser prostituidas”; “Si hubiera igualdad, no habría explotación sexual”; y “Por el derecho al placer, no a la explotación sexual”, entre otras consignas.
A pesar de la abundante presencia de avisos callejeros de comercio sexual, llamativamente en la ciudad de Buenos Aires hay sólo cuatro procesamientos por el delito de trata y ninguna condena hasta el momento. De la decena de sentencias condenatorias que se dictaron desde que entró en vigencia la ley contra la trata, en 2008, ninguna corresponde al ámbito porteño.
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