miércoles, 10 de noviembre de 2010

TEA PARTY; FANÁTICOS RELIGIOSOS Y ENEMIGOS DE LOS INTELECTUALES


En los EEUU canaliza el malestar económico y detesta todo lo que encarna el presidente Barack Obama.

Por Paula Lugones


Cuando John Manick, dueño de una casa de empeño colmada de escopetas en Wasilla, Alaska, señaló a esta enviada por quién iba a votar, fue más que una obviedad. Ese hombre musculoso, padre de 8 hijos, que ama cazar alces y pescar salmones para que su esposa los guarde en el freezer para comer todo el año, no podía elegir otra cosa que los candidatos del movimiento ultraconservador que hoy se agiganta en los Estados Unidos: el Tea Party, ese grupo enérgico, inorgánico, difuso, furioso, recalcitrante, que nadie sabe bien qué es, pero canaliza el enojo por la economía y que –según muchos prometen– cambiará el rumbo del país.


En el otro extremo, aquí en Florida, el sol reemplaza a alces y osos, pero también el Tea Party es poderoso. En este Estado brilla una de las estrellas de este movimiento con un mensaje sencillo y provocador. “Obama quiere convertir a EE.UU. en Cuba”, dice Marco Rubio, el hijo de cubanos que ayer fue ungido como senador nacional y ya se lo menciona como candidato a la fórmula republicana de 2012. “El gobierno nos está llevando a un camino que hará quebrar a EE.UU. Y debilitará nuestra defensa nacional”, repite. Para que el país vuelva a ser líder mundial, Rubio cree que hay que armarse más . Los ciudadanos y el país. Ser poderosos para que el mundo les tenga respeto.


Más allá de sus “slogans”, el Tea Party canaliza la furia de gran parte del electorado contra el presidente Barack Obama, sobre todo porque la economía no mejora y el desempleo, que roza el 10%, y no baja. La gran proclama de este movimiento, que no tiene plataforma y que usa la estructura del Partido Republicano , es la reducción del déficit fiscal. Creen que el país está desbarrancando por el gasto excesivo y culpan a Obama por el paquete de estímulo fiscal. Exigen, además, que bajen los impuestos. Repudian la reciente reforma de salud y no quieren que el Estado se meta en la vida de la gente.


Ni siquiera para ayudar a los pobres. Eso es para los débiles, dicen . Quieren que cada uno, en base a su trabajo, pueda forjar su destino.


El Tea Party toma su nombre de la protesta de Boston de 1773, cuando ciudadanos enfurecidos volcaron un cargamento de té , para repudiar un aumento de los impuestos. Irrumpió en escena en 2009, contra el paquete de estímulo de Obama, y se convirtió en un movimiento de base que tienen algunos líderes inorgánicos como la ex aspirante vicepresidencial Sarah Palin o el senador Jim De Mint.


Ahora que muchos de sus candidatos han conseguido bancas en el Congreso, la duda es cuál será la fidelidad al Partido Republicano . Si votarán orgánicamente o liderarán un movimiento más radical contra las políticas de Obama. Lidiar con esta gente será un problema para demócratas y republicanos . Ellos buscan “restaurar EE.UU.” –¿qué significará eso?– r evitalizado los “verdaderos valores conservadores”, del país.


Odian a los intelectuales –dicen que son elitistas que pierden el tiempo hablando– y a la gente compleja o con varios puntos de vista. Para un “teapartista” puro, salir de las fronteras de su Estado es como ir a la Luna , ser de la cosmopolita Nueva York es un pecado y llamar a alguien “afrancesado” es su insulto preferido.


Prefieren concentrarse en la familia, en ir a misa , portar armas y trabajar duro para progresar. Son fervientes opositores del aborto, del matrimonio entre homosexuales y creen que el calentamiento global es una gran mentira . La mayoría de sus integrantes son hombres, mayores, de raza blanca.


Obama encarna todo lo que ellos detestan .


Así, el pastor de la iglesia de Gainesville, que quiso quemar el Corán, un fervoroso voluntario del Tea Party, dijo a esta enviada que “Obama es anticristiano y prefiere los valores del islam”. Es decir, no representa el alma del estadounidense.


La lista de barbaridades que han dicho los candidatos del Tea Party es interminable. Sin embargo, es la fuerza que ha sacudido esta campaña . Según Gallup, un 73% de los estadounidenses piensan que este movimiento ha energizado la política del país.


Sharron Angle, que compitió por Nevada, asegura que los inmigrantes latinos se parecen a los asiáticos y que el embarazo de las víctimas de violación podría ser “ un deseo divino ”.


Sonny Thomas, fundador del movimiento en Springboro (Ohio), que está en contra de la “invasión” de inmigrantes, preguntó en Twitter: ¿dónde está mi pistola? Ken Buck, de Colorado, dijo que “la homosexualidad y el alcoholismo están cortados por el mismo patrón”.


Christine O´Donell, de Delaware, una batalladora a favor de la abstinencia sexual y en contra de la masturbación, aseguró que “los gays crearon el sida”. Joe Miller, de Alaska, dijo: “quiero un Muro de Berlín para los inmigrantes”. Rand Paul, de Kentucky, señaló: “yo no comparto todos los puntos de la ley de derechos civiles de 1964”.


Uno de los mayores héroes del movimiento es la estrella del canal conservador Fox News , Glenn Beck, organizador de una marcha que reunió en Washington en agosto a la derecha más radical del país. El presentador es la fuente de buena parte de estas frases.


Quizás Carl Paladino, que compitió por la gobernación de Nueva York, sintetice el clima que reina en su movimiento. Para solucionar los problemas del país, dice, tiene un remedio muy estadounidense, con el cual seguramente el cazador de Alaska estaría de acuerdo. Dijo, sencillamente, que quiere agarrar un bate de béisbol para dar unos cuantos golpes y “arreglar al fin las cosas”.



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