lunes, 15 de noviembre de 2010

LEVITAS Y REDOBLANTES EN LA ROSADA

Cien comparsas festejaron junto a la Presidenta su decisión de derogar el decreto de Jorge Videla que anulaba los feriados. Ahora, el objetivo de las murgas es que se declare al Carnaval como Patrimonio Cultural de la Nación.Luego de treinta años de lucha, los murguistas recibieron eufóricos la recuperación de su feriado de carnaval. Aquí, las impresiones de su visita a la Casa de Gobierno y su mala relación con Macri.

Los Amantes de La Boca fue una de las primeras murgas que, con el regreso de la democracia en 1983, continuó enarbolando la bandera para que nuestro país recuperase los feriados del Carnaval. Por las calles y al son del ritmo de Hasta Siempre, la canción más conocida que se le dedicó al Che Guevara, la comparsa advertía en aquellos años: Existía el feriado/ los milicos aún no estaban/ Y esas murgas no sabían/ que se nos venía la biaba.
Diez años antes, el 20 de junio de 1973 cuando se produjo la masacre de Ezeiza fue una de las últimas apariciones masivas de las comparsas. Dicen los murguistas que ese día eran decenas de miles que llegaban para recibir al General Perón con bombos, platillos y ropas de colores. Después vino la censura. El 9 de junio de 1976, Jorge Rafael Videla firmó el decreto 21.329. Ese día, se apagó una parte de la fiesta: los feriados del lunes y martes de Carnaval ya no existían.
Recién en 1997, los líderes murguistas pudieron dejar de lado las rivalidades típicas de barrio para darle lugar a la Agrupación Murgas. Ese mismo año, fue declarada Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
El lunes, la presidenta Cristina Fernández, acompañada por miembros de 100 murgas envió al Congreso el proyecto de ley de Ordenamiento de Feriados. Si se aprueba, volverá el fin de semana largo de carnaval a todo el país. “Cuando regresen esos cuatro días –sábado, domingo, lunes y martes- como antes, va a ser muy difícil que los vuelvan a suprimir, va a ser como el Fútbol para Todos”, asegura Facundo Carman, líder de Los Amantes de La Boca. Hasta la Rosada se arrimaron tres generaciones de murgeros. “Estaban los viejos que salían en los ’60, los que salimos en los ’70 y ’80 y los chicos que empezaron en los ’90”, cuenta el líder de Los Amantes de La Boca. “Había de todos los colores políticos, gente muy emocionada que vivió una fiesta en donde todos nos abrazamos. Ahora estamos preparando una movilizacion muy fuerte para presionar en el Congreso y que salga”, asegura.
Pero la batalla aún no está ganada. Queda en pie otro reclamo que siempre acompañó a la devolución de los feriados. “Las murgas porteñas fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Ciudad, pero nosotros reclamamos que sean consideradas Patrimonio Cultural de la Nación”, advierte Carlos Díaz, presidente de la Asociación Murgas, delegado y responsable de La Gloriosa de Boedo. “Respetando el género típico de cada región, la cultura, la identidad de cada zona, las murgas y comparsas de cada provincia, ya que cada una tiene sus características particulares. Esa cuestión es también importante. La murga no es sólo el hecho artístico, sino que hay todo un trasfondo social: es un espacio de contención; al ser un espacio colectivo, los pibes del barrio tienen un lugar donde participar, donde proyectarse, donde sentirse parte. En vez de estar haciendo cosas malas, participan de un colectivo. Se forman familias dentro de la murga y eso es muy valioso. Recuperar el carnaval es recuperar la historia, la memoria, la identidad”, afirma Díaz. “Ya sabíamos que se venía trabajando el tema. Estar en la Casa de Gobierno fue muy emocionante, muy fuerte. A muchos grandulones se nos piantó un lagrimón”, se conmueve Carlitos.

Doscientos años de comparsa. Fue durante los festejos del Bicentenario que los murgueros sintieron el cambio. “Cuando a los chicos de Fuerza Bruta los invitan a hacer la parte artística por los dos siglos del nacimiento del país, nos llamaron por teléfono”, cuenta Carman. “Enseguida propuse que se sumen cuatro murgas más para que nos acompañen y así abrir el juego mostrando que hay afinidad pero también calidad. Elegimos entonces a Los Chiflados de Boedo; La Gloriosa de Boedo; Los Mismos de Siempre, de La Paternal; y Resaca Murguera, de San Cristóbal. Los ensayos eran impresionantes: éramos 400 murgueros que teníamos que combinar todos los ritmos y bailes, hasta que terminamos eligiendo que sea un ritmo de cada barrio”, agrega. Casi dos millones de personas bailaron y se sacudieron al son de cien bombos y platillos. “Cantamos una vieja cancion de murga del ’83, del retorno a la democracia: si suben los peronistas/ que suban los peronistas/ si suben los radicales/ que suban los radicales/ una cosa les juramos/ nunca más los militares. Toda la gente gritaba y festejaba. ¡Hasta Chávez la cantó! La cuota extra de color la pusieron cuando el desfile pasó por donde estaban los presidentes. “Cuando llegamos al palco se me descontroló la murga, y se acercaron todos a Cristina, les tiraron las levitas, las galeras. Fue en ese momento que Cristina canta y baila, y ahí empezamos a darnos cuenta que se venía el feriado. Estaban Lula, Chávez, Cristina, todos bailando. Por primera vez sabíamos que un presidente nos daba bola”, celebra Carman.

Sin presupuesto. Pese a los conflictos entre barrios, los líderes murgueros porteños comparten una mirada. “Los feriados que nos da el Gobierno de la Ciudad no nos sirven para nada, porque al final terminan no siendo ciertos. El presupuesto que tenemos no llega al 0,3 por ciento del presupuesto total de Cultura”, cuenta Carlitos. La cifra: poco más de 500 mil pesos. “Teniendo en cuenta que el carnaval es la fiesta popular más importante que tiene la ciudad, donde participan más de un millón de personas y centenares de murgueros, es una cantidad irrisoria. Además, las murgas se autogestionan, generan recursos, sumando toda la cuestión solidaria”, explica.
Carman es muy claro. “La relación con el Gobierno de la Ciudad es mala. Con La Loba ( Nota del R.: La Loba es Elsa Calvo, responsable del programa Carnaval Porteño) no, porque viene del palo murguero. Menos mal que está ella a cargo. Lo cierto es que Macri no quiere murgas, pero no tiene otra que hacerse cargo, se sabe que no le gusta, que no las quiere nada. Por nuestra parte, los corsos se vienen haciendo dignamente, pero todos los años pasa lo mismo: se cobra tarde, no está el presupuesto, no llegan los aumentos.”
Durante el carnaval, las murgas se responsabilizan por los trajes, la comida de sus integrantes y el transporte. Díaz concluye: “El Estado porteño nunca se hizo cargo. Cobramos el subsidio del carnaval pasado hace menos de una semana. Y fue porque amenazábamos con ir al Festival de Tango a manifestarnos. Recién ahí destrabaron el pago”, advierte Carman.

Ayuda a los pibes. “La murga es social. Muchos comedores y agrupaciones de La Boca se armaron luego de conocerse en la murga. Los pibes aprenden a respetarse, a ser creativos con los ritmos y las letras”, cuenta Carman. “La murga expresa hasta dónde llegó artísticamente el barrio: si una murga está linda, es porque esa esquina, en ese lugar, están bien, re pilas; si la murga es un cachivache es porque hay problemas con la droga, entre ellos.” El compromiso político es otro de los pilares fundamentales. “A partir del menemismo, la murga fue un espacio de contención social importante, donde comenzó a expresarse la gente ya que habían desaparecido los clubes de barrio y las unidades básicas”. La cuestión política depende exclusivamente de cada murga. “Lo que está claro es que estamos en contra de las dictaduras y a favor de las Madres y las Abuelas”, aclara Carman. En febrero, el día de carnaval arranca temprano: comprar la comida para las viandas, confirmar los micros, ajustar los últimos detalles en trajes y banderas. “El ánimo es una fiesta constante”, cuenta el murguista. A partir de ahora que será feriado, tendrán más tiempo para organizarlo.

• COSA DE NEGROS Y GALLEGOS
El carnaval en Argentina comenzó a celebrarse a partir del 1600 como resultado de la mezcla del legado español y el candombe de los esclavos africanos. En esos años, los bailes se hacían en lugares cerrados y se trataban de fiestas privadas que se hacían en casas de familia.
Hacia 1770, los festejos se trasladaron a lugares similares a los clubes de barrio actuales. En 1844, Juan Manuel de Rosas prohibió la celebración del carnaval. Con la llegada de Domingo Faustino Sarmiento a la presidencia volvió a ser público. Pero fue recién en 1858 que nació la primera comparsa: canciones, guitarras y violines sonaban por las calles porteñas. En 1869 se realizó el primer corso en el que por primera vez sus integrantes utilizaban máscaras. Al año siguiente, se incorporaron los carruajes. En las primeras décadas del 1900, la murga alcanzó su máxima popularidad para luego ir diluyéndose.

1 comentario:

  1. que bueno que se haya declarado al carnval como patrimonio! me encanta!! yo aprovecho mucho los feriados la verdad! espero los próximos para ver si viajo, tengo muchas ganas de conocer a los mejores hoteles en florencia y poder pasear con mi marido! estaremos en los próximos carnavales como siempre!!!

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